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Roca Rey, ídolo de la juventud

El peruano cautivó en su retorno a Salamanca en la llamada de la Juventud Taurina en una entrevista cercana e íntima: “Me motiva ver las plazas llenas de jóvenes. Eso hace que cada vez nos respeten más”

Javier Lorenzo

Salamanca

Jueves, 21 de marzo 2024, 23:00

Transmite la imagen de un joven de su tiempo. Moderno. Distinto. Alejado de un cliché caduco. Genera y desprende el poder de admiración que tuvieron los toreros de antes. Su estela desprende un halo de distinción. No responde a los tópicos, ni viste ... como un torero. Jean negro, prieto y pitillo, que estiliza su ya esbelta y enjuta figura que aprieta una correa de igual color ajustado a su cintura de avispa. Americana de vestir en ese mismo tono elegante e impoluta, y reluciente camiseta blanca debajo, sin necesidad de corbata, que le aporta ese toque de frescura, distinción y juventud. No lleva calcetines y calza mocasines clásicos y relucientes, sin cordones y abrochados con dos hebillas.

Podría ser cualquier otra cosa y, sin embargo, es torero, el más taquillero del momento. Sobre el que orbitan las grandes ferias: en torno a él se hacen los carteles estelares y a él es al que todos quieren ver, más allá de los aficionados. Este jueves congregó en el teatro Liceo a unas cuatrocientas personas en un acto organizado por Juventud Taurina de Salamanca. Una juventud a la que confiere el futuro de la tauromaquia, a la que le regaló una entrevista cercana, íntima y personal dirigida por Karina Sainz. Una venezolana y un peruano unidos por la cultura del toreo en su versión más internacional con el respaldo de la juventud. Un buen cóctel: “Que haya jóvenes en las plazas me motiva más que nada. Es importante para ustedes, para mí, para la tauromaquia y para que este mundo vaya a más. Cada vez está presente con más fuerza, tiene más espacio y hace que cada día se respete aún más este espectáculo”, apuntó el ídolo peruano.

Roca Rey apareció en medio del escenario con siete pasos. Al octavo levantó la mano para recoger una ovación que no acabó de ser atronadora. Con una sonrisa transmitió la complicidad a todos, algo así como “¡Aquí me tenéis!”, “¡Vamos a caminar juntos y luchar por el futuro de la tauromaquia!”. Las nuevas generaciones han reaccionado a las leyes prohibicionistas que cargan contra un espectáculo inigualable, y están llenando los cosos taurinos, rejuveneciendo la imagen de un espectáculo arraigado en el pasado y cada vez con más fuerza en el presente. Roca Rey desveló el poder de la tauromaquia y la verdad que la hace única: “Cuando uno está dispuesto a todo, incluso a dejarte tu vida delante de un toro ya no te da miedo nada más… Eso lo he sentido dos veces en mi vida. Lo hablé con personas enfermas terminales y también con una que estuvo en una guerra. Esa sensación de no importarte nada más la he llegado a sentir delante de un toro... Es lo más increíble que viví como torero y como persona. Ahí lo ves todo de otra manera, te olvidas de lo material, de lo más absurdo de la vida. Me gustaría lograrlo todos los días porque nunca fui tan feliz”.

A sus 27 años (Lima, Perú; 21 de octubre de 1996) desnudó su verdad más íntima, sus sueños, sus miedos, la pesadilla que siempre se repite (“llegar tarde a una plaza de toros...”) que justificó por el “terrible miedo” que pasa vistiéndose de luces; las fórmulas para vencer las tinieblas del fracaso que invaden a los artistas. Y habló de la soledad como su mejor compañera: “Pasé momentos en los que no quería estar solo, tanto miedo me daba que hasta hice amigos que no tenían porque serlo. Empecé a ser más feliz cuando descubrí que la soledad es una oportunidad que te da la vida para hacer lo que tú quieras, para conocerte. Cuando sabes que tu soledad es tu mejor compañera, descubres que estás preparado para cualquier guerra y para sacar lo que llevas dentro”.

En 90 minutos apenas se habló de toros, aunque todo tuvo ese fondo, tanto que el propio Andrés reconoció no hubo un segundo en su vida en el que pensara en otra cosa que no fuera ser torero: “Desde chiquitito lo único que me hizo sentir cosas especiales era torear y hacerlo delante de mucha gente”. Ya de mayor, en plena madurez de su insultante juventud, y tras conquistar el toreo, es además ídolo de masas.

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