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Tomás Rufo y Alejandro Marcos salen a hombros. ALMEIDA
Alejandro Marcos y Rufo, a hombros en Alba de Tormes

Alejandro Marcos y Rufo, a hombros en Alba de Tormes

El salmantino desoreja al tercero de la tarde al que se le dio la vuelta al ruedo tras pedirle el indulto; mientras que Rufo sale de la cubierta con un botín de cuatro trofeos

Lunes, 25 de abril 2022, 01:10

Una arrebatada faena de Alejandro Marcos ante un bravo Chismoso y la autoridad, el aplomo y el temple de Tomás Rufo fueron las notas álgidas de un festejo al que le faltó el calor de una mejor respuesta de aficionados. La corrida desigual de hechuras, armónica y pobre de defensas, estrecha de sienes, tuvo una excepción, que fue precisamente ese Chismoso de más ancho frontal, que curiosamente resultó el más bravo de Garcigrande. Se le dio la vuelta al ruedo después de que se le pidiera un indulto que no venía cuento. Esa insistencia en la que cayó Alejandro Marcos le pudo traicionar ya que le costó cuadrarlo para la suerte suprema. Allí había brotado el pasaje más intenso con un explosivo inicio de rodillas. Derrochó valor, pureza, entrega y verdad de más de una veintena de muletazos casi sin enmendarse.

Alejandro Marcos trató de ponerle variedad a toda la tarde. Ganó terreno en una original apertura por molinetes a pies juntos y pases de la flores ligados e intercalados a Sonsonete, el primero, que tuvo una gran prontitud, entrega y fijeza. Le costó encontrarle el temple y que le salieran aseados los derechazos. Los limpió más y mejor por la izquierda aunque por ahí al toro le faltó la intensidad del pitón derecho. Original y distinguido en los inicios y finales le puso arrebato y disposición. Los enganchones que llegaron en los momentos más inoportunos ni le hicieron bien al toro ni sirvieron al torero para que aquello tuviera rotundidad.

Bajo de hechuras pero más destartalado de cara, embistió de capa el tercero como ninguno lo había hecho y Alejandro Marcos lo cuajó a la verónica en el mismo platillo para rematar con media abelmontada. Quitó por chicuelinas y tafalleras. Y a partir de ahí vino el momento más vibrante. Muy verdadero. También el más arriesgado. Y el más bello. El inmenso inicio con aquella veintena de derechazos de rodillas en tres series tremendas, una de ellas al natural. Las abrió con dos faroles de rodillas. Se desató Alejandro Marcos que se espoleaba así ante el torbellino de Rufo, que había conquistado con una superioridad de asustar. No con demasiada brillantez pero sí con una autoridad, aplomo y temple en su primero que hacían presagiar mucho. Bárbaro en la serie siguiente, ya erguido, el de La Fuente toreó muy bien al natural que abrochó con tres circulares por la espalda inmensos y casi interminables que dieron un plus de intensidad a un trasteo original, variado, distinto. Se pasó de metraje en busca de un indulto absurdo que no venía a cuento. Y esa insistencia jugó en su contra, ya que le costó un mundo cuadrar. Perdió así la intensidad que había logrado antes. Al palco, que aguantó la petición de indulto, se le olvidaron los avisos.

Alto, largo de hechuras y basto fue el quinto, estrecho de sienes y abrochado de su reducida cuerna. Abanto y distraído de salida, cortó en banderillas; y llegó sin recorrido y desentendido a la muleta. Fue el peor del envío. Montado siempre y con la cara midiendo por las hombreras Alejandro Marcos le puso disposición. No había otra.

Aplomo y temple de Rufo

Cogió trasero Manuel Sayago al segundo en un puyazo en el que empujó con la cara arriba y un solo pitón. Se llamaba Cazafortunas. No tenía ninguna en sus pitones. Se dio una espectacular voltereta que no ocultó su comportamiento informal. Pero rápido le bajó los humos Tomás Rufo, con un poderoso inicio con la pierna flexionada. El inicio y la seguridad que mostró después hizo que el toro mejorara y sacara el fondo de nobleza que escondía. Temple y limpieza en los muletazos. Se inventó una faena a base de firmeza, seguridad y asiento. Con ello armó una obra que no cualquiera hubiera sacado ante un toro así, sin clase, incómodo y que no decía nada. La lentitud, seguridad y rectitud con la que enterró el acero en lo alto ratificaba las buenas vibraciones. El gran toreo de capa al cuarto pasó casi desapercibido. Este fue el de menos cara y más volumen y alzada del sexteto. Puso en apuros a Ángel Rivas contra las tablas tras coger el caballo por los pechos y levantarlo en vilo. Tuvo el toro una bondad exquisita, y Tomás Rufo lo cuajó a placer con la mano izquierda. El trazo y la dimensión de los muletazos le daban a todo un cariz especial y distinto. Siempre estuvo presidido por el temple y la capacidad para torear despacio. Con una bondad y nobleza exquisita tuvo el defecto de escarbar antes del inicio de cada serie. Y la del torero, en este y en los otros dos. De alargar en demasía las faenas. Le falló la medida. Este cuarto acabó exhausto. Más vibración e intensidad tuvo el sexto, un Mafioso que empujó con violencia y arrebato en el caballo de García Marugán en una emotiva pelea. Y lo hizo también en los primeros pasajes de la faena de Rufo. Que tuvo el mérito de imponerse, de someterlo y de poderle en series largas y con frenesí. Sin embargo cuando el toro se sintió podido, bajó la persiana e incluso se puso molesto. Alargó en exceso.

A esas alturas, en los dos últimos capítulos, la tarde ya había entrado en barrena. En el ecuador del mano a se alcanzó el frenesí. La rivalidad no se hizo patente aunque ambos enseñaran el colmillo...

6 TOROS DE GARCIGRANDE (Justo Hernández), desiguales en su justa presencia, variadas hechuras, cuajo, pesos y caras. El 1º y 5º con el hierro de Domingo Hernández. De buen juego el 1º, aplaudido en el arrastre; deslucido el 2º; bravo y de gran clase el 3º, Chismoso de nombre, número 17, negro de capa y nacido en diciembre de 2017 que fue premiado con la vuelta al ruedo; noble y bondadoso el 4º; sin recorrido ni entrega el 5º; y encastado que terminó apagado en cuanto se sintió podido el 6º.

ALEJANDRO MARCOS (celeste y oro)

Dos pinchazos, y estocada atravesada que asoma —ovación—; estocada defectuosa, trasera, perpendicular y atravesada rematada con tres descabellos —dos orejas—; y media estocada tendida y estocada delantera —ovación—.

TOMÁS RUFO (verde hoja y oro)

Estocada —oreja—; estocada —dos orejas—; y dos pinchazos y estocada —oreja—

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