La crecida del Tormes deja una desagradable sorpresa a su paso por Salamanca

Como si fuera musgo español colgando de los enormes árboles de los bosques de Florida, así cuelga la basura y la maleza de la vegetación especialmente en los entornos del Puente Romano y del Enrique Estevan tras la última crecida del río Tormes. Una imagen dantesca de toallitas higiénicas, maleza, compresas, trapos de tela y restos de bolsas de plástico que confieren un tono blanco allá hasta donde llegó el agua en la última crecida tras las lluvias y el desembalse de Santa Teresa.

Los vecinos que pasean habitualmente por la zona reconocen que el estado del cauce nunca ha sido bueno, pero ahora es especialmente lamentable. «No costará tanto cuidarlo», reprochan Raquel y Paula, en alusión a que las zonas verdes junto al carril bici tienen muy buen aspecto, en contraste con las aguas estancadas y la basura del propio río. «Especialmente los alrededores del Puente Romano están perdidos de basura, después de la crecida está todo muy sucio», denuncia Soco, que acude a esta zona todos los días para caminar. Su amiga Isabel evidencia que ya hay agua retenida por los restos vegetales, «cuando baje más el nivel dentro de unos días seguro que olerá mal, deberían limpiar y dejar todo esto decente».

Manolo reprochó que «todo esto está de pena. Ahora más, pero lleva mucho tiempo así». Este miércoles el Grupo Municipal Socialista denunció lo que considera una falta de mantenimiento por parte del Ayuntamiento de Salamanca, «que se comprometió a mejorar la limpieza y el cuidado de la zona», mientras que el Consistorio recordó que la limpieza del cauce es responsabilidad de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), organismo que tiene que dar el visto bueno e indicaciones sobre cualquier actuación. No obstante la entidad local actúa cuando detecta una suciedad más acusada en algunos puntos.

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