Marco Pérez, a hombros en el anfiteatro de Arles (Francia). J. LORENZO

Marco Pérez, dos orejas en Arles: inmenso debut de primera

El joven torero salmantino cuaja una mañana de gran autoridad, capacidad y solvencia imponiéndose a un novillo muy complicado de Cuvillo y a otro bueno de Gallón con un viento huracanado a la contra. Puerta grande en su primer escenario mayor

Domingo, 31 de marzo 2024, 15:29

La Ficha

  • ARENAS DE ARLES Domingo, 31 de marzo de 2024. Por la mañana.

  • GANADERÍA 2 NOVILLOS DE CUVILLO, noble y de excelente calidad y duración el 1º; incómodo y sin entrega el basto y alto 2º; 2 DE GALLÓN, nobilísimo pero inválido el 3º, rabo el noble 4º, que fue premiado con la vuelta al ruedo; y 2 DE SANTIAGO DOMECQ, de excelente condición el 5º; y bondadoso y sin fuerza el 6º.

  • DIESTROS

  • Manuel Román - ROSA Y ORO Estocada delantera y contraria (oreja); dos pinchazos, casi entera atravesada y cuatro descabellos (silencio tras aviso); y pinchazo, estocada contraria y un descabello (vuelta al ruedo tras tímida petición de oreja tras dos avisos)

  • Marco Pérez - CELESTE Y ORO Media estocada y cuatro descabellos (ovación con saludos tras dos avisos); estocada (dos orejas); y pinchazo y estocada (ovación de despedida).

  • CUADRILLAS Dos buenos pares de Tomás Úbeda al segundo al que picó bien Alberto Sandoval; un quite fantástico a Marco en el aprieto de la puerta de chiqueros al 4º al que además bregó bien. Con el capote espléndido Antonio Chacón en el quinto.

Fue mucho más que las dos orejas que paseó del bravo cuarto de Gallón. Fue la autoridad, la entrega, el valor y la solvencia no solo para imponerse a sus oponentes sino para darle forma a una mañana con todo a la contra, donde mostró no solo su capacidad sino también el fondo para salir triunfador de una cita clave como era esta de su debut en una plaza de primera: Arles. Ahí se encontró con un tiempo desapacible, un viento infernal y un gélido ambiente. Nada la importó. Se impuso a todo. Y a todo le dio forma dentro de una mañana reveladora. Conquistó un nuevo feudo, encandiló al académico público galo al que hizo vibrar con una entrega sin límites.

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En el primer envite, Marco Pérez tuvo un enemigo más que el primer novillo de Cuvillo, su incómodo cabeceó, sus embestidas reponedoras y sus viajes sin entrega: un molesto vendaval que condicionó la mañana entera. Apenas le dejó hacer para tratar de dominar y corregir ese defecto de su oponente, sin entrega ni condición. Nunca humilló, por lo que no enganchara los engaños en cada envite era todo un milagro. Incómodo y sin entrega, en cuanto le quiso someter y obligarle para imponerse se puso más violento aún. Ardua papeleta. Examen muy exigente. Marco Pérez se inventó una faena en las postrimerías a base de cambiados por la espalda, valor y una entrega sin límites. Se atascó con el descabello y el esfuerzo cayó en saco roto, aunque cobraría aún más valor después.

Después de valorar la faena al cuarto que mañana, por edad, hubiera podido lidiarse en corrida de toros. Esta obra resultó tremenda. Enrabietado aún por el triunfo que tuvo y se le escapó por el verduguillo antes, se fue a recibirlo de rodillas a la puerta de chiqueros. Detalle mayor de sus intenciones. No pasó el novillo, en el embroque de ese delicado trance, se le quedó en la misma hombre, ahí apareció el capote milagroso de Tomas Úbeda, que firmó una mañana brillante, más allá de ese quite milagroso. Toda la lidia, desde ese comprometido trance hasta la estocada final, fue de una exposición total, para imponerse al terrible viento que no le dejó hacer nada, ni protegerse, ni dominar las embestidas, ni tenerlas en la mano. Nada. Vendido siempre, estuvo a merced en todo momento y sin embargo no le importó jamás, atalonado, metido, hundido, con una entrega bárbara y un valor de verdad, sin límites, para torear casi sin engaño a un astado bravo y con un fondo que no pudo disfrutar ni tratar como merecía. Sin embargo, con todos los elementos posibles en contra, se inventó una faena a base de recursos, de entrega, de valor y de autoridad, que encendió al anfiteatro en una nueva conquista, esta de categoría mayor. Lo mató con autoridad. Y autoridad tuvo un triunfo legítimo, de valor, de indudable proyección, y de ratificar una vez más que Marco Pérez va muy en serio. Con el sexto, el más bonito y mejor hecho de sus tres astados, resultó imposible. Fue todo bondad, pero no se tenía en pie. El público le pidió brevedad, después del derroche de entrega que había demostrado en alas dos apariciones anteriores. Valor sin cuentos, sincero, arrogante y poderoso. Valor para torear de verdad, valor para superar un comprometido examen, valor para volar a lo grande.

Tardó en conectar y acoplarse Manuel Román con el novillo excelso de Cuvillo, en una faena que tuvo su mayor expresión en el final. Se derretía el tercero Gallón en cada embestida, exigía temple y mimo para sostenerlo y disfrutarlo. Ni aceptaba ni un solo tirón. Estuvo frío, más valiente que templado, también con el viento azotando. Con el extraordinario quinto de Santiago Domecq firmó una faena con altibajos en la que pese a su entrega pecó de frío, aún así firmó los mejores pasajes de toda su actuación y se comprometió más que en ninguna. Aunque para compromiso el de Marco Pérez, aplastante, se lo llevaron en hombros por la puerta grande, con Francia rendida a sus pies tras un nuevo paso adelante. Un paso de gigante.

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