Desplante de Luque ante el quinto de Domingo Hernández ayer en Pamplona. @INFODANIELLUQUE

Del sobresaliente al suspenso en San Fermín

La corrida de toros de Domingo Hernández, que cautivó por la mañana en las calles de Pamplona, resultó un fiasco por la tarde. La nobleza de un par de animales se vio neutralizada por una alarmante falta de fuerzas. Soberbia capacidad de Daniel Luque que perdió el triunfo con la espada

La Gaceta

Jueves, 11 de julio 2024, 21:22

La Ficha

  • Jueves, 11 de julio de 2024. 7ª de abono de San Fermín.

  • CÉRET (FRANCIA) TOROS DE DOMINGO HERNÁNDEZ, corrida desigual y de justa presencia para San Fermín. Noble pero apático y sin decir nada el 1º; con calidad pero muy flojo el 2º, sin soltarse el 3º que terminó rajado; noble y sin fuerzas el inválido 4º; ingrato el correoso 5º; a menos el bondadoso 6º.

    ALEJANDRO TALAVANTE (blanco y oro)
    Estocada tendida y desprendida (silencio); y estocada al encuentro (ovación con saludos tras petición).
    DANIEL LUQUE (celeste y oro)
    Estocada atravesada que hace guardia con un descabello (ovación tras aviso); y estocada (ovación con saludos); y pinchazo, estocada casi entera (ovación con saludos tras aviso).
    JUAN ORTEGA (ciruela y azabache)
    Pinchazo y gran estocada (silencio); y pinchazo y gran estocada (silencio)
    o.

La corrida con la que Domingo Hernández debutó en solitario en Pamplona fue muy desigual y de justa presencia para San Fermín. Tuvo más nobleza que fortaleza, como demostraron por ejemplo el segundo, el cuarto y el sexto. Y eso hizo que la tarde naufragara desde muy pronto para no llegar a levantar cabeza nunca.

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El primero manseó de salida buscando la puerta y también en el caballo. Su nobleza dentro de su apagado y apático comportamiento se encontró con un Talavante que lo trató siempre al hilo del pitón y sin decir nada. El cuarto tuvo una excelente nobleza y exquisito son, pero el extremeño no lo supo sostener ni administrar, como hizo Daniel Luque con el segundo, en un ejercicio de confianza plena, de capacidad, temple y recursos, para afianzarlo primero, sostenerlo después y para meterse en su terreno en un final de faena que, por su cercanía y ajuste en las bernadinas, llegó mucho a los tendidos. La espada entró atravesada, hizo guardia y eso difuminó la posibilidad del trofeo. Ni se aburrió Luque con éste ni tampoco lo hizo con el serio y cuajado quinto, que fue el más ofensivo del sexteto y también el de más arduo comportamiento. Parado y a la defensiva, resultó un toro ingrato; pero Luque le buscó siempre las vueltas por todos los lados haciendo un gran esfuerzo que tampoco encontró premio.

No terminó de soltarse ni el tercero ni Juan Ortega con él. Escarbador y a la defensiva, de mitad de faena en adelante, embistió a regañadientes y sin repetición en faena tesonera del torero sevillano que además de su tesón lo que mejor hizo fue recetar una soberbia estocada, aunque fuera al segundo intento. Lo mismo que ocurrió en el sexto, al que firmó un brillante inicio de faena dentro de una obra con el tesón también como principal seña de identidad, trasteo largo de más entrega de la que mereció el toro.

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