![El juez impone la pena máxima al asesino de Santa Marta: 25 años de prisión](https://s1.ppllstatics.com/lagacetadesalamanca/www/multimedia/2024/10/07/david-Ra2whchi8klydiAYrZ6fs2K-1200x840@Gaceta%20Salamanca.jpg)
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Salamanca
Martes, 8 de octubre 2024, 09:50
No había mucho margen, conforme al veredicto del jurado popular que a finales de septiembre le declaró culpable de un delito de asesinato con las agravantes de alevosía, ensañamiento y desprecio de género, la pena solo podía moverse en una horquilla de 22 años y medio y 25 años de prisión. Tal y como ha podido saber LA GACETA, el magistrado presidente acaba de dictar sentencia en la causa seguida contra David García Martín, al que impone una condena de 25 años de prisión, la máxima posible, la misma que solicitaban el fiscal y la acusación particular.
Además de la pena de prisión, el juez le impone la medida de libertad vigilada por un tiempo de 10 años y una indemnización total de más de 500.000 euros para la pareja de hecho de la víctima, sus tres hijos y sus padres.
Un execrable crimen
Los hechos se remontan a la noche del 4 enero del pasado año, David García Martín (que en aquel momento tenía 39 años) había solicitado previamente los servicios de la víctima, que ejercía ocasionalmente la prostitución y a quien ya conocía por haberla contratado en ocasiones anteriores. Lo hizo escribiéndole un whatsapp por medio del que quedó con la víctima, Yeis María Pérez Quejada (de 46 años) en el domicilio de él, en la calle Bajada del Río de Santa Marta, sobre las 00:30-01:00 horas del 5 de enero.
Ella llegó a casa de él sobre las 00:00 horas y ambos fueron al salón donde consumieron alcohol y droga, siendo sin embargo el acusado consciente en todo momento de lo que hacía y de sus consecuencias.
Cuando la víctima se encontraba desnuda, la ató sentada en el suelo a las patas de la mesita del salón con los brazos en cruz, con la intención de simular un juego sexual.
Sin embargo, de manera sorpresiva, comenzó a golpearla en la cabeza y el cuerpo, hasta que ella cayó desplomada al suelo. Con intención de causarle aún más sufrimiento, David siguió golpeándola durante tres cuartos de hora, hasta con pisotones en la cabeza, el tronco y los brazos, de manera que perdió la conciencia y quedó en situación agonizante.
Durante todo este tiempo, el acusado estuvo mandando mensajes a amigos suyos informándoles de lo que había hecho, llegando a mandar a uno de ellos una fotografía de la víctima inconsciente, sin ropa, con la cabeza amoratada, los brazos en cruz y las piernas abiertas en el suelo del salón, así como dos mensajes que decían «esto te puedo mandar», «que da miedo» y otro a otro amigo en el que, en tono despectivo y vejatorio hacia la mujer, le pedía ayuda para moverla.
«Si es que no tengo término medio y le he pegado cuatro hostias bien dadas», decía a otro conocido en otro whatsapp a lo que su amigo le respondió que llamara a la Policía, y el acusado le decía: «¿Y qué le cuento, que he contratado sus servicios y le he tenido que poner las pilas?».
El acusado continuó con este tipo de comentarios humillantes y denigrantes hacia la víctima -que permanecía en estado agonizante, con la cabeza amoratada y respirando de forma espasmódica-, tras lo que la llevó al baño, la metió en una bañera que llenó de agua y le sumergió la cabeza hasta que perdió la poca vida que le quedaba.
Consumado su propósito de acabar con la vida de la mujer, limpió la sangre y huellas del crimen que había en el piso, metió en una bolsa de basura la cinta manchada de sangre con la que la había atado, la peluca que usaba la víctima y otros objetos y, tras vaciar de agua la bañera donde estaba el cadáver, sobre las 06:00 horas, tiró la bolsa de basura a un contenedor y se fue al centro de salud de Santa Marta.
Allí pidió ayuda porque, según dijo, tenía en su casa a una persona sin conocimiento a causa de un golpe que se había dado contra la mesa. Tras ello volvió al piso con los sanitarios, donde llegó a ayudar a la médico a sacar el cuerpo de la bañera para que le pudieran practicar maniobras de respiración que resultaron inútiles.
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