El día después del incendio en Maestro Ávila: «Está todo negro, toca limpiar»

Han pasado 24 horas desde un peligroso incendio alterara la pacífica vida de los vecinos del número 3 de la calle Maestro Ávila de Salamanca. Francisco, vecino del tercer piso, cuenta en este vídeo cómo han pasado la noche y cómo fueron atendidos por los equipos de emergencia.

Y es que la 'psicosis' por el incendio ocurrido la semana pasada en el barrio de Campanar en Valencia llevó a los vecinos a querer abandonar de forma precipitada sus viviendas tras el fuego declarado en uno de los pisos bajos, una actuación desaconsejada por los Bomberos.

«Me he puesto muy nervioso, he estado a punto de saltar. Gritaba a la Policía que nos pusieran una colchoneta, han sido momentos de mucho agobio», explicó a LA GACETA Pablo Delgado, un vecino de 24 años que se encontraba teletrabajando en su vivienda—contigua al piso afectado—cuando observó a la Policía por la ventana y mucho humo en el hall. Pablo avisó rápidamente a su hermana Lucía, de 20 años, y juntos se refugiaron en el salón. «Colocamos una sudadera por debajo de la puerta para evitar que entrara el humo y hemos estado allí en torno a una hora porque los efectivos nos ordenaban desde la calle permanecer por seguridad en casa, hemos pasado mucho miedo hasta ser desalojados», manifestaron los hermanos.

El incendio, originado al recargar una estufa de etanol, calcinó prácticamente la totalidad de la vivienda y el humo generó daños en las zonas comunes, principalmente en las ventanas y escaleras, según los vecinos, que hasta la tarde dudaban si regresar y dormir en sus viviendas. «Es increíble cómo ha quedado el piso, estaba todo negro y algunas paredes caídas», comentó Lucía Delgado.

El suceso dejó 17 personas atendidas y 13 evacuados al Hospital de Salamanca, entre ellas la compañera de piso de Meixin y Maëlyss—tres estudiantes francesas del primero—, por inhalación de humo. «Estábamos las tres en casa cuando nos avisó la Policía y los bomberos. Se han portado muy bien con nosotras a pesar de tener alguna dificultad con el idioma», dijeron.

Junto al piso donde se produjo la deflagración había otro en el que viven un matrimonio con un bebé de un mes. Por fortuna pudieron salir por su propio pie, aunque finalmente fueron trasladados al centro hospitalario por intoxicación. «Salieron en medio de una humareda inmensa, al parecer guiados por focos de luz que les colocaron porque apenas veían», según testigos.

«Me llamó mi vecina sobre las doce con un ataque de ansiedad. Intenté tranquilizarla. La experiencia ha sido horrible, mi hijo no me cogía el teléfono y no sabía si estaba dentro. Al principio cuando llegué había mucha confusión. Hay que dar gracias a Dios porque no ha sido nada», declaró otra moradora del segundo piso.

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