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A Cayetano le rodea un halo de misterio. Su mirada impacta, le da un carácter de distinción. En la distancia corta ofrece confianza. Responde convencido de sus argumentos. Ha crecido dentro de la familia del toro, podía haber buscado una vida acomodada y, sin embargo, prefirió seguir la ruta que le marcaban sus genes dentro de los ruedos. Es hijo, nieto, hermano, sobrino... de figuras del toreo. Conoce la exigencia y sabe la responsabilidad que conllevan sus apellidos. “Aún hoy me responsabilizan, esa preocupación aún hoy la tengo. Se que no puedo tirar por la borda toda la historia”, afirma Cayetano Rivera Ordóñez. Con él nos citado en El Campo de Ledesma, donde se crían y pastan los ‘jandillas’ de Antonio Palla. Botos camperos, ajustados y apretados al tobillo, calzona azul marino, por dentro camisa blanca y cubierta con un jersey de hilo fino gris perla. Cayetano viste en torero. Se revolvió la tarde a última hora. Una puntual tormenta de verano retrasó el tentadero y adelantó la entrevista. Luego salió el sol, ya sin fuerza en el cielo de La Moscosa, y se hizo la noche viendo torear. El campo sigue su curso, aún en tiempos de coronavirus...
La situación que vivimos, derivada de la pandemia, ¿puede tener alguna lectura positiva? ¿De qué puede servir? Si sirve de algo...
Lo único positivo que le veo es haber podido pasar más tiempo con mi familia. No le veo nada bueno. Ya que ha venido, nos debería de haber servido a todos este tiempo para reflexionar. Que a los ganaderos le hayan dado la opción, ya que han tenido la obligación de quitarse ganado de encima, mejorar la calidad siendo mucho más selectivos. Y el torero... para el torero fue un tiempo perdido.
Y el aficionado, ¿teme que se haya podido desenganchar y eso se refleje cuando se pueda volver a los aforos con el 100%?
Sin duda afectará, pero no solo al sector taurino. Esta pandemia nos ha obligado a todos a buscar otro tipo de ocio, de entretenimiento... La mejor forma de combatirlo es echar toda la carne en el asador. Todos venimos con muchas ganas, que embistan los toros y los toreros demos tardes que sean para el recuerdo. Si eso ocurre, se recuperará la afición y generaremos nuevos públicos. Así que todos tenemos una gran responsabilidad, ganaderos y toreros, de intentar remontar de la mejor forma.
¿Cómo se puede hacer para llegar más al gran público y el toreo tenga más presencia y representación dentro de la sociedad?
Creo que la época dorada del toreo de la que hablas no va a volver. No por nada, ni porque los toros sean diferentes. Hoy hay otros entretenimientos y más opciones. Antes los toros era lo único, pero sí es verdad que se ha perdido el contacto con esas otras artes que siempre se alimentaron de la tauromaquia, la música, la pintura, la escultura... Falta esa conexión que hace que llegue a más gente. Este tiempo también ha tenido que servir para reinventarnos y que los empresarios se fijen también en cómo llegar al público. Cada público es diferente y le llegas de una manera distinta. La comunicación es fundamental y clave. A mí me preocupa mucho como se haga la comunicación de una corrida de toros, cómo se promocione. Son aspectos muy importantes que hay que cuidar y detallar muy bien.
Y la cita de Guijuelo, ¿qué supone? Al haber menos festejos, de las plazas de tercera también está todo el mundo más pendiente...
Más allá de eso, lo que siento es una gran responsabilidad en cada tarde. Sea la plaza que sea para intentar recuperar la afición. Voy a Guijuelo con gran ilusión, como si fuera a torear a La Glorieta. La responsabilidad está claro que es diferente pero el compromiso personal es muy grande. Guijuelo, es una fecha señalada para disfrutar de mi profesión y una oportunidad para darle el sitio taurino que merece este pueblo por su gran apuesta por la tauromaquia.
En su cartel que se mezcla todo, un torero mediático, uno emergente y novedad y un torero local. ¿Esa mezcla es la que se debe recuperar en los carteles de los pueblos?
A veces hay muchos intereses de empresarios-apoderados que han descuidado al aficionado. Ahora es importante devolverle la ilusión y pensar qué busca y quiere el público. Darle variedad, creo que el de Guijuelo es un cartel rematado, de mucho interés.
Y delante estará una corrida del maestro Capea, encaste Murube, ¿es otro guiño para los aficionados que piden variedad de encastes?
Esa es una materia complicada. El hecho de que se pierdan los encastes no es culpa de los toreros, no es que nosotros no llevamos los encastes variados a la plazas y por eso desaparecen. Si no los llevemos es porque creemos que no ofrecen el juego que pensamos nos va a permitir una expresión más artística. Eso quien lo tiene que cuidar son los ganaderos, tienen que tener las ganaderías controladas en el número de cabezas que puedan y ser más selectivos. Sería maravilloso poder recuperar los encastes, pero por desgracia algunos de esos ganaderos no puedan tener el tiempo necesario para dedicarle, porque no vivan de ello o porque tienen otras obligaciones prioritarias. Eso es una cosa que se culpa a los toreros, pero no tenemos culpa. Fui uno de los primeros que empecé a torear la ganadería de Capea cuando empezó a lidiar a pie. Antes estaba reservada para los rejoneadores. Y tuve suerte. Ahora voy con gran ilusión al reencuentro.
¿Qué le motiva, cuáles son los retos que persigue en el toreo?
Lo primero que necesito es ilusión. Para ponerte delante de un toro hay que tener ese sentimiento. La ilusión es mi combustible. Retos son todos, cada día es uno distinto y un compromiso. Y eso me motiva. Estamos en un momento crítico taurinamente hablando que, a la vez, tiene un componente de motivación para todos, toreros, ganaderos, empresarios...
¿Qué tiene el toreo para seguir jugándose la vida cada día?
Es un sentimiento, una emoción tan grande que sientes que precisamente fue lo que me hizo decidir ser torero. Intentar saber qué era eso, qué podía sentir una persona como para arriesgar su vida haciéndolo. Ahora lo sé, pero me cuesta encontrar las palabras.
Y aún así, sabiéndolo, quiere seguir en esa lucha... Más todavía en su caso sin ser una necesidad.
Yo vivo del toro pero no lo hago por necesidad. Tienes que hacerlo por un sentimiento mayor que por lo económico. El toreo es una filosofía de vida. Me entristece y me da rabia no encontrar las palabras para expresar lo que sentimos, porque esa pregunta me la han hecho mil veces. Se mezclan emociones, estar más cerca de la muerte es lo que me hace sentir más vivo que nunca. Es una mezcla de todo que lo hace único cuando tenemos la suerte de generar esa conexión de público-torero-toro. Cuando se consigue, no te cambias por nadie. Es distinto a todo.
Pudiera parecer que teniendo los apellidos que tiene, lo hubiera tenido más fácil en el toreo. Y no sé si lo tiene más fácil o más difícil incluso. Por las comparaciones y lo que suponen esos apellidos...
En mi caso, y creo que es igual para todos los que descendemos de una herencia en el ámbito que sea, toreo, boxeo... te sirve para arrancar y abrir puertas y contar con oportunidades, pero luego conlleva una exigencia mayor. Cuando tus antecesores han sido grandes genios, y en mi caso lo han sido y me siento muy orgulloso, en su estilo y su tauromaquia, la gente también quiere ver algo de esa genialidad en ti. No te digo que copias, a mí no me gustan las copias, pero sí buscan algo que reconozcan en ti lo que han podido vivir, escuchar, leer... Y, luego está el componente personal que uno siente con sus apellidos. Yo le tengo mucho respeto a esta profesión e intento mantener a la altura que mis posibilidades me permiten lo que lo dejaron mis antecesores, mi padre, mi abuelo, mi tío abuelo, mis tíos, mi hermano...
En su caso, lo difícil hubiera sido no ser torero y tener una vida cómoda...
Lo raro. Hubiese sido lo fácil, pero es lo raro. De hecho, en mi caso, además más raro aún porque debuté con 28 años. Parecía que estaba alejado ya de los ruedos cuando sorprendió esta decisión. Y en casa estaban todos muy preocupados por eso. Por lo que suponen mis apellidos. Había preocupación con qué iba a pasar. No podía llegar aquí ahora y... Uno siempre quiere estar a la altura, y eso es una preocupación que aún tengo. Siempre intento estar a la altura de lo que ellos consiguieron.
¿Cuál es la gran aportación de Cayetano al toreo?
No sé cuál es, ni siquiera si aporto mucho o poco. Lo que intento es hacer cosas que sumen. Mi visión, al haber tenido oportunidad de vivir otra vida anterior a la taurina me da un plus respecto al resto. La comunicación, cómo llegar, cómo transmitir nuestro mundo. Fíjate, hubo gente que veía la colaboración de Giorgio Armani como algo negativo. Algún crítico taurino... Imagínate que perdidos están. Qué visión tan limitada.
Ojalá muchas marcas, se fijaran en los toreros para dar mayor visibilidad a la tauromaquia...
Tu lo has dicho. Ojalá hubiese más repercusión del mundo del toro, de sus valores y los pudiésemos trasmitir al mundo. Son valores que definen una filosofía de vida, necesarios en el día a día: el esfuerzo, el sacrificio, el valor... son cosas que te hacen falta en tu vida. Y eso quiero pensar que es algo que le trasmitimos a la gente. Vengo de una familia que me ha inculcado desde pequeño el toreo, nadie me lo va a enseñar. Se lo que es y lo que supone. Perdí a mi padre en una plaza y no consiento que nadie me diga que un contrato con Armani sea negativo para la Fiesta. Esa gente no tiene ni idea lo que son los toros ni cómo transmitirlo. He tenido que sufrir críticas por ello pero lo seguiré haciendo.
¿Volveremos a ver las plazas de toros llenas?
Sin duda. Serán menos festejos pero habrá llenos. Vamos a bajar de festejos, un claro signo es la reducción ganadera. Ya la hubo en 2008 con la crisis y bajaron. Ahora ocurrirá igual aunque algunos ganaderos se empeñaran en mantener los toros del año pasado, los cinqueños. Es como la abuela que come siempre el pan duro porque tiene el del día anterior y no lo va a tirar. Entiendo que es una decisión difícil. Siempre dije que los más perjudicados de la pandemia son ellos. Los toreros no generamos ingresos, pero tampoco gastos y el ganadero tiene que dar de comer a sus toros a diario. Se que es una decisión difícil, pero no creo que sea la acertada la de lidiar los cinqueños. Y el año que viene con los cuatreños ¿qué hacemos?
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