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Miércoles, 14 de octubre 2020, 01:18
La Audiencia Provincial de Salamanca llevaba años queriendo celebrar la vista oral y este martes, por fin, pudo llevarse a cabo. El presunto cabecilla de un fraude cárnico millonario que en el año 2006 afectó a al menos cinco empresas de las comarcas de Béjar y Guijuelo, el mismo que llevaba cuatro años en rebeldía en Alemania, se sentó por fin en el banquillo de los acusados por una estafa piramidal que presuntamente consiguió llevar a cabo mediante el timo del nazareno —dejando de pagar a empresas proveedoras a las que previamente se había ganado su confianza—. Y lo hizo para defender su inocencia y echar balones fuera: “El estafado he sido yo”, sentenció.
El hombre, de iniciales J.A.C., se enfrenta a una pena de prisión de cuatro años que le pide el Ministerio Fiscal por un delito agravado de estafa, la misma pena a la que en 2017, y tras la celebración del juicio en el mes de marzo, fueron condenados otros tres encausados, compinches del hombre que se sentó ayer en el banquillo y que actualmente está en prisión provisional en la cárcel de Topas.
En su declaración, en mitad de un batiburrillo de fechas, números, sociedades y nombres de administradores, el hombre afirmó que “a las empresas querellantes nunca hice pedidos sin tener solvencia económica, mienten”.
En concreto, el fiscal le acusa de cometer el fraude aparentando tener solvencia para ganarse la confianza de las víctimas a través de diversas sociedades ficticias, en las que aparecen como administrados únicos los tres condenados: E.P.B., M.D.L.V.A. y J.C.A. Al respecto, el acusado que compareció ayer dijo que “jamás” quiso aparentar solvencia porque “jamás ha querido aparentar algo que no es”. “No lo necesitaba, a mi me iba muy bien por aquellas fechas”.
A las preguntas del Ministerio Fiscal sobre el hecho de que adquiriera los productos ibéricos emitiendo pagarés que luego dejó de abonar y que posteriormente vendía a un precio más bajo del estipulado en el mercado, el supuesto cabecilla volvió a pronunciar la palabra “jamás” e incidió que él cuando ya dejó de pagar fue cuando se quedó sin liquidez.
Ante su falta de concreción a la hora de responder a las preguntas y la poca claridad que estaba aportando para la resolución del caso, el tribunal le invitó a explicar por qué él consideraba que había sido víctima de una estafa y de considerarlo así por qué no había denunciado los hechos ante la Justicia. “A raíz de una conversación que tuve con una persona sospeché, me puse a investigar porque vi que podría tratarse de algo ilegal y supe que había sido víctima de una estafa. Acudí a un abogado para demandarlo pero no hizo nada”, dijo el varón.
Finalmente, a las preguntas de por qué decidió marcharse a Alemania y no colaborar con la justicia, J.A.C. indicó que lo hizo para “poder dar de comer a sus hijos”, aunque puntualizó que siempre había intentado mantener el contacto con la Justicia española —pese a estar cuatro años fugitivo—.
Tras su declaración y la de los querellantes, la Guardia Civil y los peritos, entre otros, el juicio quedó visto para sentencia.
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