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Barcial, la seriedad de una ganadería charra con aroma a otro tiempo

Imponente tentadero en La Matilla de la mano de Fernando Robleño y Manuel Escribano. Cinco años después el hierro volverá a lidiar en Francia: Beaucaire y Saint Perdon le esperan el próximo verano

Jueves, 14 de marzo 2019, 17:34

Imponía asomarse a las corraletas de la vieja plaza de tientas de La Matilla. No asomaban las puntas de las lustrosas y serias vacas de Barcial pero sí relucían como no se acostumbra a ver en el campo. Las cuatro vacas listas para probar su bravura llenaban por sí solas el escenario antes de saltar al ruedo. Dos de ellas estaban a punto de cumplir los cinco años, las otras dos ya eran utreras hondas y cuajadas. Como si fueran toros. Todo un espectáculo. Ni una concesión de cara a la galería. La seriedad manda y se impone en los tentaderos de Barcial. En el cuajo y hondura de las poderosas hechuras, en la seriedad de las defensas y también en el comportamiento. Una prueba de fuego. Ronda, Cornicorta, Cidrona y Coletona hacían sonar las viejas puertas de acero antes de salir al peculiar y cuadrangular ruedo formado por la pared de los corrales y tres fachadas de las viejas y bajas casas que dan forma a un peculiar escenario rematado por las asoleradas tejas de los viejos techos. Una corona antiquísima y bella. Una alfombra de hierba le da colorido al tapete sobre el que se dilucida el misterio de la bravura que resalta con el espectacular pelaje de las vacas. Un examen para el más atrevido: Berrendas en negro, luceras y caretas, axiblancas, aldiblancas, bragadas, meanas, jironas, calceteras, rabonas, coliblancas, nevadas, capirotas...

El sol templado caía a plomo de manera plácida en esta primavera adelantada. Fernando Robleño y Manuel Escribano eran los toreros invitados. El torero de San Fernando se ha convertido en uno de los habituales de la casa en los últimos inviernos, el de Gerena se estrenaba en estos lares. Llegaba advertido de que en Barcial no existen las concesiones. No son tientas al uso. Imprimen carácter. Ambos se presentaron puntuales a la cita. Y ambos dieron la cara en una prueba exigente: Fernando Robleño reconoce que los tentaderos en Barcial son el termómetro perfecto para saber cómo está de preparado un torero antes de afrontar el reto de la plaza de toros: “Aporta y sirve como si fuera una vara de medir. Ese trapío de las vacas, esas caras y ese tamaño... Sirven para medirte física y mentalmente. Te sirven para calibrar si tu estado de entrenamiento está en condiciones aptas para afrontar una temporada, para saber si de verdad estás listo. Así lo afronto yo cada años las citas de Barcial”, reconoce el veterano torero madrileño de San Fernando (13 de septiembre de 1979) que en junio cumplirá 19 años de alternativa. Manuel Escribano tenía referencias de cómo son los tentaderos en Barcial, pero aún no había vivido la experiencia. El sábado lo comprobó de primera mano: “No lo conocía y la verdad es que te choca un poco pasar tanto miedo en el campo, por el volumen, la seriedad, las puntas de las vacas... Uno no está acostumbrado a encontrar esa seriedad en un tentadero”, confiesa el diestro sevillano antes de confesar: “Es un sitio singular, la plaza antigua, todo tiene un sabor añejo. Las embestidas de las vacas te recuerdan a lo de Barcial antiguo que veía en los vídeos. La verdad es que es algo único que se vive en un lugar emblemático. Antes de venir uno se mentaliza pero la verdad es que nunca se espera una historia así”.

La historia de los Vega Villar de Barcial está a punto de convertirse en centenaria, después de que en esta familia comenzara su andadura con estos toros en los años veinte del siglo pasado. Jesús Cobaleda es ya la cuarta generación que mantiene y da continuidad a lo que se ha convertido ya en un encaste que conservan casi en exclusividad. Pese a su juventud mantiene la esencia de los tentaderos, poco habituales y muy distintos a los que se estilan en la cabaña brava de todo el mundo; por la edad de los animales y por la seriedad que les acompaña: “Creemos que el comportamiento de la vaca con cuatro, cinco, seis años, tiene más importancia y seriedad que las que se tientan con dos. Se definen más y tiene mucha más importancia en todo”, confiesa Jesús Cobaleda, el ganadero de Barcial; quien pone sobre la mesa las claves de sus tentaderos: “El inconveniente es que cuando vemos el juego de esas vacas casi siempre ya han criado algún producto, ya que siempre las echamos a los toros antes de tentarlas”. La manera y la filosofía de llevar a cabo estos tentaderos no es nueva en esta casa. Es como siempre se ha hecho: “Yo se lo vi siempre a mi padre, y él a mis abuelos y antepasados. Lo sigo haciendo como me lo enseñaron”; puntualiza Jesús Cobaleda. Vacas imponentes, muy serias, con distinguido cuajo en las hechuras y también en el comportamiento en el ruedo podría parecer una dificultad para encontrar toreros que quieran ponerse delante en el campo para probar su bravura: “Al revés, para los tentaderos tenemos una gran demanda. A los toreros les encanta; e incluso tenemos peticiones de alguna figura para venir a casa, aunque luego no nos quieren torear las corridas de toros...”, comenta con una ligera sonrisa el ganadero de Barcial: “A veces a nosotros no nos sirve, pero a los toreros sí, es como si fuera un toro y eso les da mucho sitio”.

Jesús Cobaleda: “Creemos que el comportamiento de las vacas con cinco o seis años tienen más seriedad de las que se tientan con dos. Se definen más y tienen más importancia”

Camada para 2019. En Barcial se conserva un centenar de vacas de vientre que es una de las reservas casi exclusivas del encaste Vega Villar, junto con las de Francisco Galache y las que Victorino Martín, que ahora ha ampliado con la compra (a medias con Antonio Ferrera) de la ganadería de Caridad Cobaleda. “Es un orgullo seguir con esta línea ganadera que siempre hemos tenido en mi familia. No veo como ganadero con otro tipo de toro diferente en mis manos. Es lo que hemos tenido siempre y es el toro que nos gusta y en el que creemos. Es diferente al resto”. Este año, en la finca La Torre (en San Pedro de Rozados), que es donde pastan los machos de la ganadería —las vacas lo hacen en La Matilla—; aguarda una camada de tres cuatreños (uno ya se lidió en el Carnaval de Ciudad Rodrigo, otro irá a las calles de Valencia y uno más aun está por definir), además de más de una veintena de utreros: Lidiará una novillada picada en el mes de julio en Beaucaire (Francia) y otro más en la novillada concurso de finales de agosto en Saint Perdon, en los que supone su retorno al territorio galo cinco años después de la última vez que cruzaron los Pirineros: “Francia es nuestro mejor cliente y siempre tenemos mucha demanda para las calles”, puntualiza Jesús Cobaleda antes de reconocer la fiel apuesta que siempre hacen algunos pueblos con su ganadería. Por ejemplo Miranda del Castañar, donde este año volverá a lidiar sus reses. La camada de ‘saca’ se completa con otras dos novilladas sin picadores que aún no tienen dueño.

Fernando Robleño: “Los tentaderos en Barcial sirven para medir si tu estado físico y anímico está en condiciones para afrontar una temporada”

Fernando Robleño, que se ha convertido en uno de los toreros de la casa de Barcial en los últimos años, abrirá su temporada el 7 de abril en San Martín de Crau (Francia) para lidiar mano a mano una corrida concurso de ganaderías galas, que será la antesala de la corrida de Victorino Martín que estoqueará el Domingo de Ramos en Las Ventas, donde vuelve tras la fantástica actuación que firmó el curso pasado en este escenario ante un santacolomeño toro de Valdellán, que resultó uno de los hitos destacados del pasado curso en el coso de la calle Alcalá. Aquella tarde ha abierto nuevas perspectivas en la carrera de Robleño: “Es una temporada que a priori se plantea ilusionante y bonita. El año pasado por estas fechas estaba todo bastante peor; este ya hay 6 ú 8 corridas de toros medio confirmadas, y se que voy a pisar plazas importantes. Eso es ilusionante pero más aún es ver cómo me estoy encontrando delante de los animales y a la vez ver cómo está evolucionando mi tauromaquia que espero se vea reflejado en la plaza. Es la gran ilusión. Queda torero para rato...”, concluye el torero.

Manuel Escribano (Gerena, 21 de agosto de 1984) abrió su campaña el pasado 10 de febrero en Valdemorillo (Madrid) cortando dos orejas a los toros de Miura. El 19 de junio cumplirá tres lustros de alternativa y dice que se encuentra en un estado óptimo: “El año pasado al final de emporada flaqueé un poco porque no me embistieron los toros en ningún sitio y necesitaba una motivación nueva, que he encontrado con mi nuevo apoderado (José Luis Moreno)”. Escribano marca las nuevas ilusiones para el curso de 2019: “Este año estoy muy redondo, en un momento de madurez total que será clave para reivindicar y conquistar mi sitio y mi hueco en las grandes plazas. Es el sitio que tengo que reconquistar”, concluye el torero de Gerena.

Barcial, Robleño y Escribano, la cara honrada y no siempre reconocida del toreo. La cara en la que manda el toro dentro de un selecto grupo de aficionados y a partir del que se respeta al torero más que en ningún otro cartel, alejados de las campanillas y donde se experimentan otras emociones diferentes. Ni mejores ni peores. Pero sí distintas y compatibles. Y ahí radica también su grandeza y su distinción.

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