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Viernes, 7 de junio 2024, 13:55
El Juzgado de Instrucción número Dos de Salamanca ha dejado vista para sentencia la causa seguida por el atropello mortal de la ciclista vallisoletana Estela Domínguez el pasado año junto al polígono de Los Villares. Una vista en la que se vivieron momentos de tensión y en la que desde el principio tanto el juez como la defensa quisieron transmitir su pésame a la familia y allegados de la joven.
«Sentí como un ruido mecánico y me ha parecido que se ha soltado algo… si no freno y continúo es porque no he visto nada», ha declarado B.G.H., el mecánico que conducía del camión que arrolló mortalmente a la joven de 18 años. «Al oír el ruido he levantado el pie, yo no veía», ha asegurado, precisando que «desde ese camión -por el que conducía y que, dijo, estaba probando tras haberlo reparado en su taller- no se veía», ha manifestado.
«No somos perfectos, tú estás reparando y se te puede quedar algo… por eso fue por lo que me di la vuelta… porque había escuchado un ruido metálico», ha dicho al ser preguntado por el hecho de que primero se fuera del lugar y regresara posteriormente, no porque hubiera huido, «no vi la bicicleta», ha insistido.
«Lo primero que he hecho ha sido ir a buscar a mi hijo (que trabaja con él en el taller)» , ha dicho por error, rectificando para decir acto seguido que lo primero que hizo tras escuchar ese «ruido metálico» fue ir al taller porque pensó que se le había caído algo y regresó después porque había escuchado el ruido pero no porque fuera consciente de lo que realmente habí aocurrido, «si no claro que paro», ha dicho.
«No soy camionero, estaba haciendo mi trabajo -probando el vehículo tras repararlo-, el sol no me dejó ver… presentó mis condolencias...», ha dicho en su último turno de palabra, ante lo que los allegados y familiares de la víctima presentes en sala han empezado a gritarle: «Cabrón, matagente, sinvergüenza... mátate tú...». Hasta el punto de que el juez ha tenido que intervenir para que se callaran llegando a recordarles dónde estaban: «Esto no es un bar». A su salida y tras ser increpado de nuevo, con gritos, insultos e incluso podría decirse que intentos de agresión que pararon los agentes de seguridad, ha respondido llegando a decirles: «En la calle me lo tenéis que decir».
Por su parte, uno de los primeros guardias civiles que llegaron inmediatamente después del accidente ha dicho que cuando él y su compañero llegaron no estaba allí el camión, pero luego llegó una persona en otro vehículo «que decía que había tenido un accidente y él mismo se identificó». «Dijo que se había ido porque no se dio cuenta de nada, que notó algo y pensó q se le había podido caer una pieza» por eso en un primer momento se fue, les dijo añadiendo que «comenzó el sol y no había visto a nadie delante».
Tras el impacto no había señales de frenada, prosiguió, y explicó que a esa hora y en ese lugar siempre hay deslumbramiento por la derecha pero no frontal, «que es el más grave», ha explicado. Ante un deslumbramiento hay que «aminorar la velocidad y llegar a detenerse si fuera preciso», ha respondido a preguntas de las partes.
El cristal del parabrisas dificultaba la visibilidad por la suciedad, lo que incrementa el riesgo de deslumbramiento, ha precisado, y ha dicho que «es obligación de los conductores mantenerlo limpio, en buen estado». Cree que el conductor debería haber apreciado el peligro, ha estimado: «Entiendo que si la persona que iba detrás la ve, él también debería haberla visto». «Una distracción por parte del conductor fue la causa principal inmediata, no el deslumbramiento porque debió verla», ha concluido.
Por su parte tres conductores que circulaban por el lugar en el momento del siniestro han coincidido en que les llamó la atención los movimientos que efectuó el camión, movimientos extraños como en zigzag». «Acto seguido vi el bulto -en relación a la víctima-», ha dicho uno de ellos.
Además solo uno de ellos ha dicho haber visto la bici, los otros dos tampoco la vieron.
La fiscal delegada de Seguridad Vial en Salamanca, que lleva el caso, ha mantenido que hubo una «desatención» en la conducción por parte del investigado y que ante el hecho de haberse visto deslumbrado por el sol debería haber reducido la velocidad. Se ha referido a la jurisprudencia para pedir que sea condenado por el delito de homicidio por imprudencia menos grave, del que se le acusaba, pero con la pena máxima que contempla el Código Penal: 18 meses de multa a 10 euros día y 18 meses sin conducir. Se trata en su caso, ha dicho, de un delito que se aproxima al delito por imprudencia grave, que implicaría pena de prisión.
La acusación particular se ha adherido a la petición del fiscal, mientras que la defensa ha señalado que la conducta de su cliente no es constitutiva de infracción penal pese a que «el resultado es lo que es» y ello conforme a todas las pruebas existentes: deslumbramiento solar y con el parasol puesto y cristal del parabrisas no muy limpio o sucio. Hasta el punto de que llevaba, ha dicho, una mano bajo el parasol, por lo que se podrá achacarle lo que se quiera pero lo no una distracción cuando iba con una mano debajo del parasol. «No hubo distracción por tanto no hubo negligencia. aquí la causa es que el conductor no la vio», ha señalado la defensa. Por eso, considera, «no merece reproche penal, no podía guardar distancia de seguridad porque no la vio».
Tras señalar que la responsabilidad civil ya está fijada y ya ha sido abonada por las aseguradoras, la causa ha quedado vista para sentencia.
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