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Fortes mantiene su esencia. La apuesta por el toreo más puro y la distinción. Delante del toro y en la propia conversación. La calma es su aval. Es dueño de su paciencia y la controla como pocos. Torero de mente abierta, que mira y apuesta por el futuro. Su compromiso con la Fiesta es incuestionable. Vive en torero dentro del mundo. Aunque el mundo se haya distanciado del toreo. Tal vez al revés. El encuentro con Fortes fue en El Guijo de Malvarín, muy cerca de un pueblo taurino y torero como Fuenteguinaldo, donde está una de las más puras reservas del encaste Murube en Salamanca, los toros de El Canario. Dos de ellos los lidió a puerta cerrada, con fundas a la portuguesa. Veintidós meses después de aquella tarde en Madrid (27 de septiembre de 2018) en la que Estafador, un sobrero de Mayalde, le pegara una brutal paliza en Las Ventas, de la que salió con el peroné roto y con los ligamentos que unen este y la tibia con el tobillo hechos trizas. Le trajo por la calle de la amargura de ahí en adelante. Hasta llegar a hacer el paseíllo al quirófano seis veces. Se anunció su reaparición en febrero de 2019 en Ciudad Rodrigo. Y no llegó. Se hizo lo propio en junio en Algeciras. Y tampoco. Se complicó la recuperación y pasó el curso en blanco. Listo y preparado, estaba previsto que en abril, por San Jorge, reapareciera en Zaragoza. Pero llegó el coronavirus y arrasó con todo. Las ilusiones incluidas de una vuelta esperada y más que merecida. Fortes ha vuelto a vestirse de luces. Está listo para volver.
–¿Qué ha sido lo más duro y largo de todo este tiempo?
–La recuperación. Todo el proceso de normalidad a nivel físico, han sido seis operaciones. Cada una era diferente y los golpes emocionales que conllevan, por la complejidad de la lesión se hizo largo y duro. A favor mantenía la esperanza en que cada una pensaba que era la definitiva. Nunca creí que se fuera a alargar tanto. A veces estaba cerca de solucionarlo pero salía otro problema: infección, ulceración, injerto... Lo conseguí con fe, esperanza e ilusión.
–¿Cuál fue la clave para mantener la moral?
–Tener tu intención clara, saber tu misión. Pienso que si he venido a este mundo para dejar huella y que mi forma de torear quede grabada todo vale la pena. Esa la intención que tenía desde niño, me comprometí así pasara lo que pasara... La ilusión, la fe, la constancia no es algo que en mi vida sea negociable. La clave tiene una explicación sencilla, vivir al día pensando en lo que quieres lograr, manteniendo el compromiso con tu intención.
–¿Pensó que iba a ser tan duro?
–No pensaba que iba a ser fácil, pero tampoco que llevaría tanto sufrimiento. Había visto muchas carreras que apuntaban y luego... La sangre forma parte del toreo. No sabía que iba a ser tan duro, pero es cierto que lo acepto de manera natural porque lo he elegido yo. No ha sido accidental, ha sido un camino que me he ido forjando y he sido responsable de todos los percances, unos por compromiso elevado, por errores o porque los toros cogen. Mi tauromaquia está muy ligada a esa dificultad, es la forma de torear con la que me identifico y lo acepto. Desde mi primer año de becerrista, todos, he tenido al menos un percance.
–¿Y jamás se le pasó por la cabeza abandonar?
–Siendo honesto, en algún momento de mi carrera sí, pero plantearlo de una manera seria y para tomar la decisión realmente, no. Algún pensamiento llevado por la desesperación, la frustración, pero siempre mi amor al toreo y la fe que tenía en mí, han sido más altas que cualquier pasaje de dificultad o desesperanza.
–¿En qué ha cambiado y con qué sorprenderá ahora Fortes?
–Mi tauromaquia está definida a base de muchos años. No puede haber un cambio para que sea algo nuevo. Pero sí he ido limando el concepto, toreo con mayor limpieza, con más reunión, manteniendo ese compromiso. Y una búsqueda de la belleza a la que le he dado cada vez más importancia. Y la armonía. Me he ido poco a poco moldeando con las faenas que más me identifico para ser mejor torero cada día, dar la mejor versión y aumentar mi compromiso, en la preparación y entrega con el animal, trato de fundirme con él.
–Apuesta de nuevo por la independencia (Carretero y José Luis de los Reyes) para su gestión en los despachos. Otra vez el único aval de su capote y su muleta, que no es nuevo...
–Al apoderamiento lo define la confianza mutua. Son dos personas que llevan tiempo cerca de mí, antes de ser apoderados son amigos. Con todos los apoderados que he tenido hubo buena relación, pero primero llegó el apoderamiento y luego la amistad. Aquí fue al revés. La prioridad no es la independencia, sino que te acompañen dos personas que sabes que van a luchar. Ambos me conocen y están muy identificados en la forma de ver el toreo.
–En año y medio sin torear, ¿cómo se ve el toreo desde fuera?
–Cuando uno lo vive en tercera persona, hay cosas que te cambian. Cuando lo haces en primera persona lo vives muy intenso. Lo bueno y lo malo, y puedes llegar a tener una visión distorsionada del éxito y el fracaso. Cuando lo ves con perspectiva, es diferente. He aprendido a no hacer juicios de valor drásticos. Aprendes a relativizar, he disfrutado mucho de la temporada pasada, de los compañeros y me he mantenido unido a las ferias, a los callejones. Sentía que era la forma que más cerca podía vivir o cubrir mi necesidad de torear. Toreando a través de los demás.
–Como espectador, ¿cuál es el primer error que detecta?
–Se hace poco por engrandecer el espectáculo. Nos conformamos con que salgan las cuentas y termine una feria y, aunque haya habido poco aforo, no pasa nada si hay beneficio. Debemos apostar por un espectáculo de multitud, por explicarlo fuera del toro, a la sociedad. Pero nos conformamos con mantener nuestros abonos y al aficionado contento. Y a veces ni eso. Deberíamos replantear, todo el sector, una estrategia para engrandecer el espectáculo y llevarlo a todo el mundo. Fuera de España y parte de América, se lo estamos privando a mucha gente. Eso solucionaría esa escasez económica que nos lleva a decisiones erróneas. Vivimos en escasez y nos conformamos con un espectáculo más mediocre. El toreo se ha desvinculado de la sociedad. Es clave que se abra al mundo. Cuando en el mundo se gane el respeto saldrá de cualquier español que no ha ido, ir a una plaza. Que se entienda en Oriente Medio, Asia o EEUU... Puede sonar utópico, también lo era que el fútbol cobrara relevancia en Japón y ahora, gracias a campañas de equipos grandes, se ha convertido en un deporte generalizado. Hay que mirar alrededor y ver cómo funciona el mundo y adaptarnos. Sin cambiar nada, hay que mantener la esencia que es lo difícil de cambiar. Lo fácil es lo otro y está en nuestra mano.
–¿Qué le han parecido y de qué puede servir que el toreo se haya echado a la calle para protestar ante el ninguneo del gobierno?
–Es grandioso que tantas personas en toda España salgan a la calle a defender la tauromaquia como parte de la cultura de España. Ha sido un movimiento sin precedentes, más allá de las rencillas internas, ha habido unión, sin una significación política. Ha sido una exposición y un manifiesto de lo que significa el toreo y la importancia que tiene.
–¿Qué siente cuando un gobierno le pierde el respeto u oye hablar con desprecio al vicepresidente Pablo Iglesias?
–Que hablan con ignorancia. El gran problema es el desconocimiento sobre el toreo, sobre sus valores. Nadie que conociera o sepa lo que representa el toro y nuestra cultura se atrevería a hablar así. Es falta de respeto y tolerancia. Participé en el proyecto en televisión que hizo Frank de la Jungla, que venía como antitaurino, y cuando entró y nos conoció se fue con una imagen diferente. Les pediría que se acerquen y lo descubran y, si quieren, que sigan siendo antitaurinos, pero que lo hagan con conocimiento de causa. Así al menos hablarán con respeto como hacen con otros espectáculos que no le gustan y respetan. Mantengo la esperanza, pero la hipocresía la veo cada vez más grande.
–¿Tiene futuro el toreo?
–Sin duda. Es auténtico y natural, va con la esencia del ser humano. El toreo no es que sea cultura porque haya intelectuales que se hayan acercado, es cultura antes de que el ser humano supiera qué es cultura. Hay pruebas en el arte rupestre, entonces nadie podía clasificar qué era cultura y qué no. Los juegos del ser humano con el toro son tan antiguos como el ser humano, por eso es un arte mayor; y por eso la tauromaquia se expresa a través del arte. Es la Cultura del toro con mayúsculas. La conservamos en España, Francia y América, pero se daba en todo el Mediterráneo, gran parte de África y se podía haber desarrollado en medio mundo.
–¿A qué se debe agarrar para mantener su continuidad?
–Hay que engrandecer el espectáculo, mostrar sus valores. Todo el mundo admira la valentía llevado a cualquier otro aspecto. Todo el mundo admira la honestidad, la integridad, muchos de los valores que avalan a un torero. Y es clave adaptarnos al mundo en el que vivimos, utilizar las nuevas tecnologías. No es posible una cola en ninguna taquilla, cuando uno puede sellar el paro hasta de manera telemática. Ya no se hacen colas ni para el cine. Debemos adaptarnos a las comodidades del espectador, falta empatizar. Y el toreo debe pensar qué es lo que quiere el aficionado, el público en general. Hay que facilitarle la comodidad. Y como sector que sea más sostenible económicamente, sin ningún tipo de ayuda y viable en cualquier municipio de España, en corrida de toros o en un festejo menor. Debe ser rentable por sí solo si quiere permanecer en el tiempo. Todo lo que se mantiene en el tiempo es más por la economía que por la cultura.
–Cumplirá 9 años de alternativa (Bilbao, 24 de agosto de 2011), ¿en qué ha cambiado y qué queda de aquel Fortes?
–Queda la misma ilusión, inocencia y compromiso. Ha cambiado mi forma de torear, de ser. Soy otra persona diferente, y otro torero también, fruto de las circunstancias, de los aciertos, de los errores. Me siento orgulloso de mi carrera. Bajo mi prisma de hoy día me considero una buena versión de lo que era.
–¿Y el toreo, está mejor, igual o peor que en aquel momento cuando arrancaba?
–A veces lo veo peor, la situación de los novilleros es caótica. Veo muy difícil ser torero hoy día, es casi imposible para uno que empieza; aunque es cierto que luego no ha cambiado tanto. Esa dificultad la tenía yo pero puede que no fuera consciente. Eso lo cambiaría. Ahora mismo siendo honesto y sincero, racional, hay muy pocos motivos para que un chico con 14, 15 ó 16 años decida ser torero, siempre ha sido difícil, pero hoy tiene pocos argumentos. Antes podías cambiar tu vida, vivir una vida única, hoy puedes vivir sensaciones, veo que en esta juventud habrá muchos grandes toreros que no lo sepan porque no pueden desarrollarlo. Una de las claves es dar y que sea una salida profesional con fuertes argumentos. Como siempre tuvo.
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