Carla Díaz de Rada
Jueves, 13 de febrero 2025, 11:35
A poco más de una hora de Salamanca, dentro del distrito de Braganza, en el noreste de Portugal, se encuentra un pequeño rincón que se convierte en el destino ideal para una escapada invernal. Situada a tan solo 15 minutos de la frontera con España, esta localidad está enclavada en el Parque Natural del Duero Internacional y ofrece una experiencia única para los amantes de la naturaleza, de la historia y de la gastronomía.
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Llegar a este destino es sencillo. Desde Salamanca, el trayecto dura alrededor de una hora y cuarto por carretera, siguiendo la A-66 y la ZA-302 hasta cruzar la frontera hacia Portugal. También es posible acceder desde Zamora en menos de una hora a través de la N-122. Su proximidad y fácil acceso convierten a esta ciudad en una opción perfecta para disfrutar de una escapada de un día o un fin de semana completo.
El municipio de Miranda do Douro, situado sobre el cañón del río Duero, ofrece vistas desde sus numerosos miradores, que en invierno se envuelven en una atmósfera mágica gracias a la bruma y la tranquilidad de la temporada baja. El Parque Natural del Duero Internacional, que delimita la frontera con los Arribes del Duero en España, se convierte en un escenario perfecto para los amantes de la naturaleza.
La observación de aves es una de las actividades más populares en esta época, ya que especies protegidas como el alimoche, el águila real y la cigüeña negra pueden avistarse fácilmente. Además, el famoso crucero ambiental por las aguas embalsadas del Duero es una experiencia ideal para los meses fríos, permitiendo disfrutar del paisaje mientras se aprende sobre la fauna y flora locales.
El casco histórico de esta ciudad portuguesa es un paseo por la historia. Entre sus principales atractivos se encuentra la concatedral renacentista del siglo XVI, una joya arquitectónica que alberga un majestuoso retablo gótico y la curiosa figura del Menino Jesús da Cartolinha. También destacan sus murallas medievales, el Museo de la Tierra de Miranda y otras edificaciones históricas que cuentan la rica tradición de la región. Pasear por sus calles empedradas, sin las aglomeraciones del verano, permite disfrutar de una experiencia de lo más tranquila.
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La gastronomía es otro de los grandes atractivos de esta localidad. Platos como la posta mirandesa, el bacalao en sus múltiples variantes y las sopas tradicionales ofrecen una calidez que reconforta el cuerpo y el alma. Los restaurantes locales, muchos de ellos con acogedoras chimeneas, son el lugar perfecto para disfrutar de largas comidas al calor del fuego. Además, eventos como la Semana Gastronómica y el Festival de Sabores Mirandeses enriquecen aún más la experiencia, combinando cocina local con muestras de artesanía y folklore.
Más allá de la ciudad, los alrededores ofrecen opciones igualmente atractivas. Los miradores, como el de Fraga do Puio, tienen un encanto especial durante el invierno, cuando la niebla cubre el paisaje con un velo de misterio. También destacan pequeñas localidades cercanas como Aldeia Nova, con su Castro de San João das Arribas, o el Centro del Burro Mirandés, dedicado a la conservación de esta raza autóctona, que ofrece actividades educativas y recreativas.
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El comercio tradicional es otro aliciente para visitar este lugar. Las tiendas locales, situadas en el corazón de la ciudad, ofrecen productos típicos como quesos, embutidos, miel y textiles, para llevarse un pedazo de esta tierra a casa. Recorrerlas en la tranquilidad de esta temporada añade un encanto especial a la experiencia.
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