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El párroco bejarano acusado de agresión sexual: «Le di varios abrazos pero a modo de acogida, de acercamiento»

El párroco bejarano acusado de agresión sexual: «Le di varios abrazos pero a modo de acogida, de acercamiento»

Cuando la Policía se presentó en mi casa: «Me quedé de piedra, me tuvieron que atender un poquito». El denunciante mantiene que desde el primer momento el sacerdote «le empezó a magrear»

Martes, 7 de mayo 2024, 11:27

El Juzgado de lo Penal número Dos de Salamanca acoge en la mañana de este martes el juicio contra F.P.L, el párroco De la Iglesia Santa María de Béjar acusado de un delito de agresión sexual.

En su declaración, el sacerdote se ha mostrado apesadumbrado por la denuncia, ha reconocido que efectivamente el 17 de junio del año pasado organizó una comida a la que acudieron otro sacerdote, su sobrino y otro chico, aunque dijo que desconocía que estos dos últimos eran entonces pareja y se mantuvo firme en que en ningún momento actuó con ánimo lascivo con el denunciante, que le dio abrazos, pero «a modo de acogida y acercamiento», nada más.

Comieron en el Hogar de San José de las Hermanitas de los Pobres Desamparadas de Béjar. Después de la comida el otro cura se fue a echar la siesta y él se quedó a solas con los chicos y fueron a la iglesia de Santa María, de donde el acusado es párroco, uno de los «chavales», el sobrino del otro sacerdote, se fue a tocar el órgano arriba porque le gusta y tiene la afición desde que fue seminarista, mientras que el otro, el denunciante, se quedó con el acusado que se dispuso a enseñarle la iglesia y las obras de arte que alberga: «Le gustaba el arte y estuvimos visitando los elementos de la misma».

El acusado asegura que en ningún momento entrecruzó las piernas con las del chico mientras comían, como mantiene el denunciante: «Es imposible porque la mea es ovalada, mide 1,80 y estábamos en los extremos».

Niega también haberle echado gel hidroalcohólico, ni con ánimo libidinoso como sostiene el denunciante ni sin el, porque desde el año 2020 a la entrada de la iglesia tienen agua bendita: «Lo que sí hice fue entregar el agua bendita, pero no le masajeé las manos».

«Le fui enseñando los lugares de arte, explicando el contenido no solo artístico sino también espiritual, y en algunos momentos le manifestaba una cercanía, una acogida, con un abrazo… le di varios abrazos», ha reconocido F.P.L., pero sin ningún ánimo malicioso, ha insistido.

Acto seguido fueron a preparar la celebración de la misa, en la que los dos chicos iban a participar, así que fueron a probarse los trajes y mientras el sobrino del cura tocaba el órgano, ayudó al otro para ajustarle el traje por la zona de los riñones. «En absoluto aproveché para tocarle, solamente para ceñirle el cíngulo», aseguró el acusado, que dijo que en ningún momento ninguno de los chicos dijo nada ni notó que se encontraran a disgusto o mal.

Se enteró de la denuncia ese lunes por la mañana cuando la Policía se presentó en su casa: «Me quedé de piedra y me tuvieron que atender un poquito», dijo.

El denunciante, que ha declarado a través de videoconferencia al ser de fuera de la provincia, ha mantenido que ya durante la comida, el acusado «empezó a magrearle, le cogió sus piernas con las suyas… no daba crédito».

Asegura que sí le echó gel hidroalcohólico y «cogió sus manos y se las empezó a sobar, era surrealista», ha manifestado.

Mientras su pareja tocaba el órgano arriba, ha dicho, «se le abalanzaba encima, lo pasó muy mal porque no entendía la situación y era la primera vez que le pasaba algo así en una iglesia».

«Para mí todo esto fue una agresión porque en ningún momento yo le di iniciativa», ha añadido el denunciante.

Por su parte, el sobrino del otro sacerdote, que era pareja del afectado en ese momento, ha mantenido igualmente las acusaciones, asegurando que el sacerdote «restregaba sus manos sobre las de él de un modo que a su modo de ver no es normal».

«Era como un juego de niños, una cosa muy desagradable, muy sutil, yo no vi lo que pasó debajo de la mesa pero si la cara de circunstancia de él -en relación a la de su expareja-», describió, apostillando: «Este señor -por el acusado- es como si fuera un juego de niños, poniendo las manos donde no se debe».

«Mientras estaba tocando el órgano estaba viendo cositas que no me parecieron normales», ha relatado, precisando a preguntas de la defensa que aunque estaba tocando, miró un momento para atrás pudiendo entonces apreciar esas "cositas que no le parecieron normales". Después de la supuesta agresión en la sacristía, ha asegurado que el afectado le dijo que se fueran de allí y le manifestó que «este señor había estado lo que se dice vulgarmente metiéndole mano».

En sus escritos de calificación inicial la Fiscalía pide un año de cárcel y 43 euros de indemnización al perjudicado por las lesiones (con responsabilidad civil subsidiaria de la Diócesis de Plasencia), la acusación particular le solicita dos años y medio de prisión y 10.000 euros de indemnización.

La defensa, por su parte, mantiene que su cliente es inocente, de manera que pide la libre absolución.

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