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En el remanso de paz que invade los cercados de la finca de Calzadilla de Mendigos, Liricoso disfruta de su gloria bien ganada. A apenas una treintena de kilómetros de la capital, en Membribe de la Sierra, comienza a verdear el tapete sobre el que se fragua la bravura de Montalvo. Las últimas lluvias han sido un alivio para el campo que casi se agostó (no tanto) en un seco invierno que ha retrasado su esplendor. Sin embargo, el toro indultado el pasado 13 de septiembre en La Glorieta ya disfruta su primera gran primavera.
Brota la hierba en Calzadilla, mientras Liricoso deambula con pasos lentos y arrogantes entre su recién estrenado harén formado por casi medio centenar de vacas. Por allí campea entre sus concubinas, negras, castañas y coloradas. Sobre todas destaca la corpulencia del nuevo rey de la casa: Liricoso, uno de los primeros productos que ha lidiado Montalvo como resultado de aquella primera cubrición de Lanero, número 83; el toro de Garcigrande que indultó Javier Conde en Nimes el 30 de mayo de 2009 y con el que se impulsó un nuevo refresco en la vacada del doble círculo concéntrico. Lanero padreó en Calzadilla de Mendigos los seis primeros meses de 2014.
Liricoso se convirtió en el tercer toro indultado en la historia de La Glorieta, tomó el testigo de Higuero, el astado de Domingo Hernández que indultó Juan del Álamo el 14 de septiembre de 2016; y se unió al triplete de honor que abrió Clavelero, de Pilar Fernández Cobaleda, que fue toreado en 1967 por Palomo Linares.
Ahora tiene el reto de perpetuar en el campo su bravura, la misma con la que encandiló a la afición de la pasada Feria.
Lea en toda su amplitud este reportaje en el suplemento Toros de LA GACETA
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