La petición de Morante para estar en la Glorieta: toros de Galache y Alejandro Marcos

“Estoy aburrido de juanpedros y de garcigrandes. Me cansa el toro bueno, te lo juro”, afirmó Morante a El Mundo mediado el mes de junio. Desde entonces, el torero de La Puebla estoqueó una corrida de toros de Alcurrucén, encaste Núñez en Castellón; otra de Algarra, encaste Domecq, en Alicante; una de procedencia Santa Coloma de La Quinta en Arles (Francia)...

El 3 de octubre está anunciado en La Maestranza con la corrida de toros de Miura que iba a estoquear la pasada primavera antes de que el coronavirus dinamitara la Feria y en breve le espera la encerrona con seis veragüas de Prieto de la Cal en El Puerto de Santa María. Se rumorea que también quiere matar una de Hermanos Quintas, los berrendos aparejados de orígen Martínez. Y ya le ha pedido a la empresa de Salamanca una corrida de toros de Francisco Galache, encaste Urcola y Vega Villar, para lidiarla en La Glorieta el próximo mes de septiembre.

Será uno de los grandes alicientes de la Feria. Por atrevido, por distinto, por inusual. Por diferente. Como el propio Morante, que quiere marcar así las distancias con el resto. Morante quiere romper la monotonía y la previsibilidad en la que han caído todas las figuras del momento, abonadas no solo al encaste Domecq, sino apenas media decena de hierros en todas y cada una de sus comparecencias. El sevillano ha roto la baraja.

Y no lo quiere hacer solo con las ganaderías con las que se ha comenzado a anunciar apostando por la variedad de encastes, sino que también quiere dar variedad a sus carteles, abrir paso y dar opción a los nuevos valores. Y así, entre sus peticiones a la empresa para cerrar la contratación de la próxima Feria de Salamanca, también ha pedido la inclusión de Alejandro Marcos en su cartel, que se rematará con otra figura y se convertirá, sin duda, en uno de los principales alicientes y atractivos del próximo ciclo taurino.

Lo de Morante de la Puebla mal estaría considerarlo un gesto. Que no lo es, aunque se salga de la rutina. Pero ellos mismos, las figuras del momento, lo han convertido en tal, esa baraja actual de la elite del toreo, incluido él hasta ahora mismo, se han encargado de ofrecer todas y cada una de las tardes de las dos últimas décadas del toreo el mismo espectáculo, con los mismos protagonistas y los mismos argumentos. Y el público les ha empezado a dejar de echar cuentas y, poco a poco, ha ido abandonando las plazas. Abrir el abanico de ganaderías y encastes, lo hicieron siempre las grandes figuras del toreo de todos los tiempos. Y más figura era quien era capaz de cuajar mayor número de toros que nadie y de más ganaderías. Así se marcaban las distancias, brotaba y se imponía el orgullo de los toreros para saber quién mandaba.

De las quince tardes que ha toreado Morante de la Puebla en La Glorieta, desde que debutó en 1998, siempre apostó por toros de procedencia Domecq, con reses de seis ganaderías distintas: la predilecta fue El Pilar (cuatro tardes). seguidas de Montalvo, Garcigrande y Vellosino (3), además de Juan Pedro Domecq y García Jiménez, con una cada uno. La excepción fue un encierro de Puerto de San Lorenzo, procedencia Atanasio-Lisardo, en la Feria de 2015.

Para que brote la esencia de su toreo es imprescindible ese toro, el de Juan Pedro Domecq o el de Garcigrande, de los que se confiesa aburrido, le decía en aquella entrevista Zabala de la Serna al torero de La Puebla, que respondía ofreciendo algo más de lo que se ve en los ruedos todos los días: “Bueno, la esencia está en todo. En los detalles, en los gestos, en un desplante ante una hermosa cabeza. En esto y en lo otro”. Dicho queda.

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