5ª edición del festival taurino a favor de Aerscy (Asociación de Enfermedades Raras de Castilla y León). Casi lleno en los tendidos en tarde entoldada y ventosa.
GANADERÍA Reses de Francisco Galache, deslucido, sin recorrido y feble; Puerto de San Lorenzo, de gran calidad y bondad; José Cruz, bravo y encastado, de gran juego; Castillejo de Huebra, con poder pero sin entrega; y Garcigrande, bravo, con gran duración y buena condición.
DIESTROS
MANUEL ESCRIBANO Estocada atravesada que hace guardia y media en lo alto (oreja).
CAYETANO Gran estocada recibiendo y descabello (dos orejas y rabo).
JOSÉ GARRIDO Pinchazo, media estocada y tres puntillazos (oreja).
MANUEL DIOSLEGUARDE Pinchazo y media estocada y tres puntillazos (oreja)
JULIO NORTE Estocada (dos orejas y rabo)
Roto el paseíllo arrancó otro que hizo aflorar los sentimientos.Era la familia de Aerscyl que apareció en el ruedo y lo llenó con el drama de su verdad y el ejemplo de su entereza a cuestas. La plaza que a punto estuvo de llenar sus tendidos se rompía las manos a apladir en la ovación más sincera del año, de esas que se clavan en el alma. Un clamor. El toreo en su versión más sincera, sensible y solidaria. La tarde se llenó de sentimientos tras el paseíllo más emotivo de toda la temporada.
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Julio Norte cerró la tarde a lo grande; Diosleguarde firmó los pasajes más meritorios; el novillo de Puerto de San Lorenzo había derrochado bondad, pero el más bravo había sido un Chupito de José Cruz, aunque el de Garcigrande, que no regaló nada, fue el más completo y el que más duró.
Manuel Escribano se llevó el garbanzo negro. Un novillo avacado, alto y destartalado de Francisco Galache, incómodo en su feble comportamiento. Cuando no sintió el dominio de la muleta y el mando, se puso molesto y protestón, dentro de una faena en la que el torero de Gerena firmó un ejercicio constante de corregir y tapar sus defectos ante la ausencia de entrega y recorrido.
Cayetano no terminó de abrir la caja de los truenos con el almibarado Abotonado de Puerto de San Lorenzo que regaló desde el inicio hasta el final sabrosas embestidas. Lo toreó fácil y sin ajuste. El torete no aceptó tirones ni toques a destiempo en faena intermitente, con una tímida cima en el ecuador de la obra. Lo mejor fue la estocada que realizó en la suerte de recibir y que fue el mayor aval como pasaporte para los máximos trofeos.
El astado más bravo fue el Chupito de José Cruz, al que Garrido saludó de capa con la pierna flexionada por tijerillas antes de firmar un ajustado quite por chicuelinas. Exigente y profundo, el eral de Cabezal Viejo pidió mando para sacar su fondo y su mejor versión en una entrega sin reservas. Ante la exigencia brotaba la profundidad de la embestida que, sin embargo, protestaba en cuanto aliviaba. El viento no le dejó a Garrido hacerse el dueño de la situación;y no logró imponerse, dominar ni hacerse con él en faena larga, de altibajos en la que Chupito que ganó a los puntos con diferencia.
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Un vibrante envite libraron Diosleguarde y Piquero, un fortachón, cuajado y hondo eral de Castillejo de Huebra, con volumen y cuajo de toro. Abanto y distraído en su salida, mostró nobleza en el capote. Se ajustó Diosleguarde en el quite por chicuelinas y tafalleras y le plantó cara en un poderoso inicio por abajo en el que apareció esas dosis de nobleza que luego llegaron sin entrega en cuanto Diosleguarde se metió a fondo. El poder de su profundo fondo, más violento que entregado, no le permitió ni un fallo. En las acometidas, fue y vino sin entrega, sin decir nada, con el defecto de salir de mitad de faena en adelante con la cara por las nubes. Fue más la movilidad que la entrega. El viento volvió locos a los dos, más incluso al torete, ganó en méritos el torero: firme, seguro, convencido y lanzado. Asentado siempre, hundido en la arena. Sin dudas.En torero siempre en todo lo que hizo. La larga agonía del animal lo enfrió todo casi en el descuento.
La olla la puso en ebullición Julio Norte muy pronto. Desde la larga cambiada del saludo capotero al cierre de las manoletinas de la misma guisa. Un torrente en todo, templado a la vez. Quitó por ajustadas tafalleras y gaoneras. Empezó el trasteo de manera explosiva de hinojos con cambiados por la espalda en los medios. Y, de ahí en adelante, firmó un trasteo que siempre fue a más, en el que petit à petit le fue cogiendo el sitio al astado de Garcigrande, el temple y el pulso. En un despiste le pegó una voltereta porque a todo le pidió seriedad. Y eso le dio Norte. Estuvo preciso y dispuesto después. Milimétrico a veces; y lanzado cuando se metió en terrenos de fuego para navegar ahí con una solvencia aplastante. Fue un derroche de todo. Como la verdad y rectitud con la que enfiló la suerte suprema. Con los máximos trofeos en la mano puso las cosas en su sitio adueñándose de la función.
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