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La imagen de María en la cabecera la cama del box del hospital con Gonzalo Caballero tumbado y roto de dolor estremece a cualquiera. Igual que estremecía el corazón el abrazo del propio Gonzalo a la pequeña en el patio de cuadrillas de la plaza de toros de Alba de Tormes, minutos antes de hacer el paseíllo. La acurrucaba en sus brazos en una imagen enternecedora en la que la pequeña que sufre sarcoma de Ewing se abrazaba al traje de luces rosa y oro del torero que estaba a punto de jugarse la vida delante de dos toros para recaudar fondos y darle una vida mejor a su fiel amiga y a tantos otros niños que luchan cada día, en silencio y en el anonimato contra ese terrible cáncer que parte el corazón de cualquiera. Horas después de aquella imagen de su héroe roto, pero no vencido, la propia María, de solo once años, era la que empujaba la silla de ruedas por los pasillos del hospital de madrugada cuando Gonzalo pidió el alta voluntaria tras saber que no había sufrido lesiones medulares y vertebrales después de la terrible paliza que le propinó un toro de Montalvo. «Siempre dices que nosotros somos pequeños superhéroes, pero tú eres mi gran superhéroe @gonzalocaballeroo», escribía la princesa guerrera en su cuenta de Instagram: «Ayer tuvimos un gran susto, pero Dios nos cuida y nos protege porque lo que estamos haciendo con la Sonrisa de María es algo que pasará a la historia. Ahora hay que recuperarse del hombro y de las costillas, yo siempre estaré a tu lado porque, ya lo sabes, juntos somos invencibles». Con su gran lema cerraba su mensaje.
Gonzalo Caballero protagonizó la triste y dolorosa noticia de la corrida de toros solidaria que se celebró el sábado en Alba de Tormes a beneficio de la Fundación La Sonrisa de María, donde fue cogido de manera violenta y dramática por un bravo toro de la ganadería de Montalvo en las postrimerías de la faena. De aquel trance, Gonzalo Caballero salió con una triple fractura del húmero y dos costillas rotas, según informaron fuentes cercanas al torero madrileño que pasó la noche en el Hospital Universitario de Salamanca. Hasta que de madrugada el propio diestro, una vez que repitieron las pruebas médicas y se descartaron lesiones medulares y cervicales graves, pidió el alta voluntaria del centro médico de la capital salmantina para ser trasladado a Madrid, donde reside, y continuar allí su recuperación.
Contra los consejos y las recomendaciones médicos que le atendieron, que le aconsejaban un reposo absoluto y permanecer un par de días en el hospital ante lo doloroso que iba a ser el traslado a Madrid durante esas dos horas que se tarda, el propio torero decidió por petición expresa volver a casa donde ya se encuentra. El propio Gonzalo Caballero ya ha hablado con el doctor Máximo García Padrós, cirujano de la plaza de toros de Las Ventas para ponerse en sus manos. Ahora mismo además de la fractura de las dos costillas, lo que más le duele es el hombro que además lo tiene muy inflamado: «Tiene unos dolores inhumanos. Está en un grito constante. Entiendo que los médicos ahora tendrán que esperar a que remita un poco la inflamación para tomar las decisiones oportunas. Mientras, está a base de una medicación muy fuerte y de calmantes; aunque el propio Gonzalo también es de tomar muy pocos medicamentos, pero ahora no tiene más remedio», confesó Chiqui del Hoyo, la madre del torero.
Desde que terminó la corrida de toros, en la que salió a hombros junto a El Fandi y Manuel Diosleguarde, hasta que pasadas las cinco de la mañana Gonzalo Caballero abandonó el Hospital Clínico Universitario de Salamanca, quien no se separó ni un solo segundo del torero fue la pequeña María, la Princesa guerrera, que lleva cuatro años luchando contra el sarcoma de Ewing y a cuya Fundación iban destinados los beneficios de este festejo, así como los de la cena solidaria que se celebró el pasado martes en Salamanca.
Gonzalo Caballero es su gran amigo y el principal impulsor de esta y otras iniciativas solidarias que se han realizado en los últimos meses a favor de la pequeña y de la Fundación La Sonrisa de María, que nace, por voluntad y expreso deseo de la pequeña, para apostar por la investigación y ayudar a todas las familias de niños como María que sufren la adversidad de este terrible cáncer. María quería que Gonzalo se quedara en su casa de Salamanca, cuenta la madre del torero: «Le decía que ella lo iba a cuidar muy bien, que sabe mucho de estas cosas. No se separó ni un solo segundo y pese a que era muy tarde. No hubo manera de que se separara ni un segundo de Gonzalo», confiesa Chiqui del Hoyo: «Es tremenda, se quedó al lado de Gonzalo hasta el último momento. Quien la conoce se enamora de ella para siempre. Es ella, fíjate, quien nos enseña a todos que la vida hay que vivirla y disfrutarla en cada segundo».
El hecho de que Gonzalo haya pedido el alta voluntaria no quiere decir que haya terminado el calvario que no ha hecho nada más que comenzar. Casi con total seguridad, Gonzalo Caballero tendrá que pasar por el quirófano en los próximos días. Y, de momento, aguantar unos dolores que le tienen roto en estos momentos. Eso sí, fue el mal menor de un terrible pasaje que pudo tener dramáticas consecuencias: «Si me duele, hay que aguantar y hacer un esfuerzo por estar bien por la gente que me quiere», le dijo Gonzalo a su madre.
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