El recuerdo inmortal de Julio Robles reúne a la afición charra en La Glorieta

Julio Robles ha vuelto a ser el primer gran protagonista del año taurino en Salamanca. 23 años después de su fallecimiento concitó una vez más a la afición en torno al monumento que le recuerda en los aledaños de La Glorieta para rendirle tributo. Para recordar su figura, su paso por los ruedos, sus lances, sus naturales y sus estocadas, su prodigioso capote y su excelsa muleta, el arte que le hizo grande y el orgullo de ser uno de los nuestros. Robles, un año más, en boca de todos en el sábado más cercano al 14 de enero, la fecha en la que viajó a la eternidad un soleado domingo de 2001.

Varios centenares de aficionados desafiaron al frío en una entoldada mediodía en la que sonaron los primeros pasodobles del año en el coso charro, esta vez para homenajear y distinguir a uno de sus toreros más queridos. Dirigida por Mario Vercher, la banda municipal de música interpretó Puerta Grande, Ragón Falez, Amparito Roca, Aquí está El Viti, España cañí, Nerva, Tercio de quites, Gallito, La Giralda y S.M. El Viti, mientras los aficionados se iban acercando a la escultura de Salvador Amaya con la inmortal figura del maestro enarbolando el doble trofeo. Un responso de Constantino Cascón Bueno, el capellán de La Glorieta abrió un acto al que siguieron las palabras del escritor Domingo Delgado de la Cámara recordando al maestro. El alcalde, Carlos García Carbayo, familiares de Julio Robles y Luciano Sánchez, como presidente de la Federación de la Federación de Peñas de Salamanca, depositaron un centro de flores ante su escultura. En ese momento, El arte en el cielo, una balada para trompeta dedicada a Julio Robles y compuesta por Manuel Rico Gómez, rompió el silencio para hacer un guiño a la andanada del cielo en busca de la mirada cómplice de uno de los toreros predilectos de Salamanca.

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