Olga MY
Salamanca
Martes, 25 de marzo 2025, 09:35
Las redes sociales están cada vez más presentes en el día a día, sin embargo, comienza a ser recurrente hablar de los límites que deben tener, especialmente, en edades tempranas.
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Estas aplicaciones, aparentemente inocentes y de mero entretenimiento, esconden graves peligros para nuestra salud mental, fomentando, con los cánones establecidos, la bulimia o la anorexia, especialmente, entre niñas y adolescentes. Tal y como señala un estudio presentado por Newtral, un 87,6% de los jóvenes seleccionados para la muestra eligieron Instagram como su red social preferida y un 29,9% de los adolescentes que participaron, habían desarrollado un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).
Más allá de la salud mental, este tipo de aplicaciones también suponen un riesgo para la salud física. Se trata de los desafortunados retos virales que alcanzan una enorme popularidad en cuestión de días y que pueden llegar a ser extremadamente peligrosos, precisamente, por su apariencia de juegos inocentes.
Entre los múltiples retos que han alcanzado difusión en estas aplicaciones, cabe destacar, además de pruebas extremas como «La ballena azul», o «La cicatriz francesa», «Momo», que adquirió una gran popularidad dada la curiosidad que suscitaba. Se trataba de un rostro monstruoso que animaba a los jóvenes a escribirle a través de Whatsapp y éste contestaría inmediatamente y en cualquier idioma. Lo que comenzaba siendo un juego sin importancia, derivaba en amenazas, imágenes violentas y lenguaje agresivo que, además de aterrorizar a quien recibía sus mensajes, llegó a provocar graves trastornos físicos y psicológicos entre los más jóvenes, especialmente insomnio y ansiedad.
A la lista puede añadirse «El reto de la pastilla», que consistía en ser el último en dormirse a base de consumir ansiolíticos, algo que, sin prescripción médica expresa, puede llegar a suponer un enorme riesgo, especialmente, para los menores que participaban en este reto, provocando intoxicaciones en los casos más leves.
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El impacto que estos retos tienen en la sociedad, dan una muestra de la necesidad, tanto de educar a los más jóvenes en un uso responsable de las plataformas, como de poner límites que las mantengan como herramientas y un mero entretenimiento y no como un auténtico peligro que pueda tener consecuencias catastróficas.
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