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Una actuación de El Juli en Guijuelo ALMEIDA
Vida para todos

Vida para todos

Artículo de opinión de Javier Lorenzo en el suplemento ‘Toros’ de LA GACETA

Lunes, 20 de diciembre 2021, 08:37

Clamaba Álvaro Cuvillo por la vuelta de las figuras a los pueblos para reactivar el sector y potenciar de nuevo la tauromaquia desde la base. Ahí está, una vez más, la responsabilidad de las figuras para darle la vida que necesita el espectáculo, el mismo que a ellos les hizo grandes. Lo argumentó, con mucho sentido, en una sabrosa tertulia en Canal Toros, con todo el sentido del mundo. Siempre fueron las figuras generosas con los pueblos, acudían con un torero veterano por delante en un cartel que completaba un torero joven o local con buen ambiente. Era fórmula de éxito. Asequible además para la economía de ese pueblo que daba toros cuando llegaban las fiestas. O viceversa. Los toros como mejor reclamo. Siempre fue así. Y los toros eran eso. Una celebración. Había, no hace tanto fechas clásicas de pueblos con solera que tenía su fecha fija en el calendario del curso como parada de las primers figuras del momento. Y aquello es a lo que hay que volver. A aquello es a lo que se refería Álvaro Cuvillo y ratificaba en la entrevista publicada en estas mismas páginas Domingo Siro, un veterano banderillero que acaba de cerrar el esportón del miedo.

Nada tiene que ver cualquier de estas dos peticiones con los hechos que protagonizaron las figuras en los últimos años. Salamanca y su provincia, como claro ejemplo de esos abusos. Ledesma encabezó aquello, Guijuelo anduvo ahí flirteando en el filo de esa peligrosa navaja con altibajos. Se apostó por las figuras y éstas se cerraron en banda en sus imposiciones imposibles. Exigieron hasta en la última plaza rodearse de compañeros de la élite, en carteles con un presupuesto disparado e inasumible para plazas de pequeño aforo y consistorios con la economía modesta. Toro chico, abuso grande; y, por lo general, se faltó el respeto al aficionado. Y todo con las entradas a precios disparados. Precios altísimo seguidos de una carencia de un mínimo de seriedad, sin que en esos escenarios se pida ni se imponga que salga el toro de Bilbao. Se derrumbaba la estructura por todos sus pilares forjados con gelatina. Insostenible. Y aquellas figuras que cobraban e imponían honorarios como tal, e incluso con tarifas superiores a la categoría de la plaza y del toro que lidiaban, quedaban en evidencia con la capacidad de convocatoria que tenían. Por Ledesma pasaron las principales figuras, ninguna llenó la plaza y ninguna sentó más de 1.500 almas en los asientos. Todas las vergüenzas al aire. Bien están las figuras en los pueblos, pero no arrasando ni imponiendo lo que no generan. Cuando hay, que haya para todos; cuando no hay se reparten las miserias. Era ley no escrita de no hace tanto.

Bien está que vuelvan las figuras a los pueblos pero que abran los carteles a los toreros nuevos y sin avasallar ni imponer lo que no generan

El toreo y sus protagonistas deben de romper la burbuja en la que se encierran y salir a la realidad. Ser conscientes, además, de la situación del momento, del toreo y de la sociedad. Y volver a la fórmula pretérita: el veterano, la figura y el torero local. Que a la vez de generar interés, despertar ilusión y dar oportunidades haciendo un guiño al futuro era, al mismo tiempo, la fórmula más generosa y la más atractiva para el público. Además, en estas citas se solía dar la oportunidad y cabida a hierros y encastes de los más variado, que tenían camadas cortas y poca presencia en el circuito de las ferias. Era vida para todos y no solo para unos pocos.

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