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S.H., el recluso del centro penitencio de Topas que aprovechó su trasladado al Hospital de Salamanca—el pasado jueves 7 de marzo— para darse a la fuga permanece en régimen cerrado desde su vuelta a prisión. En concreto, en el ... módulo de aislamiento tras la aplicación de limitaciones regimentales como consecuencia del incidente.
En la mañana de este jueves, la Junta de Tratamiento—un órgano colegiado presidido por el director del centro y compuesto por un conjunto de profesionales multidisciplinares relacionados con el tratamiento penitenciario—se ha reunido para establecer la situación del veinteañero de origen marroquí tras haber sido condenado a cuatro meses de prisión por un delito de quebrantamiento de condena en un juicio rápido que se celebró al día siguiente de su arresto, después de pasar esa noche en los calabozos policiales.
Según ha podido saber LA GACETA por fuentes próxima al caso, las dos propuestas a ejecutar que han planteado los integrantes de la junta han sido un posible traslado de centro penitenciario o una regresión de grado—de segundo grado o grado ordinario a primer grado o régimen cerrado: «Considerado el más restrictivo y riguroso», han detallado las mismas fuentes. Tras la reunión, ahora será la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias quien tome la última palabra y determine la situación del recluso en un plazo de una o dos semanas aproximadamente.
La fuga de S.H. fue llamativa, casi de película porque provocó un gran despliegue de patrullas de Guardia Civil, Policía Nacional y Policía Local que durante seis horas peinaron los alrededores del Hospital, con colegios y facultades muy próximos, para localizarlo temerosos de que pudiera hacer algo.
Afortunadamente no fue así y tras difundir la fotografía por redes sociales, a primera hora de la tarde y gracias a la colaboración ciudadana, pudo ser al fin detenido en las proximidades del cementerio.
Cabe recordar que el recluso cumple condena por varios robos con fuerza. No está precisamente considerado como violento y antes de su huida se encontraba en el módulo 7 del centro penitenciario salmantino.
En su comparecencia ante el juez de guardia, el fugitivo manifestó simplemente «no acordarse de nada» y en el juicio rápido se conformó con la pena solicitada por el fiscal, que le permitió acogerse a la reducción de la pena que marca la Ley—el juicio rápido ofrece la posibilidad, una vez reconocidos los hechos imputados, de que el infractor puede beneficiarse de la reducción de un tercio de la pena—. Así las cosas, la condena por su llamativa fuga quedó finalmente en cuatro meses de prisión, tiempo a añadir a la condena que aún le queda por cumplir—una condena corta de no más de cinco años—.
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