Espartaco, en un tentadero en la finca de Peña de Cabra, en la ganadería de Carlos Charro. J.L.
ESPARTACO

«Todavía hoy sigo presumiendo de que dos días toreé con El Viti»

Salamanca lo acogió antes de que irrumpiera como máxima figura mediados los 80 y el propio maestro afirma que esta tierra y su afición tuvo la importancia de intuir antes que nadie lo que llegaría después y que ni él mismo podía imaginar, aunque lo soñara... Aquello no lo olvida. Hoy vuelve a Salamanca para recibir el homenaje de la Federación de Peñas

Javier Lorenzo

Salamanca

Miércoles, 24 de abril 2024, 11:36

Lleva Salamanca en el alma y no solo se siente orgulloso si no que presume de ello. El apoyo de los inicios no se olvida. Es agradecido. Humilde. Grande. La Glorieta y sus gentes le vieron triunfar en los albores de su carrera. Y lo ... acogió como uno más. Aquí tiene legión de partidarios de aquella época de los 80 en la que su figura se agigantó para convertirse en el líder de aquel segundo lustro. Llegó con apenas un año de alternativa y se entretuvo en cortar un rabo a un toro de Galache; no fue suficiente. En la temporada siguiente se le complicaban las cosas y comenzaba a rondarle por la cabeza la idea de hacerse banderillero pero en esta plaza, un 21 de septiembre, se le cruzó en su camino un imponente y cornalón toro de El Conde de la Corte, llamado Albahaca, y no solo le cortó otro rabo sino que le dio la fe para afianzarse en su mentalidad y raza de figura para seguir adelante y confiar. Oxígeno hasta que cuatro temporadas más adelante (1985), en Sevilla, apareció aquel Facultades que ya le dio la vitola de figura y lo mantuvo en lo más alto hasta finales de los 90. Antes de todo Salamanca lo acogió, le dio calor, cariño y lo vio triunfar antes que nadie. Tiene la sencillez de los grandes y recuerda con una prodigiosa memoria su paso por esta plaza. Las tardes triunfales y las que no lo fueron. Los toros más importantes de su vida. Reconoce que esta plaza tuvo la virtud y la capacidad para intuir sus condiciones antes que nadie y aquel apoyo lo conserva como uno de sus grandes tesoros. Es uno de los grandes toreros de la historia. Hoy, en pleno descanso del guerrero, a sus 61 años, ídolo de una sabia generación de aficionados, con la vitola de maestro y, sobre todo, feliz, como orgulloso abuelo, regresa a Salamanca para recoger el cariño, el reconocimiento y el homenaje de la Federación de peñas taurinas (hoy miércoles, en Liceo, 20:30 horas, entrada libre) en el último gran acto de Luciano Sánchez como presidente de este colectivo, al que deja en todo lo alto.

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¿Qué supone volver a Salamanca?

-Una alegría tremenda, en alguna ocasión volví al campo a tentar con amigos, pero ahora hacía mucho tiempo que no iba y me resulta emocionante. Tremendamente emocionante y muy agradecido a esa tierra por lo que me ha dado. Salamanca fue fundamental en mi carrera en lo profesional. Ha sido de mis plazas talismán, le debo mucho, casi todo en mi carrera. Ese empujón inicial que uno siempre necesita a mí me lo dio Salamanca, una afición tan exquisita como esa. Y que tanto sabe. En mi caso que Salamanca me diera el «sí» tan pronto fue clave para emprender mi camino. Por eso ahora vuelvo tan ilusionado como el primer día.

¿Esperaba un homenaje así?

-No soy muy de homenajes, pero este la verdad es que lo agradezco mucho. Estoy muy agradecido de ir a todos; pero Salamanca siempre ha sido distinta y será especial para mí. Voy feliz de verdad, por estar allí y por disfrutar.

¿Tan importante fue aquel toro Albahaca de El Conde de la Corte?

-Fíjate si lo fue que la cabeza está disecada en mi casa. Pero tengo más recuerdos de Salamanca: un sobrero tremendo del Conde de la Maza; una de mis tardes más importantes fue con uno de Atanasio (1987); con 16 años recién cumplidos le corté un rabo a uno de Galache… Tuve la suerte de triunfar en mi carrera en otras plazas con ganaderías grandiosas esa tierra como las de Juan Mari, Sepúlveda, Atanasio… Alipio. Siempre fueron claves en mi vida, tanto las ganaderías como Salamanca en sí. Por eso la ilusión y la felicidad de poder volver.

Claro, es que todos recordamos a Espartaco por el toro Albahaca en La Glorieta, pero es que en esta plaza el año anterior (1980) ya cortó un rabo a un toro de Galache…

-Sí, aquella resultó una tarde extraordinaria, por la importancia que tuvo y porque esos triunfos eran cuando más falta me hacían. No es lo mismo que una plaza o una ciudad te acoja y empuje cuando ya llevas una trayectoria, y las cosas te van bien, a que lo hagan cuando no eres nadie y te hace falta. Por eso Salamanca fue clave en mis años más difíciles. Mis triunfos fuertes en Salamanca fueron antes de 1985 cuando ya explota mi carrera. De ahí la importancia, contar con la confianza de su afición. La verdad es que triunfé más fuerte y antes en Salamanca que en mi Sevilla en aquella época. Salamanca me dijo «sí» antes que otros sitios. Pensando bien en mi trayectoria, esa es la verdad. Luego vino mucho, pero de los primeros está Salamanca. Por eso el agradecimiento es mayor.

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¿Por qué y cómo se inicia ese vínculo?

-Siempre me querían y me respetaban, esa es la verdad. Por una cosa u otra siempre me ponían. Es rara la situación, pero así fue. A los aficionados les caía con agrado. Salamanca fue tan especial por eso, cuando uno triunfa ya todo el mundo se apunta la carro; pero en mi caso Salamanca fue el trampolín que me dio la oportunidad de desarrollarme como torero. Allí me vieron antes que en otros sitios.

Y en esa época de los años 80 se encuentra en Salamanca con la rivalidad efervescente entre Capea y Robles.

-Tuve la gran suerte de torear con esos grandiosos toreros. Digo torear porque competir era difícil. Siempre estaba por encima la calidad personal y, taurinamente hablando, ellos rozaban la perfección. Era un sueño torear con ellos. Como lo fue torear con El Viti, que es de las cosas que hoy sigo presumiendo: «Yo tereé dos tardes con El Viti».

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Cuénteme eso…

-En mi carrera cumplí el sueño de torear dos veces con el maestro Santiago Martín 'El Viti': con 16 años toreé con El Viti una tarde en Linares y otra en Palencia. Son de las dos tardes de mi vida que fueron un sueño, por estar en un patio de cuadrillas a lado de un torero de esa categoría. Luego tuve la fortuna de torear con esos colosos como Capea y Robles, los veía como mis héroes y estar junto a ellos era tremendo.

Dígame más de El Viti...

-Lo de El Viti era y hoy sigue siendo especial. Figuras hay muchas a lo largo de la historia, pero toreros como El Viti no hay tantos, eso es algo único y especial. Esa forma de interpretar el toreo, para nosotros, los que nos hemos puesto delante del toro, lo suyo está por muy por encima de los cánones del toreo. Para mí decir eso es un regalo, un sueño. ¡Quién me lo iba a decir! «Yo toreé con Santiago Martin El Viti». Lo digo a boca llena. A mis 61 años y ya de vuelta de todo, sin necesidad de nada, incluso ya viendo crecer a mi nieta, sigo presumiendo de eso, de haber toreado con El Viti.

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Usted que hizo el paseíllo en todas las plazas del universo, ¿qué tenía La Glorieta que le diferenciara del resto?

-Venir aquí siempre era una responsabilidad. Lo que tenías es lo que sigue teniendo hoy, es que es una plaza en la que se sabe de toros. Es una plaza que está en la tierra donde nace el toro, y eso, en las ciudades que pasa eso, tienen una forma diferente de ver toro. Dándole vueltas a la cabeza, yo siendo un torero que quería, que tenía algunas condiciones, pero que tampoco me sobraban ciertas cosas, ver como Salamanca dijo «sí» en mi caso es una clara evidencia de lo que se ve y se siente en esta tierra. Era una tierra que intuía lo que podía pasar, eso pasa en pocas plazas y pocas aficiones están capacitadas para intuir y ver eso. Hay que convivir con el toro bravo para ver lo que puede venir después, a largo plazo. Eso le hacía especial a Salamanca.

Espartaco viendo doblar un toro en el coso de La Glorieta.

Usted corta dos rabos en Salamanca antes de lanzarse como figura, entre otros triunfos incontestables. ¿Costaba tanto entonces abrirse paso como sucede hoy a los toreros nuevos? Ahí está, por ejemplo, de Borja Jiménez

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-Era igual de difícil. El toreo nunca ha sido fácil para nadie. Mira, Borja ha pasado unos años en los que lo ha tenido todo muy complicado y ahora está teniendo su recompensa. Borja se vino a Salamanca cuando nadie le hacía caso y sin que nadie se enterara el torero que era. .Y fíjate, ahí está de nuevo Salamanca. Siendo torero de Sevilla, quien le acogió y le invitó a seguir creyendo cuando casi tira la toalla fue Salamanca. Ahí encontró a su apoderado, desde hace unos años vive allí, su educación taurina se está forjando en Salamanca. Oye, de una manera u otra, es en Salamanca donde se ha forjado ese lanzamiento que ahora todo el mundo dice que tenía que pasar, pero lo cierto es que antes nadie lo decía. Y Salamanca no solo lo dijo sino que lo hizo. Ahora ha triunfado y nos apuntamos todos a ese carro, pero lo cierto es que Salamanca fue la primera que lo vio y acogió. Luego lo vestiremos de una manera u otra, pero esa es la verdad. Cuando nadie le daba nada, Salamanca le dio cariño, sitio y calor. El respeto que lo han tenido en ningún sitio se lo han tenido antes. A cosas como esas me refería.

Además de todos los que hemos hablado, ¿qué otras tardes recuerda aquí?

-Recuerdo una corrida de Juan Mari Pérez Tabernero a la que le corté cuatro orejas… luego fueron muchas tardes. Tardes de tres orejas, de cuatro orejas. Y mi penúltima actuación, sin duda. Ahí ya arrastraba una lesión muy grande, y me anuncié con una corrida de Torrestrella, y le terminé cortando una oreja a un toro en una tarde lloviendo. Y ahí ya no era el Espartaco de antes, y Salamanca me seguía respetando... y sentía su calor. No estaba al cien por cien pero me apoyó y me dio el mismo cariño que el primer día, aunque yo ya no estaba. Esas cosas a un torero no se olvidan.

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Sus datos

1.243 corrida de toros. A lo largo de su dilatada carrera en los ruedos Espartaco toreó 81 novilladas con picadores y 1.243 corridas de toros. Lideró el escalafón taurino en las temporadas de 1982 (69 corridas de toros), 1985 (91), 1986 (88); 1987 (100), 1988 (82), 1989 (87), 1990 (107) y 1991 (80).

Alternativa. Espartaco tomó la alternativa en Huelva, el 1 de agosto de 1979, de manos de Manuel Benítez 'El Cordobés' y en presencia de Manolo Cortés. Cortó cuatro orejas a los toros de Núñez Moreno.

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Última actuación vestido de luces. Espartaco se vistió de luces por última vez para concederle la alternativa a Borja Jiménez en La Maestranza de Sevilla el 5 de abril de 2015.

Nacimiento. Juan Antonio Ruiz Román, Espartaco en los carteles, nació en Espartinas (Sevilla), el 3 de octubre de 1962. Su padre fue matador de toros igual que otro de sus hermanos. Otro sigue en activo como picador.

En Salamanca...

24 corridas de toros toreó Espartaco en La Glorieta en su carrera, desde que debutó en este coso el 14 de septiembre de 1980 (junto a Palomo Linares y El Niño de la Capea) cortándole un rabo a un toro de Francisco Galache; hasta el 17 de septiembre de 1999 en el que hace su último paseíllo en este coso acompañado de Enrique Ponce y López Chaves ante toros salmantinos de Puerto de San Lorenzo. Desde su debut en la Feria de 1980 hasta 1995 actuó en todas las ferias ininterrumpidamente: en las de 1981, 1982, 1986, 1989, 1990, 1992 y 1994 hizo doblete en las combinaciones.

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FERIA DE 1991. En el patio de cuadrillas de la plaza de toros de La Glorieta, el 19 de septiembre de 1991, un festejo en el que Espartaco actuó junto a El Niño de la Capea y Julio Aparicio para lidiar un encierro de la ganadería de Juan Pedro Domecq.
DESPARPAJO EN LA GLORIETA. Una de las clásicas salidas de la cara del toro del maestro, después de un pase del desprecio mirando al tendido en el que sale con autoridad y torería.

31 orejas paseó Espartaco en su carrera en sus actuaciones en La Glorieta. Fue la ganadería de Montalvo (Juan Mari Pérez Tabenero) con la que más éxitos logró el diestro de Espartinas en este coso cortando 5 trofeos, le siguen con cuatro y el rabo las que paseó de toros de Francisco Galache (1980), y las tres que suma con los hierros de Conde de la Corte (rabo también en 1981), Aldeanueva, Atanasio Fernández y Juan Pedro Domecq. Un trofeo paseó de las reses con el hierro de Sayalero, Conde de la Maza, Sepúlveda, Los Bayones, Núñez del Cuvillo y Torrestrella.

1990, la Feria más redonda de su carrera. La de 1990 fue una de las siete ferias en las que Espartaco hizo doblete en Salamanca y resultó su paso más rotundo. No en vano, más allá de salir a hombros por la puerta grande las dos funciones, logró su mayor botín de trofeos: cortó cuatro orejas a la corrida de Montalvo (que estoqueó con Manzanares y Rafael Camino) el 13 de septiembre; y tres orejas a los toros de Juan Pedro Domecq, el día 19, que lidió con Roberto Domínguez y Julio Aparicio.

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En 1980 y 1981. Espartaco cortó un rabo en La Glorieta, en dos ferias seguidas, en 1980 el de un toro de Galache y al año siguiente otro de uno del Conde de la Corte. En los últimos 60 años de historia de La Glorieta solo igualaron esa marca Paco Camino (1963 y 1966) y Julio Robles (1972 y 1984). Y le superaron Santiago Martín 'El Viti' (1963, 1965, 1974 y 1978); y Manuel Benítez 'El Cordobés' (1966, 1968, 1970 y 1971).

EL CLÁSICO DESPLANTE. De rodillas y de espaldas al toro mirando al tendido, uno de los clásicos desplantes del repertorio de Espartaco que también desplegó en La Glorieta.
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