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Un chillido de bravura

López Chaves desoreja a Chillón, un extraordinario Galache que resultó un espectáculo de bravura, entrega, alegría y clase | Secreta faena Morante que se inventó una obra prodigiosa, valerosa e inesperada con un cinqueño por el que nadie apostaba

Sábado, 17 de septiembre 2022, 02:18

No hubo la magia del año pasado, pero hubo un toro más bravo que cualquiera de los seis de aquella entrega. Y los que van de esta Feria. Chillón vino a demostrar que Galache ha venido para quedarse. Fue el toro de la tarde, es el toro de la Feria y lo será de aquí en adelante para luchar con cualquiera que se le ponga por delante de la docena que quedan por saltar a La Glorieta este fin de e semana. A Chillón no se le va a olvidar fácilmente. Es de esos toros que se te meten por los ojos nada más verlos por la armonía y la belleza de sus hechuras. La expresión de bravo, la cuerna acapachada y rematada hacia delante en la redondeada cornamenta (¡!), las lineas estilizadas, el remate perfecto. No le hacía falta ni un kilo de más. No le sobraba ninguna, tampoco. Lo reunía todo. Y como nada le faltaba lo complementó todo con un juego fantástico, el que tenía escondido dentro de esa preciosa fachada. Un toro bravo, completo, distinguido, un toro que se puso a embestir pronto y que no hubo nadie que lo parara. Rompió a galopar de inmediato, en cuanto Chaves, de manera magistral, lo recogió en su sedoso y templado capote, con el que mimó, atemperó y, a la vez, enseñó a embestir. Y lo hizo ya hasta que el ledesmino enterró la espada hasta las cintas en una de las mejores estocadas de su deficiente campaña con la tizona. López Chaves tuvo la virtud y, al mismo tiempo, la generosidad de lucirlo como pocos hubieran hecho.

Torerísimo Chaves con el capote en esa aparición que resultó un descubrimiento. Un fantástico rayo de luz. Lo recibió bajo el tercio del tendido 1, se salió poco a poco con él, y pasadas las rayas flexionó la pierna, para ir ligando los lances de uno en uno de forma primorosa. Embebía cada embestida con un sutil e imperceptible cite con el que embarcaba de manera formidable unas embestidas que ya parecían pegadas al vuelo mágico del capote. Aquella manera de flexionar la pierna de salida en cada lance la cerró con una excelsa media verónica rodilla en tierra que resultó un primor.

Chillón había puesto las cartas sobre la mesa. Chaves también. El toro de Galache, berrendo en cárdeno, se arrancó con alegría, pronto y codicioso al caballo que montaba José Palomares, que le recetó una buena vara en lo alto. Y el torero lo sacó de aquella pelea con un torerísimo quite por tafalleras, ganando pasos, con el compás abierto y cargando la suerte sobre la pierna contraria a la embestida. La tarde estaba, de repente, en plena efervescencia. Chillón seguía sumando puntos, conquistando corazones y encandilando a los buenos aficionados que gustan de embestidas diferentes a las que les endosan cada día en un patrón que casi saben de memoria. No era el caso. Esta era la distinción de lo auténtico. La reivindicación de un encaste castigado injustamente al ostracismo. El toro siguió siendo un espectáculo, la nobleza, la fijeza y la prontitud resultó marca de la casa. Chaves le dio mucha distancia y al toro toda le parecía poca. La primera serie con la derecha la cuajó a placer. Chillón seguía conquistando corazones. Codicia, entrega, prontitud, humillación y un recorrido interminable. La faena tuvo sus altibajos, las mayores cotas llegaron con la derecha; Chaves lo vio menos claro con la izquierda, donde el toro perdió unas décimas de intensidad y de virtudes. Por el derecho no dejaba de sumar puntos. El ledesmino al final de la obra quiso quitarse las dudas de si el fallo con la izquierda había sido suyo o del toro. Y ahí se demostró que el recorrido no era el mismo. Chaves se tiró con la espada con la rectitud de hacía mucho tiempo y enterró la espada hasta los gavilanes. El toro conquistó a todos, Chaves dividió alguna opinión al recoger el segundo trofeo, aunque su generosidad para lucir a un toro no admite racanería. Es de agradecer.

La dulzura, el temple y la calidad del excelso quinto fue para paladares exquisitos, una embestida para gozar; pero el público no le echó cuentas porque el lastre de la falta fortaleza que avivó las protestas pudo con todo y desvió las atenciones.

Morante había soñado el toreo a la verónica con el toro que rompió plaza en un saludo, con el compás casi cerrado y el capote cogido muy cerca de la esclavina que resultó un prodigio. Pareció no tener fin. Puso más intención que otra cosa tras una faena larga y tesonera. Nadie pensó ni creyó que pudiera dar forma, organizar, ordenar y componer una obra que resultó por eso estupenda ante el cinqueño cuarto. Como si fuera una faena secreta, que encontró después de tiempo, de paciencia, ciencia, una entrega soberbia y un valor sin límites. Del arte de 2021 al valor de 2022. Morante la hizo suya, la compuso y la gozó. Su apuesta y convencimiento le llevaron a acabar disfrutándolo al natural. Una técnica sublime. Un valor sin límite. Le llegaron a dar un aviso pero encontró premio, por todo aquello y por la verdad, la decisión, rectitud y entrega con la que se tiró a matar para amarrar el triunfo. El segundo trofeo no venía a cuento, el palco, esta vez se puso en su sitio, y negó la puerta grande aunque le debiera aún una oreja al cigarrero del año pasado.

Alejandro Marcos pasó en blanco. Tuvieron sabor los ayudados con los que inicio la faena al tercero tras brindársela a Manuel Diosleguarde, en el lecho del dolor aún tres semanas después del gravísimo percance de Cuéllar. Tardó en descubrir la franqueza de las embestidas por el pitón izquierdo. La noticia ahí fue la forma en que se tiró a matar para enterrar la espada en lo alto. Con el que cerró plaza se embraguetó y se tiró sin red en verónicas de gran aliento. La faena no enganchó. El toro bajó la persiana antes siquiera de abrirla. Cualquier comparación de la tarde con Chillón era pura utopía. Su recuerdo pesará durante toda la Feria. Un recuerdo imborrable.

LA FICHA

Tres cuartos de entrada en tarde de sol, con 25º al inicio del espectáculo y 21º al final.

6 TOROS DE FRANCISCO GALACHE, encierro de desigual presencia, remate y alzada. Cinqueño a los tres lidiados en los puestos pares. El más terciado el 1º. Noble pero sin terminar de entregarse el 1º; excelente el bravo 2º, por codicioso, entregado, pronto, humillado y de soberbia condición, de nombre Chillón, número 23, berrendo en cárdeno, fue premiado con la vuelta al ruedo; noble pero sin entrega el 3º, mejor por el pitón izquierdo; con fondo pero sin entrega el 4º; noble pero sin fuerzas el apagado 5º; y

MORANTE DE LA PUEBLA (azul añil y oro)

Media estocada tendida —ovación con saludos—; y gran estocada —oreja con petición de la segunda tras aviso—.

LÓPEZ CHAVES (caldero y oro)

Estocada —dos orejas—; y dos pinchazos y estocada —ovación con saludos—.

ALEJANDRO MARCOS (sangre de toro y azabache)

Estocada —ovación con saludos—; y estocada muy baja y atravesada —silencio—

Cuadrillas: Saludaron montera en mano Roberto Blanco y Javier Gómez Pascual tras banderillear al segundo.

Duración: Dos horas y 30 minutos de festejo.

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