Las Batuecas bullen de actividad estos días de otoño con el inicio de la época de celo de la cabra montesa. Otro de esos espectáculos que bien merecen una visita para disfrutar de la naturaleza en estado puro.
Los protagonistas son los más de 1.700 ejemplares de cabra montesa que viven en la Reserva Regional de Caza de Las Batuecas. 21.000 hectáreas de naturaleza salvaje que se extienden a lo largo y ancho de los términos municipales de La Alberca, Nava de Francia, Herguijuela de la Sierra y Monsagro, y parte de Serradilla del Arroyo, El Cabaco y El Maillo.
A diferencia de los esquivos ciervos y su famosa berrea, los machos monteses son mucho menos tímidos, lo que hace que no sea tan díficil contemplarlos persiguiendo a las hembras o directamente en plena lucha. Y es que, además del espectáculo visual que supone ver el cortejo de estos animales, no es menos llamativo escuchar el ruido de sus impresionantes cuernas al chocar.
Una buena opción para ver a los machos en acción es subir a la Peña de Francia, siguiendo el sendero de Gran Recorrido (GR-10) que une la localidad de La Alberca con el famoso santuario y que desde allí baja hacia Monsagro. Cualquier punto de esta ruta es un buen lugar para disfrutar del rey de Las Batuecas, aunque quienes más conocen el parque natural recomiendan el conocido como Paso de los Lobos. Como siempre en este tipo de actividades, conviene no salirse de los caminos señalizados y ser silencioso.
La época de celo de estos ejemplares se caracteriza por la fuerte competencia entre los machos monteses dominantes, que tratan de echar a los ejemplares más débiles para que no se reproduzcan.
Coincidiendo con el otoño, los animales que hasta ahora estaban separados del resto de grupo tratan de acercarse a las hembras para aparearse y perpetuar sus genes. Los machos despliegan todos sus encantos persiguiendo a las hembras, oliéndolas y haciendo ruidos para atraer su atención.
Es precisamente la rivalidad que se produce entre los machos la que provoca las famosas luchas. De hecho, la imagen más típica estos días es la de estos grandes ejemplares elevándose sobre sus dos patas traseras y estirando cuello y cabeza para dejarse caer sobre los cuernos del macho rival. El sonido que produce este golpe seco, y la manera en que retumba entre los riscos de Las Batuecas, es otro de los grandes atractivos del celo de estos animales.
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