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Domingo López Chaves, el pasado jueves en el patio de cuadrillas de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. J.LORENZO
López Chaves: “Ser padre me está haciendo echar el pasito más adelante frente a los toros”

López Chaves: “Ser padre me está haciendo echar el pasito más adelante frente a los toros”

Pleno de confianza y tras su éxito en Las Ventas, el torero salmantino asegura que “quiere torear despacio los toros más difíciles”

Miércoles, 19 de junio 2019, 21:09

Sin cortar trofeos se ha puesto de nuevo en circulación. Ahora tiene también el sello de Madrid, que no es cualquier sello. El tiempo ha madurado una versión renovada, igual de valiente que siempre pero con el poso que da la experiencia que le ha añadido una seguridad bárbara para subirse de nuevo al tren. Del olvido a estar en boca de todos. Nunca hay que dar por perdido a un torero que sea capaz de seguir enfundándose el traje de luces. López Chaves ve la vida de otra manera y ha sido capaz de volver a cambiar la moneda. En Madrid encandiló más que por esa decena de naturales firmados en el final de la faena al segundo toro de Cuadri, por cómo llegó hasta ellos. Por la trama que hilvanó y tejió para llegar a esa recompensa. La suavidad y el trato para dominar a la bestia. Dice que su impecable paso por Madrid (cuatro años después de su última actuación en Las Ventas y siete de su última participación en San Isidro) lo celebró tomando un whisky. No le hizo falta más. Salió de Las Ventas pasadas las 21:15 horas y no terminó de quitarse la taleguilla hasta después de las once. Llegaron a la habitación del hotel los amigos más íntimos y con ellos compartió su tarde más feliz en Las Ventas. Luego salió a cenar con su cuadrilla. Acarició el trofeo de Contratista, se le atravesó la espada pero nadie le quita el gusto de haber saboreado una tarde espléndida en la primera plaza del mundo. Dice que le sorprendió la cantidad de llamadas y mensajes de figuras del toreo, entre ellas la del maestro Joselito, su padrino de alternativa. A las siete de la mañana del viernes ya estaba en marcha. Reconoce que el día antes a hacer el paseíllo duerme como un lirón, pero la noche después de torear le cuesta un mundo: “Me brotan todas las emociones, me van y me vienen imágenes, no soy capaz”.

¿Cómo llega un torero a lograr ponerse en ese sitio y verle solo virtudes a los dos ‘cuadris’?

Igual que llega un toro y te trastorna la cabeza ahora hay un momento que me hace verlo muy claro. No sé si es porque estoy feliz, porque no hay presión de cortar orejas. Es un regalo de Dios poder torear estas ferias otra vez y salgo a disfrutar, con la presión lógica por dentro, pero nada forzado, tranquilo. Los años te dan experiencia y lo ves de otra manera. Ahora tengo una gran seguridad en mí mismo; ojalá que dure.

¿Se ve compitiendo de nuevo en las grandes ferias?

Por supuesto. Si no me viese no estaría haciendo el esfuerzo. Me veo para competir con estos toreros del circuito de las corridas duras, metido y luchar.

Y ahí, con veinte años de alternativa, ¿con qué puede sorprender López Chaves?

Mi objetivo y casi mi obsesión es poder torear despacio a esas corridas de toros. Esa es mi arma, con la que pude convencer también en Madrid. Torear despacio a estas corridas de toros no es nada fácil; pero es lo que busco. Evitar los toques y los desplazamientos bruscos, y darles confianza, seguridad, armonía, templanza... Y a partir de ahí dominarlos e intentar torear lo mejor posible.

El reto es sorprender con mi toreo eliminando toques y desplazamientos bruscos

¿Qué le quedó pendiente de hacer en aquellos años en los que estuvo en las ferias?

Me gustaría sacarme la espina de las tardes en las que no di la cara cuando tuve la opción de estar en las ferias. Le debo al toreo todo el recorrido que me pegué en las ferias en ese momento malo y cambiar esa imagen que pudo quedar entonces de López Chaves. Yo siento que fue mala, hubo tardes buenas, bonitas, pero ya en los últimos años vinieron cornadas a destiempo, la cabeza no funcionaba, era cuando más me costaba... Vine a San Isidro y salió mal, y lo pagué. Para mí cambiar esa imagen es un reto.

¿Nota ese cambio que ahora le canta todo el mundo?

No lo noto en el ambiente. Eso también muchas veces no hay que pensarlo porque te crea presiones, y esas cosas las quito. No me quiero atacar. El otro día en Madrid me estaba vistiendo con el mozo de espadas, y en la habitación estaba mi mujer, mi compadre que es mexicano, sabía que en el hotel había unos amigos de Ledesma y les dije que subieran... y allí estaban todos mientras me vestía. Antes, todo ese ambiente era de soledad, y eso me creaba muchos miedos, mucha presión. Con el tiempo me he dado cuenta de que aquello no me funcionaba, estaba solo en la habitación, me machacaba mentalmente y llegaba al patio de cuadrillas ya destrozado sin haber salido al ruedo aún. Ahora esas fuerzas que perdía por el camino las guardo para el final y las uso a partir del patio de cuadrillas.

¿Dónde radica el cambio de esta nueva versión que a muchos ha sorprendido?

Andrés Sánchez (su nuevo apoderado) este invierno me ha machacado mucho en lo estético, me gusta aprender, que me digan, y yo hacerle esas cosas a los animales. Torear más derecho. Mi virtud ahora son los años. En este tiempo siempre he dicho que he sido un torero muy bruto, pero la constancia me ha hecho aprobar. Durante tanto tiempo, ver muchas corridas, hablar de toros, examinar las vacas, los toros, los míos y de los compañeros. Muchas cosas me han hecho ir creciendo.

¿Y a uno no le pesan los años y le cuesta ponerse el traje de luces cuando es padre?

Fíjate si puede llegar a ser contradictorio que, en mi caso, mis hijos me han hecho echar el pasito más adelante. Por el sentido de verlos, el acto reflejo puede ser el de conservar tu cuerpo, pero fíjate que es todo lo contrario. Cuando cojo la espada, tengo en mente que lo que ellos me dicen: “No lo pinches papi...”. Y allá que voy.

Me gustaría sacarme la espina de las plazas en las que no di la cara

¿Y, ahora, hasta dónde quiere llegar en el toreo?

No me veo mucho tiempo. Esa es la verdad. Pero también es cierto que hablar de eso no se me pasa ni por la cabeza. Me lo dirá el toro. El toro me ha marcado estar o no estar. Sabía que si mi corazón aguantaba podía llegar esto y estar aquí. Si el toro me dice “para casa”. A casa me iré.

Sin embargo, usted me ha reconocido que en su día no lo llegó a ver claro en las ferias y que el toro le invitó a marcharse. Y no se fue...

En aquel momento no era el toro. Era yo. Era cosa mía, el momento malo era el mío, no era el toro. El toro salía y a mi lo que me podía era la presión, el corazón siempre aguantó al toro. Hay veces que el corazón va por un lado y la mente va por otra. Con corazón sin mente vas para adelante y arrollas, esa raza torero sale y cuando se junta la mente y el corazón avanzas más rápido. Lo he vivido en mis carnes.

Tengo la sensación de que un torero está insatisfecho siempre...

El día que uno esté satisfecho es que uno ha cumplido mucho de lo que se ha propuesto y eso es malo. Siempre hay algo dentro de que podías haber hecho y no haces; porque no sale o porque por el momento no ha sido capaz.

¿Ha sido la del pasado jueves la actuación más importante de su carrera en Las Ventas?

Para mi sí, la más importante en Madrid. De hacer, de hacerlo todo, la armonía mía, de pensarlo, de sentirme a gusto en la plaza... ha sido la mejor con diferencia. En Madrid he tenido muchas tardes de pasarlo muy mal. Las de San Isidro de los últimos años me pillaron en un momento malo de no verlo claro, se pasa muy mal. Ponerse delante de un toro cuando uno está mal es muy complicado. Te puede la presión, el toro es un animal que te siente y sabe cómo estás. Te respeta más o menos en función de cómo estás... Yo he visto momentos míos de no verlo claro, ahora los toros, por mi confianza y por lo que pueda ponerle, los veo más fáciles e incluso más chicos. A los toros muchas veces se les puede con el cuerpo y con el alma más que con la muleta.

Ahora a quien se lo ha puesto difícil y quien tiene que rentabilizar es a su apoderado...

Al principio de temporada me dijo: Ahí tienes Madrid, Vic y Zaragoza ¡Arréglalo! Pues hala, ya está arreglado. (Hace un largo silencio, para volver a tomar la palabra sin una nueva pregunta) El objetivo ahora es ser fiel a mí mismo. Si puedo torear en más ferias encantado; pero no tengo grandes pretensiones. Que vengan las que tengan que venir, pero siempre por derecho.

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