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Jueves, 1 de febrero 2024, 15:36
Relajarse, viajar, visitar lugares lejanos y perderse en ellos. Seguramente, tras unos meses ajetreados sea el sueño de muchos buscando esa paz tan codiciada en el día a día.
Esos ingredientes los tiene Tristán da Cunha, la isla más remota del planeta en la que habitan poco menos de 270 personas -eso dice el Récord Guinnes- y en el que su principal fuente de ingresos es la exportación de la langosta.
A pesar de que el nombre original tiene raíces portuguesas, el archipiélago es territorio británico, donde es harto complicado su acceso al situarse a 3.000 kilómetros de distancia de la tierra y no cuenta con aeropuerto. Por ello, la opción más factible es ir en velero desde Sudáfrica, en una travesía durante 18 días.
Ante este problema se añaden más. En cuanto a necesidades básicas hay un médico y un profesor que llegan procedentes de Reino Unido con contratos temporales y la velocidad de Internet, con la escasa cobertura, es ínfima. Así, todo ello supone que sea una de las islas más peculiares para vivir, alejada de la civilización y los avances.
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