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Borja Jiménez, a hombros, al finalizar el festival de Valero de la Sierra. ALMEIDA
Un derroche de autoridad y pureza en el estreno de la temporada

Un derroche de autoridad y pureza en el estreno de la temporada

Borja Jiménez deja una apabullante sensación de plenitud ante dos nobles toros de García Jiménez y uno bravísimo de Domingo Hernández

Javier Lorenzo

Valero de la Sierra

Sábado, 1 de febrero 2025, 20:54

LA FICHA

  • Festejo inaugural de la temporada, tras el aplazamiento del día 29. Tarde soleada y de buena temperatura.

  • GANADERÍA 2 toros de García Jiménez, de gran clase el buen 1º; más dormido y con calidad el 2º; y uno de Domingo Hernández, excelente por bravo y encastado.

  • DIESTRO

  • BORJA JIMÉNEZ Pinchazo y casi entera desprendida (dos orejas); estocada contraria (dos orejas); y dos pinchazos y media estocada con un descabello (oreja).

Un torero cuajado, arrebatado, lanzado, con una capacidad aplastante. Dispuesto, seguro, valiente. Sin ningún tipo de alarde a la galería y buscando la pureza en todo cuanto hizo. Borja Jiménez a lo grande. Con una firmeza apabullante, desde que se abrió de capa hasta que dio el último muletazo de los tres toros que estoqueó. Tres en lugar de dos, esa fue otra de las novedades de la tarde, tras el polémico aplazamiento del miércoles. Ni una duda. Un torero en plenitud ofreciendo su mejor versión. Exigente y mandón. Inteligente en tiempos, alturas y distancias.

En saber apretar al nobilísimo y buen primer toro, un Tequilo a cinco meses de los cuatro años; en esperar las dormidas y apagadas embestidas del segundo, Despensero, que acababa de estrenar la mayoría de edad (los dos de García Jiménez); y en calibrar a la perfección la bravura efervescente del excelente toro de Domingo Hernández que cerró la fiesta. Borja Jiménez le ha dado una vuelta de tuerca a su toreo, ha ganado en pureza y en plenitud, en asentamiento, en trazo y en recorrido del muletazo. Toreó francamente bien con la mano izquierda al primero, en las series de la faena y, sobre todo, en el cierre de uno en uno enfrontilados, aprovechando las últimas embestidas del segundo. Seguro y decidido con el capote, tiene una mayor soltura, al segundo lo cuajó de manera formidable, no solo por cómo lo toreó si no por cómo le fue ganando terreno y pasos hacia adelante. A toda esa apabullante seguridad aún no llega con la espada.

ALMEIDA

La tizona impidió cerrar a lo grande la fiesta del estreno, después de cuajar a un toro estupendo de Domingo Hernández. Un cuatreño llamado Linero que resultó extraordinario. Por la prontitud, por la entrega, por las largas embestidas y por su condición en conjunto. Un toro bravo, que pedía torear muy bien y que no regalaba nada. Le exigió Borja Jiménez y respondió a lo grande Linero. El cierre por ayudados finales con la pierna flexionada fue fabuloso. Y es que la tarde, entre otras muchas virtudes, tuvo también variedad dentro de un clasicismo absoluto en todo cuanto hizo el torero. En las aperturas y cierres de las faenas e incluso en las oberturas y remates de las series. En los saludos de capa, en el galleo para poner en suerte al toro.

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El segundo, acusando la querencia a un chiquero que visitó dos veces en apenas cuatro días le propinó una voltereta formidable en un descuido que pilló a todos fuera de juego. Ni siquiera eso importó. Se levantó como si nada, sin mirarse. Y volvió a la cara con la misma autoridad. Con la misma seguridad y el mismo mando. Borja Jiménez va muy en serio en la antesala de la temporada clave de su vida, que ya no es la de la novedad ni la sorpresa de 2023, ni tampoco la de la ratificación en las grandes ferias de 2024 sino que es la de la consolidación para sentarse en la mesa de los mandones del toreo. Y parece tener los deberes hechos y las cosas claras. Muy claras.

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