Castañazo de Miura

Tuvo que salir un excelente toro de El Canario para redimir las penas en el descuento. Y de paso quitar el mal sabor de boca que dejó Miura a sus penitentes, que vivieron una morrocotuda decepción. Un castañazo en toda reglaque ni siquiera arregló la buena presentación de los astados, serios y en tipo. Se quedó ahí, en fachada nada más. Al final tuvo que ser ese buen sobrero quien permitió las únicas dosis de buen toreo de la tarde. Un toro codicioso, bravo, que tuvo una gran duración y que se empleó con entrega a la firme y dispuesta muleta de Damián Castaño, que ya fue todo arrebato con el de Miura y que volvió a serlo con este toro en puntas de El Canario. Muy asentado siempre, cuajó una fantástica faena al sexto en la que sobresalió sobre todo dos tadas de naturales en las postrimerías de gran empaque, gusto y comprometido trazo. Tenía las dos orejas en la mano... pero no mató bien ni uno ni otro.

Damián Castaño debutó con los de Zahariche y en Vitigudino con un cuatreño alto, estrecho de sienes y veleto de cuerna, que salió con mejor tranco y brío que el primero. Despertó la tarde con una ajustada larga cambiada de rodillas y un emotivo saludo a la verónica. Salió el Miura renqueando del caballo de Alberto Sandoval. Pareó con brillantez en el segundo encuentro Luis Miguel Amado, que saludó una ovación. Confío Damián en el toro incluso más de lo que merecía y se impuso a él con firmeza y gusto en cuanto le regaló media embestida. Le dio pausas entre las tandas y distancia en los cites de largo para administrar su poca fortaleza. Con esa inercia alargó un más unas embestidas que a partir de la segunda tanda ya la emprendió con el freno de mano puesto, reponiendo sus viajes. Con valor, oficio y buena dosis de exposición solventó Damián la papeleta. No se echó la muleta a la izquierda hasta el final de un trasteo que alargó en exceso y por eso le costó cuadrar para la suerte suprema.Luego llegó el quinario del descabello y rondó el fantasma de los tres avisos que libró de milagro.

El acaballado segundo echó las manos por delante con violencia en el saludo. De movilidad indómita quiso quitarle las banderillas de las manos a Fernando González y Cantora. Javier Castaño lo pasaportó con oficio esquivando y limando derrotes en los que la embestidas salían siempre por encima de la hombrera de la chaquetilla. Una movilidad incierta que resultó incluso casi más salvaje aún cuando lo intentó por el izquierdo. Acabó desentendido y la batalla resultó siempre farragosa y desgradecida. Con el quinto, más armónico, no tuvo opción ni de pasar miedo ante unas embestidas mortecinas. La porfía de Javier Castaño cayó en saco roto. Como la tarde si no es por Damián y El Canario.

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