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El 24 de septiembre, en la primera de las dos corridas de toros de Juan Pedro Domecq que estoqueó en La Maestranza, Montante cumplió la corrida de toros número mil de su carrera. Siete días y dos festejos después firmó su inconmensurable faena a Jarcio, al que desorejó en una de las obras clave del curso. Las 51 actuaciones con las que cerró esa campaña el de La Puebla le sirvieron para acabar el curso por primera vez al frente del escalafón en una carrera que el 29 de junio cumplirá 25 años y en la que suma 1.129 corridas de toros (1.007 en ruedos de España, Francia y Portugal) y 122 en América, las tres últimas hace apenas semana y media en territorio azteca.
En las últimas 25 temporadas en todas toreó Morante, aunque tres de ellas no las culminó: en septiembre de 1999 un toro de Millares le propinó una brutal voltereta en San Martín de Valdeiglesias que le fracturó una vértebra lumbar que le tuvo varios meses inmovilizado en la cama; en 2004, tras varios años de desencuentro con la empresa de La Maestranza, le llevó a encerrarse con seis toros en Resurrección en Las Ventas en la que pintaron bastos y el de La Puebla decidió cortar la temporada aquejado de problemas psicológicos (era el mes de abril y llevaba ocho corridas de toros); y tres años después, en junio y tras triunfar en Sevilla y Madrid, se siente desamparado e incomprendido por las empresas y corta su temporada de forma inesperada.
Con la afición de Sevilla mantuvo un idilio de amor y desamor pese a que rápido triunfó con autoridad: cortó dos orejas en su primera Feria de Abril (1998) y abrió la Puerta del Príncipe en 1999; Las Ventas le dio categoría y fue siempre uno de los más esperados, en 2001 le cortó una oreja a uno de Javier Pérez Tabernero en una tarde en la que si no falla con la espada hubiera paseado tres trofeos, en 2009 firmó una antológica actuación capotera, dos años después de que en 2007, en la Beneficencia en la que mató seis toros, firmó una faena de las que no se olvidan a un Cuvillo, mientras que el último 12 de octubre estuvo pletórico con un Alcurrucén en el que hizo una de las faenas inmensa. De Cuvillo fue Cacareo, al que Morante inmortalizó en 2009 en Bilbao, otras de las plazas de primera que se rindió a su toreo. Esas tres plazas forman parte de la estructura en la que asienta su carrera una figura que ya ha entrado en la historia.
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