Ha preferido no descansar ni tampoco cerrar el esportón más de cuatro días una vez que finalizó la temporada. No es tiempo de vacaciones pese a que la temporada descanse. Volvió a los entrenamientos con las pilas cargadas y con la ilusión renovada sabedor de ... que no hay tiempo que perder. Y ahí le encontramos, en su refugio particular en el que vela sus sueños acompañado de sus fieles, de su hermano y maestro Javier, de sus inseparables Daniel María y Arturo Martín. Y ahora también al lado de su nuevo apoderado, Andrés Sánchez. No hay nadie que le gane en dedicación, en entrega y en disciplina en la preparación. Da igual el sol, las nubes, la niebla o la lluvia. No tiene pauta fija, pero son admirables sus registros. Afirma que corre 13 ó 14 kilómetros cada mañana, para lo que emplea 65 o 70 minutos, aunque explica que no cae en esa rutina porque lo alterna con jornadas de carreras en cuestas, otras con series corriendo para atrás y un sinfín de pruebas que le tienen a punto para sentirse lo suficientemente fuerte para quedarse después quieto y seguro delante de los toros. El contrasentido que le da lógica al toreo. Cada día es distinto, pero apenas tiene descanso. Ese ejercicio físico lo completa con el toreo de salón con cinco seis toros diarios, decenas de lances y cientos de muletazos. Imaginando faenas idílicas, otras en las que los toros le agitan más de la cuenta el corazón y... la suerte suprema, que es la que desquicia a los toreros. Estocadas en ese carro en el que entierra en una paca de paja la espada una y mil veces. No hay descanso. En la soledad del invierno se fraguan los sueños del verano. Damián Castaño tiene ante sí el momento clave de su vida, con un futuro aún por descubrir pero sin duda el más claro que ha tenido desde que tomó la alternativa en Gijón (agosto de 2012). Cuando creía que la temporada había finalizado para él cerró un nuevo apoderamiento con Andrés Sánchez, que es el hombre encargado de gestionar las ilusiones que tiene por delante, después de convertirse en el salmantino que más destacó en 2023: una tarde épica y memorable en Bilbao fue la antesala a una de las faenas de su vida, apenas 15 días después en Las Ventas con un santacoloma de Valdellán donde sintió el estruendo del olé más rotundo de Madrid. Echó un borrón en su regreso a esa plaza en la Feria de Otoño cuando ya casi nadie lo esperaba, aunque el propio torero reconoce que esa tarde ha sido la que más le ha enseñado en toda su vida.
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¿Cómo valora la temporada?
-Me quedo con tres tardes, Ceret, Madrid y Bilbao. El primer toro de Ceret fue muy duro, muy exigente, tiré la moneda y por suerte salí triunfador. La de Bilbao fue, por lo difícil que fue, además de exigente y dura, por las inclemencias del tiempo -hubo un momento que no se veía ni arena, solo agua-, más bonita aún que si hubiera sido una tarde normal; hubo que sobreponerse a todo y por eso fue de las más duras y bonitas de mi vida. Y luego, en Madrid, pese a la espada, por un momento, vi recompensado todos los esfuerzos, trabajo y dedicación de mi vida taurina. Por ver a mucha gente de pie, por sentir esos olés de Madrid al salir de las tandas.
Además de esas tres tardes, si ves las ganaderías de las siete restantes, a día de hoy casi dan escalofríos...
-Pues fíjate que, torear esas corridas de toros, lo veo como un premio. Gracias a Dios llevo dos o tres años viviendo del toro exclusivamente, cosa que antes no podía hacer. Hasta entonces tuve que complementarlo trabajando en supermercados, descargando camiones y otros que nadie quiere. No podía tener un trabajo fijo si quería compaginar los entrenamientos y el toreo. Tengo una amiga en una empresa de trabajo temporal y cuando surgía algo no dudaba en aceptarlo. Ahora, gracias a estas corridas de toros, vivo del toro y lo acepto y afronto como un premio. Por eso les estoy muy agradecido y muy contento. Repasando mi carrera, no llego aún a las setenta corridas de toros y, de las duras, quitando Victorino, Adolfo y Cebada Gago, creo que las he matado casi todas.
Dígame lo mejor y lo peor de 2023...
-Lo mejor, dar una versión que la gente no conocía de mí como fue torear con la izquierda, relajado y como siento y como pude expresar la tarde del Valdellán en Madrid; y lo peor, sin duda, la Feria de Otoño, donde no salieron las cosas.
¿Qué pasó esa tarde?
-No pasó nada, pero sin ser un petardo no pasó lo que tenía que pasar. Y me dejó jodido. Desde aquel día pasé un mes complicado, me hizo daño personalmente. Había una expectación muy grande; mi nombre allí era la novedad, nunca había estado al lado de esos toreros. Fue la tarde más dura de este año y de mi carrera también.
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¿La considera como un paso atrás?
-No, pero sí como un aprendizaje muy grande. Eso sí, es la tarde que más he aprendido, más que la de Bilbao y la otra de Madrid... Las tardes de triunfo, al llegar al hotel, tener mil mensajes, mil llamadas; por ejemplo, no se si sabes, en el hotel Wellington, cuando llegas te suelen poner una mesa de refrescos, bebidas de todo tipo y cuando llegué la tarde de Otoño, ni coca colas, ni fatas, ni nada. No había nada. Miré el móvil y no tenía ni un solo mensaje, ni una llamada. Lo veo más como un aprendizaje que como un paso atrás. Aquí hay que arrear más, cruzar más la raya. Esa tarde de Otoño me sirvió para aprender. Fue una lección mayor que todos los triunfos juntos.
Ahí pudo ver, por primera vez en su carrera, otra realidad y otra dureza diferente en los carteles de postín con toreros de ferias y tardes de expectación. ¿Qué diferencia encontró entre esa dureza y la habitual de los hierros más duros que mata casi siempre?
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-A la dureza de las mías estoy acostumbrado. En esta mi error fue que me vi muy chico al lado de ellos. Antes de empezar pensaba: Como les de por torear a ver qué hago. Ir pensando en negativo me pasó factura. Y lo que aprendí ese día es que yo tengo que usar mis armas, no torear como ellos, cada uno tiene su personalidad y su guerra. Eso me ha valido mucho. Es la que más me ha valido para aprender y a tener los pies en el suelo.
El mayor aprendizaje es saber los errores para no volver a cometerlos.
-¡Claro! Aunque ya te digo que me afectó mucho en el lado personal, y estuve muy jodido, esas cosas también te vienen bien y valen para aprender, te lo digo como lo pienso.
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Vamos con las buenas: Bilbao...
-Fíjate, en mi vida he estado tan mentalizado ni tan seguro de mí que, sin que parezca que voy de sobrado, sabía que iba a pasar algo. La tarde antes, en Marchamalo con una de Baltasar Ibán, quedé tocado porque no estuve bien. Al salir de la plaza me dije: ¡En Bilbao lo vas a arreglar! Estaba súper seguro que iba a pasar algo. Y fue esa confianza la que hizo que me superara. Antes del paseíllo la plaza ya estaba llena de charcos, el tiempo era desapacible, fue una tarde de un enorme mérito de todos los compañeros y cuadrillas, de las tardes de hacer afición. La de Dolores salió muy exigente y muy dura y no comió pipas nadie.
¿Fue la más completa de su carrera?
-De torear bien, no; pero por épica sí. Junto con la de Cenicientos de las tres orejas, aquella fue en una plaza de tercera pero tuvo una repercusión muy grande, me dio mucho y me puso en funcionamiento. Las dos tardes han sido cruciales en mi vida. En Bilbao, si mató el primer toro no sé qué hubiera pasado, pero me pidieron la segunda, finalmente di dos vueltas al ruedo, pero pudieron ser de dos o tres orejas.
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La espada aparece siempre, en los salmantinos, como una pesadilla...
-Andrés me está ayudando mucho, lo único positivo de Otoño fue que maté los dos toros bien. Ahora soy consciente de que mi fórmula era antiestética total, y eso hacia chocarme contra el toro sin ningún sentido. He cambiado las formas y espero que me vaya bien, en Madrid me funcionó y todos los días entreno en el carro sin descanso pero ya con otro sentido, no sin saber por qué. En ese sentido, estoy muy contento.
Lo que está claro es que de nada sirven los esfuerzos previos si no se ratifica luego con la espada...
-Es una putada y, en mi caso, no ha sido solo este año. El año empezó duro para mí, sencillamente porque el anterior entré en varias ferias por primera vez en mi vida y este año no repetí porque pegaba petardos absolutos con la espada. Hace dos años fue desastroso. Si no se matan los toros el resto de los esfuerzos no sirven de nada. Por eso estoy poniendo tanto empeño, porque se me han muchos triunfos, muchas orejas. Y aquí, igual que si sacas la cabeza rápido, más rápido aún te vas de nuevo al olvido.
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Si pudiera volver atrás, ¿qué cambiaría de la faena de Madrid con el toro de Valdellán?
-Nada, ni de ese día ni de ningún otro en la plaza que sea. El destino de cada uno es el que es. Hubo algunos que me criticaron por cortar tan pronto la faena y gente que me pidió después alguna tanda más, pero en ese momento lo sentí así. Luego lo pienso y... a lo mejor. Siempre escuché que en esa plaza de Madrid una faena de 20 ó 25 pases si son buenos valen, vi la gente entregada. No sé si me equivoqué o no… A lo mejor una tanda más, pero ahora ya no sirve.
Además de ese toro de Valdellán, ¿hubo alguno de los otros 19 de este año que le dejara torear a gusto?
-(Risas) Ese de Valdellán fue de los pocos. Hubo otro de Couto de Fornilhos en el Burgo de Osma, aunque no sentí el reconocimiento del público, ni de las peñas, pero lo toreé a gusto y lo recuerdo con agrado. También el toro de El Canario en Vitigudino, el resto...
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¿Cómo se crece y se evoluciona ante esas divisas tan duras y complicadas?
-Antes de 2018 lo veía complicado y no cruzaba la raya. Ahora, cada vez me encuentro más seguro en vez de venirme abajo. Eso es ahora. A lo mejor mañana no soy capaz de cruzar la raya, pero este año me he visto seguro. Al verme así, iba con más confianza y eso ha hecho que no se me hayan atragantado y me permitiera coger más moral cada tarde.
¿Qué hay que cambiar de cara al año que viene?
-La espada por encima de todo. Y luego dar un mayor registro a mi toreo. Torear toros más relajado porque creo que se hacerlo, hasta ahora por las corridas que mato no me han visto. También lograr mayores registros de torería, aunque en eso aún me queda mucho, y ahí también Andrés está incidiendo en darle una vuelta de tuerca. Aún puedo sorprender y que se vean cosas que no se han visto en mí. Todo ello dentro de mi personalidad, de lo que soy yo, ahondar en profundidad. Si me salgo de lo que soy engaño a la gente y a mí. No puedo vender una cosa que ni siento ni se.
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¿Y qué es Damián Castaño, un torero artista o un torero valiente?
-¡Pufff! Creo que ni una cosa ni la otra. De valor ando justo, pero intento que en la plaza no se me note y que no se vea que no tengo. Tengo el suficiente para ponerme delante, pero creo que no tengo ese valor que veo en mi hermano mi hermano, en Robleño, en Adrián de Torres. Lo bueno que tengo es que tirando de raza aparece el valor que no tengo. Artista no me veo, se torear bien, y aunque es una faceta que no se ha visto tanto.
Y a un torero que está en un momento clave en su carrera, ¿qué le parece que Pedro Sánchez nombrara al antitaurino Ernest Urtasun como ministro de Cultura?
-A mí no me da igual, me preocupa y mucho, estábamos mal pero ahora vamos en un camino que se prevé mucho peor. Algo así no nos beneficia para nada. La situación es crítica y nos pueden hacer daño. Está claro que a bien no vamos a ir. Realmente no sé qué se puede hacer, ni qué está en nuestras manos, incluso puede que yo no sea el más indicado, pero deberíamos hacer algo antes de que actúen para mal. Quitar no nos van a quitar, pero nos pueden hacer daño.
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10 PASEÍLLOS. Villoria (López Gibaja), San Agustín de Guadalix (Dolores Aguirre y Escolar), Ceret (Saltillo y Los Maños), Vitigudino (Miura y El Canario), El Burgo de Osma (Couto de Fornilhos), Marchamalo (Baltasar Ibán y Pincha), Añover (Saltillo), Bilbao (Dolores Aguirre), Las Ventas (Valdellán y Juan Luis Fraile) y Madrid de nuevo (El Pilar) son las 10 corridas y las ganaderías lidió en 2023 Damián Castaño. Toreó dos más en Tocabamba (Perú) en septiembre.
68 CORRIDAS DE TOROS. Desde que tomó la alternativa en Gijón (14 de agosto de 2012, Damián Castaño acumula 68 corridas de toros en España, Francia y Portugal. Cuatro en 2012, siete en 2013, cinco en 2014 y 2015, tres en 2016, dos en 2017, seis en 2018, cinco en 2019, ocho en 2021, trece en 2022 y diez en 2023. Hasta 2022, año en el que confirmó en Las Ventas no toreó en una plaza de primera categoría y la pasada ha sido la campaña más relevante de su carrera.
Andrés Sánchez se convirtió el pasado mes de septiembre en el cuarto apoderado de la carrera de Damián Castaño que tuvo en José Ignacio Cascón a su primer mentor, desde su etapa novilleril hasta 2017, que fue su quinta campaña completa tras la alternativa que tomó en Gijón (14 de agosto de 2012). En 2018 arrancó ya con Carlos Sánchez como nuevo apoderado y se mantuvo hasta que en 2022 el torero cerró esa etapa y entregó la gestión de su carrera a Ángel Guzmán con quien finalizó el pasado mes de septiembre.
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