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Pintura resquebrajada en las paredes, puertas entreabiertas, ventanas atrancadas, suelos levantados y muebles con polvo que generan adrenalina e incertidumbre. Se llama ‘urbex’ al pasatiempo elegido por decenas de jóvenes que no dudan en pisar territorios desconocidos y casas abandonadas para filmar su experiencia y competir por colgar la mejor fotografía en internet. Sin embargo, el simple hecho de acceder a estas misteriosas mansiones ya es delito.
A sabiendas de que acceder en una propiedad que no es tuya sin tener el permiso del propietario es una actividad ilícita, por muy abandonada que esté, los jóvenes aficionados a esta práctica siempre defienden que no hacen daño a nadie pese a que se considere un delito según lo tipificado en el Código Penal, argumentando que cumplen una serie de normas como el no entrar a lugares que estén cerrados, no trastocar los objetos que se encuentran por el camino y no revelar la ubicación de los terrenos a los que acceden para evitar que en un futuro se vandalicen. Pero no todos cumplen con lo que se prometen antes de ‘darle al play’, como ya ocurrió hace un año en Fuenteliante, un pequeño pueblo salmantino en el que tres chicos fueron detenidos por entrar y robar en una casa abandonada.
Pese a que saben que es una actividad ilegal, muchos no dudan en entrar y asumir ciertos riesgos como la posibilidad de que sean pillados por la Guardia Civil o acabar en el hospital. Y es que, las malas condiciones en las que se encuentran estos inmuebles, con tejados derruidos o vigas en mal estado, pueden derivar en un accidente. De hecho, si judicialmente se demuestra la negligencia, estos aficionados podrían incluso acarrear con los gastos de los servicios sanitarios.
Tal y como relata un agente de la Guardia Civil, “si son pillados en plena ejecución, pueden ser arrestados y enfrentarse a delitos como el de allanamiento de morada, robo o robo con fuerza en el caso de que para acceder, rompan las puertas o las ventanas”.
Conociendo los peligros a los que se enfrentan, para evitar ser pillados, los aficionados a este ‘hobby’, asegura el agente, “intentan retocar las propias fotografías para que no se vean los fondos de las habitaciones o no se identifiquen las imágenes para que no se pueda demostrar quién las ha filmado o de dónde las han sacado”, concluye.
Ángel R. es uno de los jóvenes que tiene por afición visitar espacios urbanos abandonados para grabar vídeos para su canal de YouTube. Con 23 años, ya ha cargado con alguna que otra mochila a sus espaldas junto a su equipo para grabar tomas de “lugares vírgenes”.
Su afición le viene desde que tenía 11 años, cuando sin que lo supiera su madre, se colaba en algunas casas abandonadas próximas a la suya. “Nosotros nunca revelamos la identidad de los lugares porque no queremos que la gente vaya hasta allí para vandalizarlos o hacer cosas malas”, comenta defendiendo que los que lo hacen, no hacen mal a nadie, aunque reconoce que no es una actividad lícita. “Por supuesto, sabemos que es ilegal. Todo tiene un dueño y tú no puedes hacer lo que te da la gana. Nosotros, como no forzamos nada y no tenemos que reventar nada, no hacemos daño a nadie porque una vez dentro de los sitios, respetamos las cosas tal y como están”.
Con apenas 20 años, Fran Calvo se muestra ambicioso a la hora de hablar de una de sus aficiones. Con Ciudad Rodrigo como sede de todas sus aventuras, este joven estudiante de Comunicación Audiovisual comenzó a ser trotamundos abriéndose un canal en YouTube para colgar los trabajos que le mandaban en la facultad.
Junto a sus amigos, defiende que no son asaltantes y que visitar lugares abandonados “es un arte urbano que ayuda a que la gente valore lo que tiene”. Fran reconoce que acceder a estas propiedades sí es un delito, pero que es cometido por la gente que entra ahí para pasar el rato, pincharse o dormir. “Los que somos aficionados a estos lugares abandonados no tenemos nada que ver con ellos. La gente nos mira con recelo porque se piensa que vamos a romper cristales o a robar y no es así”, comenta.
Para evitar que el vandalismo afecte a estos sitios, lanza un alegato: “Dentro, hay que ser responsable”.
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