Los primeros cuidados cuando una mascota llega a casa

Además de los montones de juguetes que han llegado a las casas en Navidad, son muchos los niños (y no tan niños) que piden como regalo en esas fechas o en cualquier otra una mascota. Pero antes de hacerse con ella hay que tener muy claro que un perro no es un juguete y que hay que dedicarle desde el primer día una serie de cuidados para que su salud sea la mejor.

Lo primero que hay que hacer entre esos cuidados que deben marcar nuestra relación con él es llevarlo al veterinario, tanto para conocer cuál es su estado actual como para aprender una serie de pautas sobre su cuidado, especialmente en el tema de la alimentación, ya que cada raza o tamaño tienen unas características peculiares. Sin olvidarnos de las vacunas, para que el cachorro esté protegido y pueda salir a la calle sin arriesgarse a que contraiga una enfermedad.

A veces, las personas que tienen un perro, especialmente de corta vida, no prestan una atención especial a su alimentación, cuando es algo clave para que se desarrolle con normalidad. Durante las primeras semanas su dieta debe estar presidida por las proteínas, un alto contenido en fibra y energético. La comida se le debe dar en pequeñas cantidades para que pueda procesarla en su organismo sin problemas y dársela varias veces al día.

Cuando el veterinario dé el visto bueno, podremos empezar a sacarlo a la calle (lo ideal sería tres veces al día para que pueda hacer sus necesidades) y al principio, con paseos cortos y cercanos al domicilio para que nuestro cachorro vaya adaptándose a su nueva vida.

Por último, y aunque ni mucho menos es el menos importante, otro de los cuidados que debemos tener con nuestro cachorro es una higiene constante, porque será fundamental para que no contraiga enfermedades que le pueden ocasionar un grave problema de salud. Habrá que limpiar su cama todos los días, así como someterlo a un cepillado concienzudo para que esté limpio.

Con estos consejos, tendrás a tu cachorro perfectamente sano y ambos podréis disfrutar desde su llegada a casa como un miembro más de la familia.

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