La miniserie de Netflix que está arrasando: un adictivo thriller que se ve en una tarde

Hacía tiempo que una miniserie no me enganchaba tanto; de hecho, en una tarde me acabé los seis episodios casi sin darme cuenta. A simple vista, la trama no parece innovadora. Desde '2001: Odisea en el espacio', el miedo a las nuevas tecnologías se ha convertido en un recurso recurrente en el cine y las series. Con el auge actual de la inteligencia artificial y las casas inteligentes, era cuestión de tiempo que, más allá de 'Black Mirror', surgieran ficciones que explotaran este tema y lo petaran hasta colarse entre lo más visto de Netflix, como es el caso de Cassandra, un éxito más que merecido desde mi punto de vista.

Para quienes crecieron viendo 'Los Simpson', recordarán el episodio de 'La casa-árbol del terror XII', donde la familia amarilla contrata un asistente robótico que realiza las tareas del hogar, pero que trata de matar a Homer tras enamorarse de Marge. Una premisa que bien podría servir para contextualizar este thriller.

Esta serie alemana no se anda con rodeos y desde el minuto uno va al grano: Cassandra es una inteligencia artificial que controla una casa de los años 70 y es peligrosa. Esto es algo que sospecha Samira, una mujer que se muda con su marido y sus dos hijos a la casa para dejar atrás una tragedia familiar que la ha marcado profundamente.

Aunque su mayor problema no es ni la IA que la amenaza de muerte y pone a su familia en su contra, ni el duelo por la muerte de un familiar que arrastra, sino que su marido es un completo imbécil. La serie mezcla terror y suspense con la frustración de ver a un personaje tan pánfilo en contraposición al arrojo y la inteligencia de su mujer, a quien acaban haciendo creer que está loca.

El vertiginoso ritmo que consigue la serie no deja que el espectador caiga en el aburrimiento ni un solo segundo, de hecho, si ya es difícil mantener el interés, más lo es sorprender a la audiencia hasta el último momento, incluso cuando cree tenerlo todo atado.

La serie presenta un complejo entramado en la que guionisa y telespectador pactan ciertas licencias de inverosimilitud para facilitar la fluidez del argumento (se roban documentos del archivo municipal con facilidad, se logra escapar sin complicaciones de un centro psiquiátrico, etc)

Intentando no hacer spoilers, Cassandra es más que una IA: podría ser el vestigio de lo que una vez fue una persona real, una mujer con un pasado complejo con la que es inevitable empatizar, sobre todo al ver que su desgracia se asemeja a la de Samira: su marido podrá ser un poco más inteligente, pero está por ver que sea mejor persona.

Parece que la vida se ha cebado con una maternal 'Cassandra' que solo buscaba lo mejor para su familia, y que ahora es un cúmulo de chatarra con muchos secretos a sus espaldas y una maldad que no es propia de la mujer que un día fue.

El final de la serie es un tanto abrupto, aunque cierra bien todas las tramas, se echa de menos una escena corta de diez minutos en la que se vea cómo los personajes han continuado con su vida en vez de dejarlo a la imaginación. Quizá Netflix esté pensando en una segunda temporada.

El peligro de muerte constante, los incesantes flashbacks, el pasado oculto de los personajes y los dramas añadidos —romances homosexuales complicados, nuevas vidas, viejas heridas, etc— convierten esta serie en una experiencia absorbente.

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