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Damián Castaño se definió como un torero «sin valor» a apenas diez semanas de afrontar el más difícil de su vida: seis toros en solitario de Dolores Aguirre, uno de los hierros que más imponen y más acongojan a los toreros, los que nadie pide ni quiere: «Es el primer torero de la historia que quiere matar nuestros toros. Nadie los quiere», confesó con una apabullante sinceridad y no poco realismo Isabel Lipperheide, ganadera bilbaína que cría los toros en tierras sevillanas de Constantina. Las cuatro corridas de toros de la camada de este año las va a matar Damián Castaño. Los toros del miedo, con los que se anunciará en una de ellas, el 27 de abril en San Agustín de Guadalix (Madrid). Una plaza menor que le ha dado en los últimos años carácter de acontecimiento a sus festejos en la Feria del Aficionado. Organizada por aficionados y destinada a aficionados donde las ganaderías minoritarias y más exigentes y, sobre todo, el toro brilla y manda por encima de todos y de todos.
Los dos grandes protagonistas se citaron en Salamanca y a su reclamo se dieron cita cerca de trescientos aficionados, profesionales y compañeros que arroparon y animaron al torero que reconoció que, precisamente, la única vez que pensó en tirar la toalla, en toda una vida dedicada al toro desde que con apenas ocho años entró en la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, fue tras matar su primera corrida de toros de Dolores Aguirre en Cebreros (Ávila) en el verano de 2021, el día antes de que, con todo perdido, le cambió la vida una actuación en Cenicientos (Madrid), la 'capital' del Valle del Terror, en la que cortó tres orejas y sirvió para que empezaran a abrírsele puertas de las ferias por primera vez.
«Más que valor, tengo confianza en mí. Es más, me considero un torero medroso. Tengo poco valor, pero eso sí, suplo con ganas, con ilusión, con raza y con amor propio el poco valor que tengo... Y con la ilusión por abrirme paso en el toreo. Con eso llego al valor que aparento pero que no tengo», se sinceró Damián Castaño.
Desde el respeto y la admiración máxima por los toreros, Isabel Lipperheide no se atrevió a darle ningún consejo a Damián Castaño ante una gesta mayúscula como la que le espera, aunque sí destacó unas de sus cualidades: «Es un torero al que no le condiciona a priori no le condiciona el hierro de los toros, al resto de los toreros si, los demás entran en pánico, pero él va con confianza. De ahí su éxito». Y habló de su filosofía ganadera: «Para mí el toro tiene que tener fuerza, transmitir emoción, dar miedo y transmitirlo, que el público valore más aún al torero y de lo que está haciendo delante de ese animal».
Se ha convertido en la ganadería fetiche de Damián Castaño, la de sus triunfos en Bilbao. Y la que ha dado oxígeno para respirar donde todo se asfixian: «Si te ven dudar, esos toros se vienen arriba y te comen. Si te ven firme y le transmiten dominas a los toros se les puede con firmeza, es fácil decirlo pero muy difícil hacerlo«, puntualizó.
A lo largo del casi medio siglo de historia de la ganadería ningún torero se anunció con seis toros en solitario de esta ganadería. Damián Castaño tampoco lo hizo en su carrera, ni con esta ni con ninguna. «Es algo que venía pensando hace tiempo y se lo propuse a los miembros de Tres Puyazos, unos días antes de la última cita de Bilbao». Entregado en cuerpo y alma al toreo toda su vida, dice en este momento clave de su carrera estar trabajando «la mente más que nunca». José Ignacio Sánchez, director de la Escuela taurina, lo definió como un alumno y torero ejemplar para cualquier chico que se quiera dedicar a esta profesión; José Ignacio Cascón, su primer apoderado, destacó que junto a él aprendió mucho: «El ejemplo de su vida como torero me sirvió de ejemplo para mi vida como persona, por su entrega y constancia», y viendo el poder de convocatoria del acto decidió ofrecerle una de las corridas de toros de Guijuelo de este verano; mientras que Gonzalo Santonja, el consejero de Cultura de la Junta de Castilla y León, resaltó su sentido de la «responsabilidad» del torero, con el público, con los compañeros y, sobre todo, con el toro. Seis le esperan en San Agustín dentro de una temporada de infarto en la que no habrá tregua.
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