![El recuerdo del triunfal debut de José Tomás en Salamanca](https://s1.ppllstatics.com/lagacetadesalamanca/www/multimedia/2020/08/21/img-1813_1-1951383_20200821125614--1200x809.jpg)
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Apenas seis meses después de tomar la alternativa en la Monumental de México (10 de diciembre de 1995), José Tomás confirmó su doctorado en San Isidro, siendo un torero con buen ambiente pero desconocido para la gran mayoría. No lo era para el salmantino Paco Gil que, antes de que se presentara como matador de alternativa en Las Ventas, tuvo la feliz idea de contratar a José Tomás para la corrida de toros de Peñaranda de agosto de ese 1996, apenas tres meses después de la confirmación y con solo ocho de alternativa a sus espaldas. La de La Florida fue una de las primeras contrataciones que cerró en su agenda José Tomás, apoderado entonces por Santiago López. José Tomás confirmó el 14 de mayo de 1996 el doctorado (igual que lo harían ese San Isidro otros toreros como Pedrito de Portugal, Rivera Ordóñez, Vicente Barrera o Víctor Puerto, además de Luis Miguel Encabo que se doctoró en esa feria). De manos de Ortega Cano y Jesulín de Ubrique. La firmeza, el valor estoico, la seguridad y la sorpresa de su enorme pureza caló hondo ante el sexto Guardiola (remiendo de una corrida de Jandilla), con el que impactó ya al público venteño. Madrid lo catapultó y de allí salió como una de las revelaciones de aquella isidrada. Peñaranda le esperaba apenas tres meses después.
Junto a José Tomás, Paco Gil, que era el gerente que trabajaba en la confección del cartel organizado por el Ayuntamiento de Peñaranda, anunció a los dos toreros novísimos que tenían alborotado el panorama salmantino en aquella década de los 90, con una gran rivalidad y la división de los aficionados con partidarios de uno y otro. Andrés Sánchez y José Ignacio Sánchez. Dos toreros diferentes, dos conceptos distintos, surgidos ambos de la Escuela taurina de Salamanca, que ya eran matadores de toros. Esta fue la primera vez que, ya con la borla de matadores de toros, coincidían en el mismo cartel. Andrés Sánchez, sin haber cumplido aún los tres años de alternativa y José Ignacio Sánchez, recién estrenado el segundo, encabezaban el cartel de José Tomás, en la lidia de toros de Manuel San Román. Un botín de siete orejas: una de cada oponente para Andrés Sánchez, las dos del quinto para José Ignacio Sánchez y tres para José Tomás, que aquella tarde del 25 de agosto de 1996 en La Florida de Peñaranda, firmaba la primera actuación como matador de toros en la provincia de Salamanca. Primera y única. No en vano, su presencia en ruedos charros se reduce a su paso por La Glorieta, en la que debutaría al verano siguiente, el 15 de septiembre de 1997.
El cartel del estreno de José Tomás en Peñaranda, junto a los dos valores charros, despertó gran expectación en la provincia y La Florida casi se llenó. Fernando Ullán Hernández, en el libro de la historia del coso peñarandino editado con motivo del centenario de la inauguración, recoge que los toros de Manuel San Román fueron “terciados, nobles y manejables”, mientras que la actuación de José Tomás la resume de modo telegráfico: “Faena con aplomo al 3º, sensatez técnica y entendimiento, un prodigio, estocada, 2 orejas; con el 6º, voluntarioso, estocada. Oreja”. El torero de Galapagar había marcado las diferencias. Aquella tarde vestía un terno verde manzana y oro; Andrés Sánchez lució el nazareno y oro con el que al año siguiente firmaría la espléndida faena desorejando al toro Manzano, de Valdefresno en La Glorieta; mientras que José Ignacio Sánchez eligió el terno palo rosa con el que el año antes, 1995, había protagonizado su mejor faena en La Glorieta, logrando las dos orejas de Cigarrero, de Manuel San Román.
La tarde no decepcionó, el coso casi se llenó y los tres salieron a hombros de La Florida, que este año no tendrá función taurina. Este sábado hubiera acogido su tradicional corrida de toros, como hizo casi siempre en sus 113 años de historia. La Florida se inauguró el 4 de septiembre de 1907 (con Fermín Muñoz, ‘Cochaíto’, José Carmona ‘Gordito’ ante reses de T. Valle y F. Pérez Tabernero) y en su historia solo se quedó sin toros en cinco ediciones, de 1936 a 1940, por la Guerra Civil. Ahora, el coronavirus, ha motivado su silencio.
José Tomás debutó el 15 de septiembre de 1997 (junto a César Rincón y Vicente Barrera) en La Glorieta, plaza en la que actuó hasta el 16 de septiembre de 2008, su última comparecencia, en once ocasiones. En ese tiempo toreó siete ferias. Solo dejó sin incluir en su agenda la Feria de Salamanca en 2001, la siguiente a la que escuchó los tres avisos (18 de septiembre de 2000) de Botinero II, un toro de Carmen Lorenzo y llevarse su bronca más monumental en este escenario. De 2003 a 2006, ambas incluidas, no hizo temporada y, sin embargo, eligió Salamanca como una de las 16 plazas en las que actuó en 2007, el año de su histórica reaparición en los ruedos. Esa campaña y la siguiente toreó en La Glorieta, certificando su paso con dos puertas grandes, una en cada comparecencia cortando cinco orejas a los toros de El Pilar. Es la ganadería de Moisés Fraile la que terminó siendo su preferida en este escenario. No en vano, de los 21 toros que lidió en esta plaza estoqueó siete marcados a fuego con la letra griega que hierra esta ganadería. Les cortó diez orejas, cuatro de ellas en su tarde más rotunda en esta plaza: 14 de septiembre de 1999 (junto a José María Manzanares y Andrés Sánchez).
Esos diez trofeos, más otros cinco, suman los 15 que ha paseado en esta plaza: tres a los de Núñez del Cuvillo en 2002 (junto a Andrés Sánchez, que sustituyó a Víctor Puerto, y Javier Valverde), una oreja a un toro de Carmen Lorenzo la tarde de los tres avisos y otra más, la primera en este escenario (14 de septiembre de 1999) a un astado de Aldeanueva de nombre Mirón.
La historia de José Tomás en La Glorieta se escribe en once tardes repartidas en un periodo de once años: cuatro abonos (1998, 1999, 2000 y 2002) haciendo doblete en las combinaciones, 15 orejas que le sirvieron para salir en cuatro ocasiones por la puerta grande (1999, 2002, 2007 y 2008), un toro que se negó a matar escuchando los tres avisos en su Feria más desdichada, la del año 2000, ya que 24 horas después de este festejo resultó herido por Sombrerero, un toro de El Pilar, lidiado bajo los focos artificiales en una tarde entoldada y lluviosa que se saldó con el triunfo y la puerta grande de sus dos compañeros, Manuel Caballero y El Juli. Solo en cuatro funciones de sus once comparecencias en La Glorieta, José Tomás se fue de vacío de esta plaza que, junto a la de La Florida, en la que debutó el verano anterior a su presentación en la capital, es la única en la que ha toreado en la provincia en toda su carrera, desde que tomó la alternativa el 10 de diciembre de 1995, en México. Tampoco lo había hecho antes de novillero.
El debut de José Tomás en Salamanca llegó envuelto en la efervescencia de rivalidad que vivían los que entonces eran los dos referentes de la torería charra: Andrés Sánchez, que tomó la alternativa el 11 de septiembre de 1993 en La Glorieta, y José Ignacio Sánchez, doctorado al año siguiente (29 de julio de 1994) en Santander. Los dos, con apenas tres y dos años de alternativa, encabezaron el cartel de 1996 en Peñaranda, que supuso la presentación de José Tomás en un coso de la provincia.
“Recuerdo que Paco Gil lo tenía contratado desde antes de San Isidro, entonces la de Peñaranda era una de las pocas que tenía José Tomás contratadas antes de Madrid, de donde salió como una de las revelaciones. Así Paco Gil demostró, una vez más, la capacidad y visión que tenía para intuir las condiciones de un torero”, comenta José Ignacio Sánchez. Un festejo del que no olvida el “buen ambiente” que se vivía con la plaza llena: “La viví con gran intensidad porque toreaba con Andrés, con quien tenía una gran rivalidad en Salamanca, y luego con José Tomás que llegaba como uno de las revelaciones de San Isidro”. José Ignacio Sánchez recuerda que a JT lo conocía desde sus comienzos: “Antes de que matara su primer becerro. Desde mis inicios iba a tentar mucho, junto a Alberto Encinas, a la ganadería de Hermanos González en Villalba, y allí iba mucho José Tomás, de la mano entonces de su abuelo. Estábamos sin caballos. Luego llegué a torear con él 4 ó 5 corridas, el año de Peñaranda habíamos toreado juntos en San Isidro”.
“Recuerdo el día con mucho viento”, puntualiza Andrés Sánchez de aquella tarde y también que José Tomás era ya “una bestia”. “A Peñaranda llegó, puede que desconocido para el gran público, pero ya con el aval y muy buen cartel entre los profesionales y los aficionados”, afirma Andrés Sánchez quien confiesa que él ya lo conocía de su etapa novilleril, en la que había coincidido en el campo, “sobre todo en Valdefresno”, matiza. “Aquella tarde de Peñaranda ya se intuía lo que iba a llegar a ser...”: “Después, a mí me quitó dos veces del toreo, las dos tardes que toreé con él en Salamanca decidí retirarme. La primera, en 1999 cortó cuatro orejas y esa noche le dije a mi gente que me quitaba y estuve siete meses sin torear; y la segunda en 2002 me tenía tan loco lo que hacía que incluso me llevó a la locura de tirarme a matar un toro sin muleta, fíjate como me ponía la cabeza...”, dice ahora entre risas: “Era demasiado bueno para mí, muchos lo piensan pero no lo dicen. Yo lo digo bien alto”.
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