La razón por la que el 83% de los jóvenes sufre insomnio

La falta de sueño también afecta a los más jóvenes. Un 83% de la población de entre 18 y 34 años presenta alguno de los síntomas del trastorno de insomnio y alrededor de un 13% cumple los criterios para que este sea crónico, mientras que solo uno de cada cuatro reconoce dormir lo suficiente y bien. Así lo revela la encuesta: ¿Cómo duermen los jóvenes? Hábitos y prevalencia de trastornos del sueño en España, presentada esta mañana conjuntamente por la Fundación Mapfre, la Sociedad Española de Neurología y la Sociedad Española del Sueño en una rueda de prensa.

Con el paso de los años, las complicaciones del sueño se han ido agravando. Hace 20 años, la cifra de personas que sufrían insomnio eran la mitad que ahora, según cita el estudio. Otros, además, indican que 4 de cada 10 adultos experimentan síntomas de falta de sueño.

Normalmente habría que dormir entre siete y nueve horas pero uno de cada tres encuestados admite que duermen menos. Los jóvenes de La Rioja, con un 41%; de Baleares, con un 40,1%; y de la Comunidad Valenciana, con un 39,1% lideran la tabla. En el lado «más positivo» están Navarra, con un 23%; Castilla y León con un 26,3% y el País Vasco, con un 30%.

Uno de los mayores impedimentos que dificultan la conciliación del sueño adecuada es el uso de dispositivos electrónicos justo antes de cerrar los ojos. Otra de las barreras es el consumo de estimulantes como el café, líder indiscutible, o las bebidas energéticas. Estas últimas han aumentado en menores de edad, por lo que algunas comunidades autónomas se plantean seguir los pasos de Galicia y prohibir su compra hasta que cumplan los 18 años de edad.

Cuando los síntomas del insomnio se prolongan durante semanas e incluso menos, se desencadenan una serie de consecuencias que pueden afectar a la vida cotidiana. La principal es el cansancio o la fatiga, que aparece en la mitad de los casos, seguida del dolor de cabeza, en un 39%, y el mal humor o la irritabilidad, con un 34%. También se detectan otras menos frecuentes como la falta de atención y de concentración, el bajo rendimiento académico o laboral y de comportamiento -esta última más habitual en los hombres-.

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