SALAMANCA
Martes, 30 de abril 2024, 06:15
De sobra conocido en círculos judiciales, policiales y también penitenciarios, este martes se sentará de nuevo en el banquillo de acusados y lo hará una vez más por quebrantar la orden judicial de destierro de Salamanca y de toda la provincia. Orden que incumplió a mediados de mes, cuando la Policía le identificó en el entorno de Cruz Roja. F.S.S., alias 'El Pipe', se negó en aquel momento a aceptar la pena solicitada por la Fiscalía y de tal manera la rebaja en la pena prevista por la Ley, de modo que hoy será trasladado desde la prisión de Topas, a donde regresó el jueves, para enfrentarse a una nueva condena de doce meses de cárcel.
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«Si me tengo que ir... si no tengo dinero, me vais a obligar a robar». Con esta y otras lindezas similares, se despidió del Juzgado de Guardia con motivo de esa detención. Fuentes del caso señalan a LA GACETA que una vez más durante su paso por dependencias policiales y judiciales, donde no negó que hubiera incumplido el alejamiento pero aseguró que lo había hecho para visitar a su hermano enfermo, hizo de nuevo gala de su agresividad.
Y es que su actitud ha convertido en un auténtico calvario la vida de los vecinos de Valero y también de otras localidades próximas. Y es que, según cuentan a LA GACETA los propios vecinos, poco antes de Semana Santa y a pesar de la orden de destierro, 'El Pipe' volvió a Valero, que no es su pueblo natal, pero de donde desciende su familia que todavía conserva la propiedad de la vivienda de su abuela, que en paz descanse.
Una vivienda medio derruida, difícilmente habitable, señalan los vecinos, pero en la que ha estado viviendo estos meses hasta que, para alivio de los vecinos, aseguran, ha vuelto a ingresar en prisión.
Y es que a su historial plagado de antecedentes, se une el hecho de que el vecindario sospecha que ha tenido que ver en la desaparición de un perro, pequeño pero de raza, de uno de ellos; la sustracción de una cartera con alrededor de 400 euros a unos obreros y numerosos hurtos como el de una bicicleta de un niño, una gorra, unas zapatillas y hasta la ropa de los tendederos de múltiples vecinos.
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Sustracciones oportunistas pero frecuentes que, según comentan, les ha llevado durante su última estancia en Valero a extremar las precauciones. Tanto es así que, aseguran, se han visto obligados a cerrar la puerta con llave cada vez que se ausentan de sus domicilios, por poco tiempo que sea o a prestar mayor atención a las salidas y vueltas a casa de sus hijos menores para evitar que pasen un mal trago si se lo encuentran.
Una situación que tras ser puesta en conocimiento de los Cuerpos de Seguridad, motivó de nuevo su arresto y ahora, tras su reciente vuelta a Topas, será juzgado por las causas pendientes, la primera este martes.
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