![Los rincones de Salamanca para enamorarse a primera vista](https://s2.ppllstatics.com/lagacetadesalamanca/www/multimedia/2025/02/13/provinciauno-kFlE-U20709297932SgC-1200x840@Gaceta%20Salamanca.jpg)
![Los rincones de Salamanca para enamorarse a primera vista](https://s2.ppllstatics.com/lagacetadesalamanca/www/multimedia/2025/02/13/provinciauno-kFlE-U20709297932SgC-1200x840@Gaceta%20Salamanca.jpg)
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Salamanca
Viernes, 14 de febrero 2025, 06:30
La provincia de Salamanca también está llena de rincones para enamorar y de historias románticas, aunque no siempre con un final feliz.
En Pinedas, una escultura en forma de concha recuerda desde el año 2021 a Kiko y Hortensia, dos jóvenes novios cuya historia de amor quedó truncada cuando ambos murieron ahogados en el río Alagón hace más de 80 años.
También en su memoria, la localidad cuenta con una ruta que fue bautizada como el 'Camino de los Enamorados' y que la asociación PatriHum Casmi devolvió a la vida hace casi cuatro años dentro del proyecto 'Buen Camino', con el que se propusieron recuperar la antigua senda arriera que en su día unió Miranda del Castañar y Candelario.
La historia de Kiko y Hortensia se remonta a los años 40. Cuentan los vecinos de Pinedas que Hortensia Muñoz Gómez era la hija del alcalde, una joven muy bonita, aunque con una pequeña cojera, mientras que Juan Francisco Vasco García, Kiko, era el tamborilero del pueblo, además de cazador y un chico muy valiente.
El día de la tragedia, en marzo de 1940, Hortensia se dirigía a Miranda a vender huevos junto a Kiko. En el momento de atravesar el Alagón, que en aquellos días llevaba mucha agua, su cojera le juega una mala pasada y cae al río donde es arrastrada por la corriente. Horrorizado, Kiko salta al agua para ayudarla, aunque desgraciadamente muere en el intento.
El cuerpo de Kiko apareció 100 metros aguas abajo, mientras que el de Hortensia se recuperó en La Pesga, en la provincia de Cáceres, a nada menos que 40 kilómetros del lugar en el que cayó la joven. Junto al Alagón solo quedaron la cesta de huevos de Hortensia y la escopeta de Kiko.
La historia de los enamorados de Pinedas no cayó nunca en el olvido y durante décadas su familia continúo llevándoles flores.
Además , gracias a la escultura y al 'Camino de los Enamorados', su recuerdo ahora está más presente que nunca. Se trata de una ruta de 12 kilómetros que parte desde la localidad de Pinedas y que en uno de sus puntos atraviesa el río Alagón por una singular pasarela que ha sido realizada a partir de tablones de madera.
El día de los enamorados puede ser también una buena oportunidad para encontrar el amor en una visita a San Antonio de Padua.
Reconocido como el santo de los matrimonios, los que buscan pareja y los novios, antiguamente las muchachas solteras tenían la costumbre de comprar una pequeña estampita del santo y pedirle su intercesión para conseguir novio.
Si el deseo se retrasaba, era costumbre también entre las jóvenes dar la vuelta al santo y ponerlo de espaldas y de cara a la pared hasta que finalmente aparecía el ansiado novio.
En la provincia de Salamanca no existe como tal esa costumbre, aunque sí hay muchos pueblos que honran al santo del amor.
Es el caso de La Tala, con su iglesia parroquial bajo la advocación de San Antonio de Padua, y otras localidades como Montemayor del Río, Pinedas, Ledrada, Puerto de Béjar, El Tejado, Béjar, Aldeatejada, La Alberca, Frades de la Sierra o Zamayón, donde además es el patrón.
No son pocas las leyendas que existen en la provincia que vinculan alguno de sus pueblos a una historia de amor. Es el caso de Montemayor del Río y su impresionante castillo que, tras años de una intensa restauración, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Castilla y León.
La historia, que pasó de generación en generación, habla de una hermosa princesa, hija del propietario del castillo, que se enamora localmente del hijo del duque de Béjar. Y todo ello, como buena historia romántica, contra la voluntad de sus padres.
Cuenta la leyenda que los dos enamorados decidieron buscar un lugar escondido en el que poder mantener sus encuentros secretos. Se cuenta que en la entrada del castillo de Montemayor existía antiguamente un profundo pozo de 20 metros que comunicaba directamente con el Palacio Ducal bejarano. Pero como el joven no era lo suficientemente bueno, la princesa soñaba desde la torre del castillo con ser libre. Un día, ante la amenaza inminente de un matrimonio por conveniencia, la joven salta al pozo donde dicen que se transformó en trucha para poder ser libre y reunirse con su amado. En la vida real, mucho menos romántica, no hubo nunca princesa, aunque sí un impresionante castillo que es un perfecto ejemplo de conservación.
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