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Martes, 12 de marzo 2019, 18:53
Si tuviésemos que resumir la belleza paisajística de España en una decena de postales, una de ella sería ésta. El giro perfecto de un río. La herradura más cerrada. La armónica combinación de la frondosidad más intensa con el agua y la arena. Uno de ... esos fenómenos naturales para el disfrute más pleno. Y lo mejor de todo es que está en Salamanca. Nuestra provincia lo toca, aunque quien lo mira de frente es la vecina Extremadura. Hablamos, como no podría ser de otra manera, del meandro del Melero.
En el lugar exacto en el que la Sierra de Francia salmantina y Las Hurdes cacereñas se dan la mano, se esconde entre un bosque de pinos, castaños y helechos el meandro más famoso de la península ibérica. El que forma el Alagón. El río que nace en Frades de la Sierra y desemboca en Alcántara en el Tajo. El “Sella salmantino” que en época de lluvias baja con una fuerza inusitada. Ese es el mejor momento para disfrutar de la plenitud del Melero. Cuando el agua ensancha el cauce y deja la verde isla de la Romerosa casi como un islote, aunque en el fondo es una pequeña península.
Una de las paradojas de este tesoro natural es que Salamanca lo guarda, pero Extremadura lo admira. Me explico. El meandro del Melero se encuentra en tierras charras, concretamente pertenece a la localidad de Sotoserrano. Tras él, comienza la provincia de Cáceres. La clave de que en muchas ocasiones se considere “propiedad” de la región vecina es que el mirador desde el que se admira, el de la Antigua, se encuentra en Riomalo de Abajo. Junto a su hermosa piscina natural del Charco de la Olla parte la pista asfaltada que asciende hasta esta atalaya privilegiada que permite admirar en toda su plenitud el giro imposible del Alagón. También desde allí se puede realizar la ruta de senderismo de la Vereda de los Pescadores, que desciende hasta la misma base del meandro. Un recorrido que, entre finales de septiembre y primeros de octubre, adquiere un atractivo singular. Es el momento de la berrea o, lo que es lo mismo, el periodo de celo del ciervo. En esta época es habitual encontrar a algunos ejemplares a la orilla del Alagón realizando este particular cortejo.
Conocer el mirador de la Antigua es casi una obligación moral. Eso sí, cuando el río no llega con demasiado caudal puede llegar a decepcionar. Hay que arriesgarse a ello. La naturaleza tiene esos caprichos. Pero también existe otra opción para recorrer la zona y muy seductora para los amantes del senderismo. Será una alternativa cien por cien salmantina, ya que transcurre por entero por esta provincia y además permite disfrutar de la vista del meandro desde el lado contrario.
El recorrido parte desde el pueblo fantasma de Cabaloria, aquel que tuvo que ser abandonado en 1965 cuando se pensó que el pantano de Gabriel y Galán lo iba a sepultar. Los cálculos fallaron y el agua no se acercó ni por asomo. Hoy sólo permanecen en pie algunas ruinas rodeadas de olivos. La ruta es circular, tiene una distancia de 13 kilómetros y ofrece la intimidad y la paz que en muchas ocasiones el concurrido mirador de la Antigua no tiene. Es de hecho una experiencia única permanecer en completa soledad en la isla de la Romerosa mientras a lo lejos se observa a los turistas contemplando este espectáculo natural desde tierras extremeñas. Las mismas tierras que lo ven, lo admiran pero, no lo tocan.
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