«Me llevo el recuerdo y el cariño de un pueblo fantástico», confesaba Miguel Ángel Perera en el propio ruedo de Valero de la Sierra al acabar su actuación y antes de coger el trofeo de su segundo oponente. Le quitaba importancia así a la tremenda voltereta que se llevó de ese cinqueño que se llamaba Derribado: «Me cogió con mucho celo en el suelo, con saña. Pude seguir sin problema (aunque luego tuvo que ser intervenido en el hotel) y, por encima de todo, me llevo la experiencia y el cariño de la gente». Además, el extremeño incidía en este festejo que suponía el arranque de una año redondo para él: «He tenido la suerte de debutar en Valero tras 20 años de alternativa. Aquí he arrancado un año que será especial para mí». Sobre su actuación afirmaba: «Estoy con las pilas puestas ante lo que se viene. Con el primero estuve a gusto, pese a que fue dificultoso. Con ambos traté de medirme y arriesgar para ver como estaba», confesó. Tras su paso por Valero puso el valor el festival: «Hay que valorar el esfuerzo del pueblo por mantener su festival, sus tradiciones. Los toreros tenemos que poner nuestro granito de arena para devolverle el cariño y el esmero que ponen para mantenerlo. Al final es donde hay que agarrarse, a las fiestas populares, al pueblo, que estén contentos y felices».
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