Después de las disparadas cifras de mortalidad que la pandemia dejó en Salamanca en 2020 y el nuevo pico de muertes que se registró dos años después en la provincia vinculado a la dañada salud que dejó la covid entre la población, 2023 se cerró con la cifra más baja de decesos, al menos, desde 2015, según los datos de muertes notificadas que publica el Instituto Carlos III.
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Sin embargo, pese a esta caída, el sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) que elabora este centro adscrito al Ministerio de Sanidad apunta a un nuevo «virus» que el pasado año se cobró el triple de vidas en la provincia que un año antes, un 2022 en el que esa misma causa ya había generado un mayor número de decesos que en los ejercicios anteriores. Se trata de las defunciones atribuibles a la temperatura y más concretamente al anormal exceso de frío y calor en determinadas épocas del año. Después de que 2022 y 2023 han sido los años más calurosos que ha vivido España desde que existen datos, los expertos han llamado la atención sobre los negativos efectos sobre la salud por la polarización de las temperaturas a la que está llevando el calentamiento global. Y es que en Salamanca, conforme al sistema MoMo, el exceso de muertes atribuibles a la temperatura es muy superior por el frío que por el calor.
De las 3.955 muertes notificadas en la provincia el pasado ejercicio, el Carlos III atribuye 447 a un exceso o defecto de temperaturas. De esta forma, el instituto público vincula a un calor anormalmente alto o a un frío excesivamente bajo para esta provincia el 11,3% de las muertes de todas las contabilizadas el pasado año. Un porcentaje mucho más elevado que en ejercicios anteriores, ya que en 2022 y 2021 representaban un 3,2% y entre 2018 y 2020 nunca llegaron a ser el 1,3%.
Pero, aunque en 2022 se alcanzó en Salamanca la temperatura máxima absoluta (40,8 grados) y se registraron la media más alta y la media de las máximas más altas —ambas en julio— desde que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) tiene datos, y en 2023 se repitieron también temperaturas muy elevadas, el excesivo calor no es el gran responsable de las muertes que llaman la atención en el sistema MoMo. Si en 2023 atribuye 43 muertes en la provincia a las altas temperaturas, el frío extremo habría provocado casi diez veces más, 404.
Entre el 1 de enero y el 12 de marzo del pasado año, periodo en el que la Aemet observó una mayor caída en los termómetros que en años anteriores, el Instituto Carlos III detectó en Salamanca un exceso de 313 muertes atribuibles a las bajas temperaturas, a las que se sumarían otras 91 en los pasados meses de noviembre y diciembre.
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Nunca el sistema MoMo había atribuido tantas muertes a la bajas temperaturas como en 2023. Pero hay que recordar que a finales de enero y principios de febrero de ese año Salamanca encadenó más de una decena de días consecutivos con temperaturas bajo cero, circunstancia que llevó a la Aemet a activar el aviso amarillo en la provincia por mínimas de hasta 6 grados bajo cero. Posteriormente a finales de febrero llegó una nueva ola de frío, y el día 28 de ese mes en la estación del aeropuerto de Matacán se bajó hasta los 8,3 grados bajo cero.
Frente al aumento de fallecimientos que el Instituto Carlos III atribuibles a las temperaturas en 2023, destaca la caída de los indicadores de exceso de mortalidad por todas las causas. Según el organismo público, el pasado año se notificaron en esta provincia 137 decesos menos de la media habitual en los años anteriores. Contrasta porque en 2022, año en el que Salamanca registró uno de los mayores incrementos de la mortalidad de España, se contabilizaron 653 defunciones por encima de la media. En 2021 fueron 204, y en 2020, año en el que más impacto tuvo la pandemia del coronavirus, se detectó un exceso de 1.573 muertes, un 40% más de la cifra que podría considerarse normal.
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¿Cómo calcula el instituto Carlos III el exceso de muertes?
El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), desarrollado en 2004, proporciona estimaciones de excesos de mortalidad por todas las causas y atribuibles a la temperaturas. Se calcula mediante un modelo que tiene en cuenta las tendencias estacionales, los efectos de las temperaturas máximas y mínimas, y su incidencia por grupos de edad y sexo. Las defunciones atribuibles al exceso o defecto de temperatura se calculan contraponiendo los resultados de este modelo aplicando o sin aplicar las variables de temperatura. En cualquier caso no serían el excesivo calor o frío la causa única de las muertes, sino que se trata de medir el impacto que las temperaturas tiene especialmente en personas con patologías previas.
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