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Jueves, 10 de marzo 2022, 21:33
El juicio contra L.N.G., el hombre que a finales del año 2018 fue localizado tras ser buscado durante quince días por haberse llevado a sus dos hijos de 7 y 5 años sin el permiso de su madre, con residencia en Vizcaya, y ocultarse con ellos en Ledesma y que más tarde se enfrentó a los policías que le detuvieron llegando a propinar un mordisco en un dedo a uno de ellos, según le acusa el Ministerio Fiscal, ha quedado visto para sentencia.
Un juez de Vizcaya le condenó en el mes de enero de 2019 por el delito de sustracción de menores, ahora se enfrenta a dos años de prisión por un delito de atentado a los agentes de la autoridad y a 360 euros de multa por otro leve de lesiones que le pide el fiscal, además de 40 euros de indemnización al agente perjudicado.
El Juzgado de lo Penal número Dos de Salamanca acogió este jueves el juicio por este altercado respecto al que el acusado niega cualquier culpa y asegura que lo único que hizo fue defenderse de los policías. Según informan fuentes del caso a LA GACETA, en sus declaraciones no solo ha mantenido su inocencia, sino que ha llegado a asegurar tajante que “fue el policía el que le metió sin querer el dedo en la boca y él sin querer la cerró”. Mientras tanto, el agente afectado manifestó que le estaba sujetando por detrás por la parte del pecho cuando de repente el acusado bajó la cabeza y le mordió.
En septiembre de 2018, L.N.G. saltó a las portadas con motivo de su detención en Ledesma. Tras la denuncia de la madre de los pequeños, los agentes habían conseguido localizarle, después de quince días en paradero desconocido y tras ser buscado por toda la geografía nacional. Se le detuvo entonces por llevarse a sus dos hijos menores de edad, tal y como había denunciado su expareja y madre de los pequeños. Tras localizarles, los niños fueron entregados a su madre. Un juez condenó en sentencia del 21 de enero de 2019 a L.N.G. como autor de un delito de sustracción de menores.
Según el relato del fiscal, con motivo de su localización en compañía de los dos pequeños, L.N.G. tuvo que ser reducido tras oponerse a ser identificado por los policías, momento en el que les espetó: “Quedaos con mi cara porque me veréis en la televisión muy pronto”.
Una vez en la celda, empezó a dar golpes y a gritar diciendo que se iba a quitar la vida, que no podía respirar y que tenía los cordones de los zapatos que iba a utilizar para ahorcarse. Cordones que los policías tuvieron que quitarle al negarse él a hacerlo por sí mismo y permanecer en su actitud agresiva, llegando a tirar un vaso de agua que le habían dado los agentes, a revolverse e incluso a propinar un mordisco a uno de ellos, que afortunadamente llevaba guantes de protección.
Con insultos del tipo “asesinos”, “gandules”, “sirvientes” o “vagos”, entre otras lindezas, siguió dirigiéndose a los efectivos policiales, arrojando igualmente el desayuno contra la pared.
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