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Salamanca
Viernes, 14 de marzo 2025, 06:15
La Fiscalía de Salamanca acusa a un ganadero de la provincia de un delito de maltrato animal por descuidar su explotación equina dejando a los animales sin comida ni agua y sin los mínimos cuidados, llenos de garrapatas y piojos, hasta el punto de que al menos seis de ellos murieron. Le pide dos años de prisión y cuatro años de inhabilitación especial para profesión, oficio o comercio que tenga relación con animales y para su tenencia.
Según relata el Ministerio Público en su calificación provisional, en el momento de los hechos el acusado, C.S.M., era titular de una explotación situada en Serradilla del Llano, parcela que es propiedad de la Junta de Castilla y León y el acusado era arrendatario de la misma.
El 30 de agosto de 2024, como consecuencia de inspección practicada por agentes del Seprona y veterinarios de la Junta, se comprobó que C.S.M. tenía abandonada la explotación: los animales estaban sin comida y sin los mínimos cuidados, con peligro incluso para su vida.
Durante la inspección de la explotación, se practicó el conteo de 28 cabezas de equinos de los 41 caballos adultos que figuraban en el Sistema Integral de Trazabilidad Animal (SITRAN). Los animales se encontraban en estado de semilibertad en un recinto vallado en todo el perímetro con alambre de espino, ocupando una superficie aproximada de 100 hectáreas de una superficie total de 640 hectáreas.
Concretamente, precisa la Fiscalía, pudo constatarse la presencia de tres cadáveres de caballos en diferente estado de descomposición y comidos por alimañas (dos eran potros y el tercero era una yegua adulta), así como el estado de extrema delgadez o caquexia en que se hallaba el resto.
En el recinto de los caballos el pasto era inexistente, no habiendo suministrado el acusado ningún aporte de alimentación externa. Tampoco les había procurado agua en cuba o similar, encontrándose los ríos o arroyos de la parcela secos, con la excepción de un pequeño charco de aguas estancadas y turbias, que estaban contaminadas por la presencia en ellas de un cadáver equino en descomposición.
Además, C.S.M. tampoco había procurado asistencia veterinaria a los animales, siendo apreciable a simple vista que presentaban parásitos abundantes como garrapatas y piojos, con heridas extensas, abundantes, abiertas y hemorrágicas.
Posteriormente, el día 6 de septiembre, los agentes del Seprona comprobaron que había tres nuevos cadáveres recientes de caballos, entre ellos una yegua que los agentes habían visto con vida durante la inspección de agosto y que mostraba evidencias de haber sufrido una muerte agónica, dadas las marcas halladas en el terreno compatibles con espasmos de la muerte. Otra yegua, que también fue vista con vida días antes, no pudo ser identificada mediante la lectura de su chip, ya que había sido devorada por animales carroñeros. Por último, los agentes observaron un caballo de capa blanca que llevaba varios días muerto y que había sido devorado por los buitres.
Así las cosas, el acusado dejó a los équidos sin alimento, haciendo con ello una dejación voluntaria de los deberes más básicos de alimentación y cuidado de sus animales, sabedor por su profesión y conocimientos que con ello necesariamente ocasionarían la muerte de alguno o algunos de ellos, provocando además una situación de sufrimiento o de agonía de la que fue consciente en todo momento, dado que las muertes descritas se produjeron de forma progresiva, concluye el Ministerio Público.
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