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Imagen de Jesús Cobaleda. OBES
Jesús Cobaleda: «Barcial es un encaste diferente, la emoción es lo que nos distingue»
ENTREVISTA AL GANADERO

Jesús Cobaleda: «Barcial es un encaste diferente, la emoción es lo que nos distingue»

En su centenaria historia, la ganadería pasó por todas las versiones: al lado de las figuras de los 50 y 60, cuando sus toros se distinguían por la dulzura, a los carteles modestos con el sello torista y duro que hoy le define y realza como una de las divisas con más personalidad y distinción

Javier Lorenzo

Salamanca

Miércoles, 3 de julio 2024, 06:45

Es un personaje peculiar y distinto. Polifacético y genuino. Como lo es también como ganadero, al frente de una ganadería que tiene la personalidad y distinción como principal seña de identidad. El hierro de Barcial cumple el sábado un siglo, con sus cien años a cuestas. En la cita en el museo taurino Jesús Cobaleda, cuarta generación de ganaderos en la casa de Barcial, se detiene en el precioso terno verde esperanza y oro de Nicanor Villalta, torero aragonés que estaba en aquel cartel de Madrid del 6 de julio de 1924 en el que tomó antigüedad esa peculiar «efe» redondeada con la que hoy sigue marcando sus reses. La historia de Barcial también es peculiar, como su propia evolución en la historia. Hierro predilecto de las figuras en los años 50 y 60, en los que alcanzó su esplendor al lado de toreros como Pablo Lozano, Luis Miguel y, sobre todo, Chicuelo, Gregorio o El Viti. Durante estos años fueron paradigma de dulzura y suavidad, incluso se tildaban hasta nobles y sosos en exceso. En la década de los 50 no falló en una sola edición en la cartelería de San Isidro. La imposición de la tablilla en los años 70, con la edad y el peso mínimo de los toros, marcó a una ganadería que lo acusó gravemente. Un dato, las corridas de toros de los años 50 en Madrid daban en la báscula un promedio de 480 kilos, en los 80, cuando vuelve tras una ausencia de casi veinte años, sus toros aparecen con cien kilos más y una versión distinta ya del toro, anunciado en carteles modestos y ya con el marcado carácter torista que hoy la identifica. Su presencia derivó en festejos de rejones y novilladas. Hoy es su mercado, en el momento en el que se ha convertido en una de las joyas genéticas del campo bravo. Un animal único, distinto y con una personalidad distinguida.

Le toca vivir el centenario de Barcial en la vertiente más torista de su centenaria historia. ¿Le hubiera gustado estar en aquella de los 50 cuando Barcial aparecía en los carteles de las figuras?

—Sí, aunque indudablemente sería más complicado que ahora, por lo que hablo con los ganaderos que están hoy en primera línea. Es una vida complicada y dura, con muchas exigencias. Entonces seguro que también lo era. Me contaba mi padre que le llamaban a lo mejor a las dos de la mañana para llevar de urgencia una corrida a Madrid porque se había caído una corrida. A ese nivel...

Le llega este momento en el que vemos ese cambio en la versión del toro de Barcial, lejos de la ganadería predilecta por su nobleza en los carteles de las figuras de los años 50, a la versión actual, dura y torista en la que hoy resiste, ¿en algún momento pensó en abandonar?

—No. Es complicado mantener a nivel económico porque es un esfuerzo indudable el que hay que hacer, ir pagando, adelantando dinero en pienso, en cuidados, en gastos, maquinaria, personal... De momento, vendemos todos los toros cada año, pero si algún día lo dejamos será porque no es asumible.

Del romanticismo, de la historia, de la leyenda de Barcial... Eso es la vena sentimental que nos encanta a todos, la dura y real se vive en casa a la hora de hacer los números...

—Claro, esa es la clave de cualquier ganadería y cualquier empresa. Barcial ha tenido baches importantes en su historia; el primero, la imposición de la tablilla, de la edad y del peso de los toros porque antes iban pasados de años.Eran toros bajitos, no tenían el trapío que luego se pedían y eso se acusó para mantenerse a las nuevas exigencias que imponían sacar el toro de tipo.

La época de esplendor fue en los años 50, la década entera lidiando en San Isidro. Vuelve en 1963 y luego pasa una travesía por el desierto desde el 64 hasta el 81, la que no aparece en esta feria, que es el gran escaparate. En los 80 ya aparece tímidamente. Y ya empieza ese resurgir con el nuevo enfoque con el que llega hoy...

—Ese gran cambio lo asumió mi padre. Tuvieron que aumentar tamaño, kilos, la presencia. En los 80 ya no eran para las figuras, ya eran para las corridas toristas, duras, o de rejones o actualmente novilladas... En los 90 era la divisa predilecta de los rejoneadores, Ángel y Rafael Peralta, Álvaro Domecq y Lupi. Y Vidrié también después. Me cuentan que, por ejemplo, Álvaro Domecq venía a Barcial a reseñar las novilladas que iba a torear y pedía un caballo para ver la altura a la que iba a ver los novillos. Llegamos a lidiar dos o tres veces en Jerez, en la Feria del Caballo, que para un ganadero de Castilla lidiar en Andalucía siempre es complicado. En los últimos años, se puso en contacto con nosotros Ángel Peralta, que apoderaba a Lea Vicens, que debutó con Barcial en Olmedo y unos años nos compraron bastantes novilladas. Y también, Pablo Hermoso de Mendoza hasta que apostó solamente por el toro de Murube.

En 2000, cuando lidia la última corrida de toros en La Glorieta, con Rui Bento, Chaves y De la Calle, ese día abre el cartel Pablo Hermoso...

—Ya lo toreó a regañadientes, ya no era lo que él quería. Son tan peculiares como las figuras a pie.

¿En qué ha sido mejor, en el toreo a pie o en el toreo a caballo? ¿Qué diferencia ha habido?

—Hombre, en el toreo a caballo se le exige menos al toro. Con que se mueva más o menos también, pero funcionan, más o menos siempre funcionan. Mientras que a pie ofrecen dificultades. Uno de los problemas de ahora es que nos dedicamos a novilladas picadas y los novilleros que nos ponen no tienen experiencia y andan bailando delante de ellos muchas veces. Si no hablamos de las cuadrillas, que cuando cunde el pánico… no todos los picadores son buenos. Todo parece a favor para que nos destrocen. La dificultad es evidente, y todo es entendidble, pero no es fácil.

Eso influye y afecta a la condición de un toro que no permite fallos, de faenas cortas, es diferente en su lidia a lo que hoy se acostumbra...

—Exactamente. Y si no tienen experiencia, pues no se le puede pedir tampoco. Aparte de que el trapío que tienen estas novilladas es muy serio. Por ejemplo, las que llevamos últimamente a Calasparra son bastante amplias, se lidian en septiembre con la temporada avanzada. Muchas de esas novilladas son, con mis respetos, más grandes que las corridas de Salamanca. La de Ceret es otro ejemplo de lo que estoy diciendo.

Cuando llega ese bajón… aparece Francia como tabla de salvación, le da refugio y cobijo, ¿qué ha significado en Barcial?

—Todo. Francia, concretamente Vic-Fezensac... Para mí en la época que he vivido con mi padre, es una plaza clave... es mi plaza. Es una afición, un público diferente, de gran seriedad, siempre nos han dado un gran cariño. Eso sí, cuando salen las cosas mal, te castigan también. Hemos lidiado, me parece que 16 años, y habríamos lidiado más pero... otro de los baches importantes que hemos tenido ha sido a nivel sanitario, con problemas en los saneamientos y demás. Por la consanguinidad, creo yo, se han vuelto propensos a tener tuberculosis. Tienes que tener una ganadería muy amplia puedes mantenerte y seleccionar.Sin embargo, en ganaderías pequeñas la selección te la van haciendo los veterinarios en los saneamientos a la fuerza. Si tienes a lo mejor 14 reatas, ahora mismo, pues te las dejan en ocho. Se han extinguido gracias a los saneamientos ganaderos.

Y ahí en Francia hablamos de Vic como templo torista, como gran feudo de Barcial, ¿qué otros lugares dan cobijo a su ganadería?

—Francia ha sido clave, pero no solo, también el Valle del Terror ha sido importante. Ahí está Cenicientos, Cadalso, hay también zonas de Navarra, que son toristas. En los últimos años Calasparra... Hay que decir también que la empresa de Madrid, cuando estaba Juan Carlos Carreño de veedor, vino siempre a reseñar novilladas. Lo que siempre pasó es que para Madrid siempre se requiere la cabecera y para eso los franceses siempre fueron por delante.

¿Qué puede seguir aportando Barcial?

—Un encaste diferente y, sobre todo, emoción, que es lo que nos distingue. Así de sencillo. No hace falta más. La emoción al final es la clave.

Su ganadería va a contracorriente del resto: ni correderos, ni fundas … Una ganadería de autor, podríamos decir, inalterable casi.

—Sí, seguimos haciendo todo a la manera tradicional, los tentaderos por ejemplo. Este año hemos tentado más de eralas y utreras, pero seguimos dejando vacas que han parido ya varias veces antes de ser tentadas y, por cierto, son muy demandadas por los toreros. Luego, los toros en la plaza, ya no. Pero las vacas viejas sí. Nos las piden incluso las figuras...

Habla de vacas grandes y viejas que incluso llegan a protagonizar la misma tienta con siete, ocho, nueve, diez años el mismo día que se prueba alguna de sus hijas, ¿por qué lo hacéis?

—Es tradición en mi casa. Me consta que en casa de Galache también hacen algo así, que también dejan vacas grandes. Esa es la misma manera de seleccionar los toros también de mi abuelo, mi bisabuelo… En mi casa los sementales normalmente se echan por reata, sin llegar a tentarlos siquiera. Probamos y nos confundimos o no nos confundimos, todo esto es a largo plazo. Por eso, tardas cuatro o cinco años más en estabilizar lo que tienes y en ver cómo está saliendo.

Tras viajar por toda España con su profesión como restaurador, previa a estar al frente de la ganadería, tras el fallecimiento de su madre, vuelve a Salamanca, ¿llegó en algún momento a dudar en coger el timón de la ganadería?

—Nunca. Siempre tuve claro que iba a acabar aquí. Que volvería. Tengo una hermana, que es profesora, pero sabía que me iba a tocar a mí. Estoy orgulloso. Es un privilegio la vida que llevo.

¿Para cuándo en vez de treinta utreros como tiene este año, habrá treinta toros?

—Me gustan más las novilladas, porque me parece que se mueven más los novillos y que, a pesar de la inexperiencia de los toreros, me parece que dan más juego. En Riaza por ejemplo, el año pasado, en la misma feria, dimos novillada y corrida. Salió mucho mejor la novillada. Los toros desarrollan antes, son más complicados.

¿Qué importancia le dan en los tentaderos a la suerte de varas?

—Por desgracia, en la fiesta actual esta suerte se ha ido devaluando. Muchos ganaderos se preocupan más de que sean unas faenas de muleta interminables, que muchas veces no tienen interés, porque es siempre repetitivo, y se descuida el tercio de varas. Yo pienso que el tercio de varas es la base de la bravura y, además, el comportamiento de un toro durante la lidia se podría asemejar desde que empieza el tercio de varas hasta la manera en que termina. Y nos preocupamos mucho de él. En los tentaderos, las ponemos muchas veces, a lo mejor seis, siete veces, las que admita, no todas las vacas lo admiten. Y, luego, la suerte de varas no es pegarle a las vacas, hay que saber medirlo y hay que saber no desmoralizar al animal.

Defiende que no se debe usar la misma vara de medir para todas las ganaderías porque no tienen todas las mismas características, ¿cuál podría ser la solución?

—Los equipos veterinarios deberían tener una flexibilidad y un conocimiento de cada encaste. La palabra clave es conocimiento. Que no se le pueda pedir igual a un toro de Parladé que a un Santa Coloma en cuanto a pesos, hechuras, pitones... Cada encaste y cada ganadería deben saber quién es. Tendría que primar el conocimiento del veterinario y otra cosa muy importante, el público, que supiera valorar cada tipo de toro.

¿Puede existir una tauromaquia solo con el tercio de muleta?

—Por poder existir, puede, pero... ¿tiene sentido? Sería cargarse una parte importante. Además, vuelvo a decir que yo creo que la base de la bravura, el toro bravo, se ve en el caballo, sobre todo.

¿Es optimista de cara al futuro?

—Este año lidiamos en Francia, en Orthez y en Ceret, en Villaseca y en un pueblo de Segovia. Para el año que viene ya tengo otra novillada vendida. Están los de Tres Puyazos, que seguramente volvamos. Si bien es verdad que dentro de este mercado torista hay muy pocos reductos, sí hay un buen circuito.Siempre es lo mismo y siempre son las mismas ganaderías también, porque tampoco hay más. Pero mientras se mantenga eso, seguiremos.De momento, sí tenemos salida. Tampoco es para tirar cohetes, pero respiramos.

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