Marco Pérez, a hombros en Olivenza. J.L.

Marco Pérez, mucho más que una puerta grande

Certificó una meritoria salida a hombros tras cortar una oreja a cada uno de los novillos de Talavante

Javier Lorenzo

Olivenza

Domingo, 3 de marzo 2024, 12:44

La Ficha

  • OLIVENZA Tercer festejo de la feria. Casi lleno.

  • GANADERÍA 8 novillos de Talavante, áspero el 1º, mansito el 2º, nobles y buenos 3º y 7º; se rajó con descaro el 4º que se echó en plena faena; el 5º, sin clase ni entrega; encastado y rajado el 6º; bravo el 8º.

  • DIESTROS

  • Manuel Román ROSA Y ORO. Pinchazo, estocada y descabello (ovación tras aviso); y casi entera y tres descabellos (silencio tras aviso).

  • Marco Pérez CELESTE Y ORO. Estocada defectuosa (oreja); y estocada (oreja con petición de otra).

  • Javier Zulueta CELESTE Y ORO. Pinchazo y estocada (oreja tras aviso); y dos pinchazos y estocada (oreja).

  • Tomás Bastos GRIS PERLA Y ORO

    Pinchazo y estocada (ovación); y dos pinchazos y estocada (oreja).

Fue más el fondo que el resultado tangible. Fue más el valor de lo que hizo ante los novillos de Talavante que la propia puerta grande, que tuvo el mérito de la autoridad, el dominio, el control de la situación y la responsabilidad ... de la que era su primera aparición en un coso de relevancia y un escenario repleto de público y profesionales. Marco Pérez lo solventó con dominio y resolución, navegando sin que le llegara el agua al cuello ante dos astados que no le regalaron nada. Sin embargo, se inventó el triunfo sin contemplaciones, habilidoso unas veces, como en el primero, con mando autenticidad en segundo. Con inteligencia en los dos.

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Todo ello en una mañana de grades argumentos, casi tres horas de función que no se hicieron largas ni densas. A las virtudes del salmantino se unió el excelente concepto de Zulueta, que cautivó con un lote para soñar el toreo;la ambición y la actitud de Bastos, como el sevillano también debutante con picadores. Y junto a ellos, un Manuel Román que pechó con el peor lote.

Marco Pérez fue todo entrega y actitud. Se fue a la puerta de chiqueros a recibir con un farol del rodillas al novillo de Talavante. Una declaración de intenciones que mantendría ya toda la mañana. Un astado colorado de preciosas hechuras, que terminó sacando carácter y cierta aspereza. La abanta condición de salida abortó esa disposición en el saludo capotero con las dos rodillas en tierra. Erguido después trató de meterlo y fijarlo en el capote, donde sufrió la colada del astado por el pitón derecho. Fue precisamente por ese lado por donde basó Marco Pérez la faena (brindada a Daniel Luque), con autoridad, entrega y mando. Le protestó mucho y no se entregó nunca por el pitón izquierdo. Los pases de pecho habían caldeado ya antes el ambiente de una faena que rápido captó la atención, que tuvo ese parón al natural, pero que recuperó después a derechas y luego explotó -tras sufrir una voltereta cuando el espada ya había invadido los terrenos de su oponente, cuando, ya en el tercio, buscó el pitón derecho de nuevo para engarzarle tres circulares por la espalda, inmensos, largos, ligados y rematados con inteligencia y desparpajo con un arrebatado pase de pecho que tuvo la continuidad de otro cambiándose la pañosa de mano. La plaza, en efervescencia, tenía el doble trofeo en la mano, pero una estocada defectuosa mermó el premio que quedó en un solo apéndice.

Al quinto volvió a recibirlo a porta gayola, en arrebatado saludo al astado de más cuajo y seriedad del envío. Quitó de manera airosa, después de tropezarle las chicuelinas, por sabrosos delantales de puntillas, con inspiraciones belmontistas. Tremendo el inicio de faena ante un novillo codicioso y encastado, con un cambiado por la espalda en el platillo. Tres tandas le duró antes de amagar con rajarse sin que le dejara, pero rápido la faena terminó en tablas. Lo sacó de allí para quitarle querencias y manías y de vuelta a los medios ya comenzó a defenderse más el de Talavante. Dos desarmes rompieron la continuidad de una faena que tuvo que volver a empezar. No importó. Ahí brotó lo más meritorio del torero. No darse por vencido y buscarle las vueltas para volver a armarla. El novillo, ya a la defensiva, a puro huevo Marco, en esa segunda parte del trasteo en el que se lanzó con autoridad para imponerse con arrogancia. Inteligente y resolutivo en terrenos de fuego, cruzó la línea y se terminó montando encima en un arrimón sin cuentos. La estocada certera terminó lanzándolo todo. Tuvo el sello de lo auténtico. Todo. De principio a fin. El mérito y el sabor sobrepasó a los trofeos.

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