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Morante corta un rabo en Guijuelo gracias a una apasionada faena

El diestro cigarrero firma una deliciosa faena a un noble sobrero de El Capea al que le corta el rabo pedido con pasión por un público entregado a su toreo la tarde de su presentación en Guijuelo

Sábado, 20 de agosto 2022, 01:26

Morante despejó la tarde de las tinieblas. Cuando el festejo navegaba ya casi en su ocaso con pobres argumentos y escasas emociones apareció un sobrero al que el diestro cigarrero le hizo unas diabluras maravillosas. No fue el toro de más cuajo del envío criado en los predios de Espino Rapado, ni el más despampanante del variado y desigual encierro que eligió el maestro para una plaza de la que ha hecho su principal fortín. Sin embargo, brotó la calidad de sus templadas embestidas o se contagió Olvidado, que así se llamaba, de la magia de Morante que lo envolvió todo de tal forma que sin ser de una explosión rotunda, la faena tuvo pasajes memorables. Por el temple, el gusto, la cadencia, el ritmo, y por el mimo con el que aleteó la bamba de la muleta para acariciar las embestidas de su oponente.

Un toro que salió sin entrega del chiquero, que no mostró ningún celo, que hizo caso omiso a los engaños, que no mostró ningún interés en ellos y que, en cuanto pudo, le dio ancas para tomar las Villadiego. Morante, que había aliviado las embestidas por alto en el particular toreo a la verónica, tampoco pareció echarle demasiada cuenta. Perdió las manos al salir del caballo y afloraron las protestas con menos decibelios de los que habían hecho asomar el pañuelo verde al tapete presidencial unos minutos antes. Cogió la montera Morante de la Puebla y le brindó la faena al alcalde del lugar, Roberto Martín, que apuesta sin complejos y con pasión por la fiesta de los toros. Por ahí irían los tiros... Y de ahí en adelante comenzó la sinfonía. Los ayudados por alto del prólogo tuvieron aires de toreo antiguo. Y con ellos fue ganando pasos, saliéndose con gran torería hasta los medios para rematar casi en la boca de riego. Fue como una aparición de luz, un detalle de genialidad. El encuentro con el mejor toreo. El que todos ansiaban y por el que la afición casi llenó los tendidos. La tarde era de Morante. Y no hubo quien le hiciera sombra. La primera tanda con la derecha fue prodigiosa. Por el tempo, el pulso, el temple y el gusto. El ritmo de ambos, toro y torero, se unió en uno solo. Se arrancó la banda con el pasodoble Nerva y ahí pareció detenerse el frenesí cuando se echó la muleta a la zurda. Un inoportuno desarme, sin embargo, puso las cosas en su sitio. Se descalzó el torero cigarrero y volvió a lanzar la obra con la pasión de otra magnífica ronda de derechazos. Y ahí surgió la más hermosa de todas las genialidades. La tanda que le debía el toro por el izquierdo se la robó para dejarla inmortalizada en el recuerdo de los paladares más selectos. Citó de frente al toro, enganchó las embestidas adelante, se las pasó por la faja para rematar los naturales en la cadena de manera sublime. El toreo más puro y más hermoso. De ahí en adelante ya todo sería un sueño. El toreo a placer, antes de tumbarlo sin puntilla de media estocada en la yema. Cayó rodado en los mismos medios. Los tendidos se llenaron de pañuelos que no dejaron de volar hasta que apareció el tercero del presidente. ¡Un rabo para Morante!

Habían pasado entonces ya más de dos horas desde que arrancó, con quince minutos de retraso, la función. La corrida de Carmen Lorenzo había empujado con fortaleza y seriedad en los caballos, sin entenderse que, por norma, se le tapara la salida a todos sin haber mostrado un ápice de mansedumbre. No había roto tampoco el encierro hasta entonces. A El Cordobés se le había atragantado el primero, con el que no acabó de lanzarse ni confiarse, empeñado en hacer la faena al hilo del pitón en el tercio en vez de salirse a los medios que Oruga le pedía casi a gritos. Y con el cuarto disfrutó a placer la calidad de las embestidas de un toro que tuvo un son extraordinario, las fuerzas justas y que en ningún momento le puso en aprietos. Lo saboreó toreando templado y largo por ambas manos, pero ese no era el papel que esperaba el público. Se atrevió a encunarse en el epílogo, en un desplante, metiéndole la cabeza entre los pitones.

El Capea le echó arrestos con el indómito tercero, que le puso en apuros en el saludo capotero por el pitón izquierdo que, después, en la muleta, fue por el que más y mejor se entregó. No le volvió la cara a uno ni a otro, pero no encendió la llama de la pasión con un toreo acelerado y despegado. La eficacia con la espada fue el único motivo aparente para sumar el doble trofeo que pareció un exceso en toda regla. Otro apéndice más paseó del noble sexto que apuntó muchas y muy buenas cosas de primeras pero pareció aburrirse demasiado pronto. Y terminó en nada. A esas alturas aún estaba la gente saboreando las delicias de Morante. Se lo llevaron en volandas como paseaban a los toreros de principios del siglo pasado. El de La Puebla en cierto modo es eso, un torero de todos los tiempos.

LA FICHA

Guijuelo, 19 de agosto de 2022. Cuarta y última de abono. Casi lleno en los tendidos en tarde soleada y de agradable temperatura

6 TOROS DE CARMEN LORENZO, de desigual presencia; manejable el 1º; noble pero apagado el 2º; arisco y geniudo el 3º; noble y con gran calidad el 4º; inválido el 5º, fue devuelto a los corrales. Noble y bondadoso el feble sobrero que hizo 5º; deslucido el 6º que terminó en nada.

EL CORDOBÉS (corinto y oro)

Pinchazo y media estocada atravesada, con cuatro golpes de descabello (silencio); y dos pinchazos y estocada (oreja).

MORANTE DE LA PUEBLA (perla y azabache)

Dos pinchazos y media estocada defectuosa con un golpe del descabello (ovación con saludos); y media estocada en la yema (dos orejas y rabo).

EL CAPEA (grana y oro)

Estocada desprendida y tendida, con un golpe de descabello (dos orejas); y pinchazo y estocada contraria (oreja).

Cuadrillas: Porritas de Guijuelo y Antonio Carmona se desmonteraron tras parear de manera brillante el sexto de la tarde.

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