Javier Iglesias y Ricardo Rivero. ARCHIVO

Ricardo Rivero: el ingeniero de las relaciones institucionales

La Universidad tiene hoy varios proyectos de investigación con la Diputación y con el Ayuntamiento

Marian Vicente

Salamanca

Jueves, 7 de marzo 2024, 11:58

Ricardo Rivero (Palencia, 1969) es catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de Salamanca. De casta le viene al galgo, porque su padre, Enrique Rivero Ysenr, fue «maestro» de varias generaciones de profesores universitarios y de abogados.

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Antes de llegar al Rectorado, en noviembre de 2017, Ricardo Rivero había sido durante 5 años decano de la Facultad de Derecho y Defensor del Universitario. Fue reconocido en 1996 con el Premio Extraordinario de Doctorado y ha llevado a cabo estancias docentes e investigadoras en las universidades libre de Amsterdam (Holanda), Friburgo (Alemania) y París-X Nanterre (Francia) y profesor invitado en la Universidad de La Plata (Argentina).

Además de los numerosos méritos académicos, que son incuestionables, si por algo se distinguirá su rectorado es por haber conseguido «coser» las relaciones con las instituciones, en algunos momentos del pasado inexistentes. La Universidad tiene hoy varios proyectos de investigación con la Diputación y con el Ayuntamiento de Salamanca.

Su buena sintonía con la Junta de Castilla y León le han permitido a la Universidad mejorar el presupuesto de la institución académica. Ha peleado duro para que el dinero se reparta en función al número de alumnos. No en vano la Universidad de Salamanca es la que mayor número de estudiantes tiene.

De carácter afable y brillante en la oratoria. Su «penúltimo» gran discurso como rector lo pronunció solo 24 horas antes de anunciar su dimisión, durante el nombramiento, a título póstumo, de Unamuno como doctor «honoris causa» por la Universidad de Salamanca. Congregó a todas las instituciones en el acto y todos elogiaron sus ponderadas palabras sobre la tolerancia y la universalidad que presiden la Universidad de Salamanca, palabras que fueron como un dardo contra quienes han acusado a la Universidad de ser una máquina de censura.

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