PESE al poco interés que mostró la empresa al poner en valor la concurso de ganaderías —donde poco más que era el capricho de Morante de la Puebla, que así lo pidió y reivindicó el pasado invierno, con buen tiempo para trabajar la idea, echarle cariño y ponerla en valor—, los criadores de bravo del Campo Charro demostraron el tesoro que custodian bajo sus encinas. Fue una brillante manera de reivindicarse de seis ganaderías salmantinas, como lo fue la elegida y mimada selección de sus reses para demostrar que la concurso es más, y tiene que ser más, que una sucesión en el ruedo de toros con diferentes hierros. Es una atractiva forma de ver y disfrutar para el aficionado distintos comportamiento y hechuras del toro. Y, por supuesto, es más que seis simples faenas de muleta. Son tercios de varas, quites y banderillas. Es un espectáculo en el que brilla el toro. Es la división de opiniones. La polémica del aficionado. Es rivalidad ganadera. Fue un espectáculo con contenido y con discusión, porque el excelente juego de los toros dividió tanto las opiniones que generó polémica con el fallo del premio. El festejo dio que hablar fuera del ruedo. Hoy lo sigue haciendo... Y esa es la mejor ratificación del éxito. La Feria se cerró con un imponente nivel ganadero. Una feliz explosión y una reivindicación del toro del Campo Charro que, en su plaza y en su Feria, tiene una exigencia mayor de la que a simple vista pudiera parecer. Todas y cada una demostraron la grandeza del toro que aquí se cría y de la sabiduría de sus criadores. La Feria sacó nota gracias al toro. La apuesta por el Campo Charro debe continuar en La Glorieta y este debe de seguir siendo el escenario referente de la corrida concurso para volver a convertirse en el epicentro de toda la piel de toro. La empresa tiene la palabra... y también el mando y la potestad para que el toro vuelva a salir en puntas. Una guerra ya casi perdida, no solo en Salamanca, pero también aquí; pero por la que la que hay que seguir luchando y defendiendo. Y en esa tesitura el que menos culpa tiene es el ganadero que, como el aficionado, es una víctima más si quiere lidiar sus reses. Así el brillo sería incontestable. Con el valor de la verdad.
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