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Veinticuatro horas después de la terrorífica cornada que sufrió en Cuéllar, Manuel Diosleguarde despertó del mal sueño que ha sido un poco el de media España, que se estremeció el domingo por la noche con el brutal percance que dinamitó su pierna derecha.
Una intervención de urgencia y milagrosa de más de una hora en la enfermería del coso, donde las prodigiosas manos de la cirujana Marta Pérez López le salvaron la vida; el traslado no menos urgente en ambulancia al Clinico de Valladolid, donde la intervención de más de seis horas se prolongó hasta pasadas las cinco y media de la madrugada; y una tercera visita al quirófano este lunes por la mañana, fue la peregrinación de miedos, incertidumbre y pánico de un dramático recorrido por el territorio del miedo. La cornada más grave del curso.
Sedado en la enfermería del propio coso de Cuéllar, los médicos le despertaron este lunes a última hora de la tarde ya en Valladolid. Y durante una hora, de siete a ocho, pudo recibir en la REA (la sala de reanimación) la visita de su padre y de su apoderado.
Allí, entre las tinieblas del miedo volvió a abrir los ojos y esbozó una sonrisa glorioso de sentirse vivo: “Tiene muy buen aspecto”, apunta liberado, con energía y radiante su apoderado José Ignacio Cascón, que fue uno de los que recogieron a Manuel en el suelo y maltrecho lo llevaron con urgencia y nervios a la enfermería: “Me decías que no era nada, que solo era el golpe”, le espetó este lunes con cariño y la complicidad el torero a su apoderado, que así trató de tranquilizarlo en el tortuoso camino a la enfermería tras la brutal cornada que llevaba encima y que a punto estuvo de costarle la vida.
“Dice que ha sido consciente de todo. Los médicos nos han dicho que ha despertado muy bien. Lo que Manuel no sabe aún es el revuelo mediático que ha formado”, ironizaba Cascón. “Me voy a soñar con esto...”, le dijo a su apoderado en la REA, con la mirada pícara que le acompaña : “Esto se cura antes de lo que pensamos”. Una declaración de intenciones.
Este lunes, en el mismo escenario del percance de Diosleguarde, hizo el paseíllo otro salmantino, Damián Castaño que cortó una oreja a un toro de Partido de Resina. Antes de iniciar el paseíllo, una fuerte ovación brotó en el tendido, era el homenaje sincero de la afición al equipo médico, con Marta Pérez López al frente. Ella empezó el milagro que hizo que este lunes Diosleguarde volviera a abrir los ojos. A sonreír y a soñar con torear de nuevo.
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